Con la perspectiva de la normalización de relaciones con Estados Unidos, los fabricantes de automóviles norteamericanos ya se están afilando los dientes para entrar en el mercado cubano, un país en que el transporte es un caos difícil de explicar y más aún, de vivir.
Muchos la han calificado de museo rodante y no es para menos. Cuba es el único lugar del mundo donde transitan de forma masiva vehículos de 50, 60 y hasta 70 años de antigüedad. Puede parecer muy pintoresco y atractivo para el turismo y tal vez sea válido tomar medidas para que puedan conservarse en parte para futuras generaciones. Pero, más allá de la postal, a los cubanos, que los sufrimos a diario sin muchas alternativas, no nos hacen tanta gracia.
Menos aún, las razones que han llevado a la supervivencia de esos dinosaurios, hijos de la inventiva criolla durante más de cinco décadas. En todos estos años, tener un vehículo propio para moverse ha sido un sueño irrealizado para la inmensa mayoría. Millones de personas se ven obligadas cada día a acudir al transporte público más ineficiente que se pueda imaginar, convertido en verdadera tortura por horas de espera, larga colas e inevitables "moloteras" que te hacen sentir como sardina en lata. Ni siquiera en su mejor momento, en los años ochentas, fue totalmente suficiente y en la actualidad, las cifras de pasajeros transportados no llegan a la mitad de entonces.
Durante los años más difíciles del conocido como "período especial", se puso de moda casi obligada la bicicleta y la "botella" (autostop). Las primeras, se extinguieron por falta de nuevos vehículos y piezas, y por un clima y una ciudad que no eran las ideales para este medio de transporte. La "botella" sobrevive, pero cada vez son menos los conductores solidarios.
Solo queda sufrir el consuelo de los "almendrones", esos mismos coches antiguos que suelen hacer las veces de taxi por rutas preestablecidas, a velocidades de infarto, en malas condiciones técnicas y con un reggaetón a todo volumen.
En un país donde no existe el metro y los taxis "normales" tienen precios pensados para turistas, totalmente prohibitivos para los demás, las restricciones o limitantes severas que de una u otra forma han existido para la compra de autos, son cuando menos, paradójicas.
Tras décadas de prohibiciones, parecía que las cosas comenzaban a cambiar a inicios del 2014. Pasaron los tiempos en que solo algunos trabajadores muy destacados tenían la posibilidad de adquirir un vehículo nuevo, (por lo general LADAs u otros de fabricación rusa) Más recientemente, ésta opción llegaba en forma de carta de autorizo, que recibían determinados profesionales como músicos o médicos que cumplían misiones gubernamentales.
Hasta hace poco, sólo era posible comprar o vender vehículos previos a 1959, esos que con las más increíbles adaptaciones ruedan aún por las calles de la isla.
Es en septiembre de 2011 que se aprueba la compra y venta entre particulares, como parte de las medidas de actualización de la economía. Más que esperado era el siguiente paso, la venta liberada de automóviles nuevos o modernos de segunda mano, algo que no solo beneficiaría a los felices nuevos propietarios, sino indirectamente a todo el país, al ayudar a renovar el antiquísimo parque automotor.
Pero los precios oficialmente aprobados, que oscilan entre los 25 mil CUC (moneda equivalente al dólar) por un carro de varios años de uso, hasta 262 mil CUC por un Peugeot 508 del 2013, echaron por tierra las aspiraciones de unos cuantos. No sólo por ser equivalentes a lo que costarían modelos de lujo en cualquier otro lugar del mundo, sino porque el salario de toda la vida laboral de un cubano medio no alcanzaría ni para el más barato.
De nada valieron protestas ni análisis económicos para reevaluar el absurdo de estas medidas. Un año más tarde, las únicas cifras que se ha hecho públicas son elocuentes. En seis meses, se vendieron 50 carros y 4 motos por un precio total de 1 283 000 CUC.
"El ingreso recaudado servirá para crear un fondo destinado, especialmente, al desarrollo del transporte público en todo el país," explicaba la resolución oficial. Algunos han hecho cuentas con un resultado preocupante: al ritmo actual de ventas, se necesitarían ¡más de 400 años! de ingresos para adquirir un parque de autobuses similar al de la década de los ochentas.
Los que no vamos a llegar a allá para verlo, tenemos la esperanza de que mucho antes se imponga un poco de sentido común.
(Tomado de sputniknews.com)
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