miércoles, 17 de agosto de 2016

Los K, el “capitalismo bueno” y nosotros

Por Carlitos

En un reciente trabajo para Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215190), el destacado intelectual argentino Claudio Katz nos revela la decepcionante historia de corrupción de los Kirchner. En un extenso material, Katz argumenta que, aunque las denuncias actuales son una maniobra para ocultar la corrupción de Macri y su camarilla, lo honesto es admitir que los gobiernos K robaron y en grande.

Katz documenta: "Lo más problemático es el enriquecimiento de la propia familia Kirchner. (…) Se estima que al cabo de 12 años el patrimonio del grupo se incrementó en 800%, con numerosas propiedades adquiridas a precios muy sospechosos."

Y concluye: "Ninguna acción contra la corrupción puede librarse sin denunciar los distintos modelos de fraude que imperan en el país. (..) No existen formas tolerables de corrupción del progresismo contrapuestas a las modalidades censurables del establishment. Es tan nocivo justificar a Cristina, como demonizarla para apañar a Mauricio."

Un amigo con el que compartí el material me comenta: lo triste de la noticia es la podredumbre del sistema, la corrupción pareciera que toca a todo el mundo. Si eso pasa en un país como Argentina, grande y con recursos, miembro del G20, lejano geográficamente de Estados Unidos, a nosotros nos tocaría el más podrido de los capitalismos.

Las historias de como la corrupción es parte de la normalidad son miles. Pareciera que en la política latinoamericana, poco se hace sin una coima o una comisión gorda para el bolsillo de la burocracia. En Brasil, más de la mitad del parlamento tiene acusaciones por casos de corrupción. En México cuentan que un político se presentó a elecciones prometiendo "no robar tanto".

Los absurdos no se reducen al mundo subdesarrollado; en España ganó las elecciones y pareciera que dirigirá el gobierno un partido con cientos de demandas de corrupción. Si no fuera suficiente todo ello, nuestra historia prerrevolucionaria es más que elocuente.

Aunque no faltan los ilusos, creo que muchos en Cuba saben del peligro de una restauración capitalista. No tendremos acceso a un "capitalismo bueno". La sociedad del bienestar es un producto "vencido" de la época de la Guerra Fría. Lo que queda de ella en el mundo desarrollado se desmonta por día y no es para nosotros. No es fatalismo geográfico, es la distribución del mundo que han establecido los poderes reales, contra los que no podemos ir aunque queramos.

La alternativa para nosotros, como decía Rosa Luxemburgo, es Socialismo o barbarie.

Por eso es tan preocupante la división entre aquellos que no quieren la restauración del capitalismo en Cuba. Pareciera que para un grupo de funcionarios y otro de trolls se ha puesto de moda arremeter contra quienes persiguen sus mismos objetivos, solo porque plantean ideas y métodos distintos. Combaten, pero no con ideas, sino con sospechas. Confunden el enemigo y le hacen el mejor regalo.

El dogma, el sectarismo y la cerrazón ideológica disminuyen la unidad y la capacidad movilizadora de las fuerzas de izquierda, generan desamparo y cansancio en la militancia, producen desgastes innecesarios. Lejos de alejar, acercan (y a paso redoblado) el regreso del capitalismo.

Creo en el socialismo y la continuidad del proyecto revolucionario. Pero no lo mereceremos si cuando debemos unir y crear, potenciar la inteligencia colectiva y los símbolos que hemos forjado, cerramos, apartamos y negamos el verdadero carácter de lo revolucionario.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Felices 90

Por Carlitos

Replico hoy el post que escribí el año pasado con motivos del 89 cumpleaños de Fidel, convencido de que conocerlo como el ser humano que es, es la mejor forma de acercarse y aprender de una de las principales figuras de nuestra historia, latinoamericana y mundial.

Felicidades Fidel!!!

En su justo lugar

Carlitos

Los medios oficiales celebran hoy el cumpleaños 89 de Fidel. Desgraciadamente, el compañero Fidel, el líder histórico, nos viene ensalsado como una estatua inmaculada, un ser de otro planeta, incapaz de cometer errores y responsable de todas las virtudes reales e imaginarias de nuestro modelo social y de todas las buenas ideas que parió el socialismo en estos cincuenta y tantos años.

Sin embargo, los medios alternativos van al otro extremo y hacen caso omiso al tema. Desde hace rato percibo que sobre Fidel nadie se arriesga a hablar y cuando se hace, se toma distancia, tratando de guardar un equilibrio que nunca es tal sobre lo bueno y lo malo que caracterizó a su personalidad.

Y temo, por esa razón, que la historia y la visión de las nuevas generaciones sea injusta con una de nuestras figuras más importantes. Dado que la historia tiene el sabor de quienes la escribieron y los que la escriben tienen muy cercana la huella reciente, es muy probable que se recuerden sus momentos de menor lucidez y se olviden otros fundadores de la historia de nuestra nación. A veces siento que, desde esta perspectiva, Fidel está pagando el precio de vivir mucho tiempo.

Fidel no es un dios, pero ello no quita reconocer lo que significó para los cubanos. Yo solo quiero resaltar cuatro cosas.

Primero, Fidel es lo más cercano que pudiéramos conocer a un revolucionario. Revolucionario, en el amplio sentido de la palabra, implica ver algo torcido y pensar que se puede volver a levantar desde 0. Se dice fácil, pero pocos se atreven. Por eso comprendió que una Revolución no podría hacerse desde los partidos tradicionales, sino desde un movimiento de masas, sin móviles e intereses políticos.

Ya en los últimos tiempos quiso hacer algo similar con la Batalla de Ideas, un proyecto que implicaba salirse de las instituciones tradicionales (gobierno y Partido) y ser dirigida por jóvenes. En este caso, otros cálculos le fallaron, pero es innegable su visión revolucionaria de las cosas, incluso para un hombre que llevaba 40 años en el poder.

Segundo, Fidel es un movilizador y un comunicador nato. Ahora, a destiempo, se ha hecho moda decir que llevamos 50 años haciendo cosas obligadas. Y es verdad que mucho daño nos ha hecho la doble moral, pero también hay muchos por ahí que lloraban con las "intervenciones del Comandante" y les queda muy bien ahora el discursito de que fui porque no me quedaba otro remedio.

Vamos a hablar claro, Fidel tenía la capacidad de convencer. Cogía una cámara y se paraba en un teatro y la gente salía convencida de que iba a cambiar el mundo, aun cuando a veces fueran directo a cometer un disparate. No voy a hablar de los que fueron a Angola, que muchos conocí que lo viven con orgullo. Yo sé de mi experiencia en la Universidad, donde vi más de 3000 estudiantes salir de un discurso de tres horas convencidos de que iban a comerse el mundo con las Brigadas Universitarias de Trabajo Social o a cientos de estudiantes esperar seis horas para verlo o tocarlo al salir del Aula Magna. Y eso no fue en los 60´s, fue en los 2000. Tiene una personalidad que imanta, impresiona, es un líder nato.

Tercero, Fidel es un estratega político de altos quilates, que logró cambiar la historia mundial y al que las principales figuras del orbe, desde papas, premios Nobel, estrellas del deporte y el cine hasta presidentes occidentales trataban a su nivel. Por eso, se le puso difícil a Nikita durante la crisis de octubre, algo a lo que no se atrevía casi ningún líder del antiguo campo socialista. Por eso, apoyó a la lucha contra el apartheid y los movimientos de izquierda en América Latina por iniciativa propia, y no "por ser parte de la estrategia socialista mundial". Y, por eso también, la historia (que se escribe en círculos) parió décadas después un cambio de época en América Latina, que abrió un mar de nuevas posibilidades para Cuba (incluido el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos).

Cuarto, Fidel es un político que se armó de una autoridad moral basada en sus nobles sentimientos y en su capacidad para estar cerca de la gente. Parece una bobería, pero desde hace mucho tiempo escasean políticos con buenos sentimientos. Lo que más caracteriza a los políticos (sobre todo a los más exitosos) es su pragmatismo, lo cual muchas veces no va acompañado de la defensa de los mejores valores.

Fidel le pidió a la gente que aguantara durante el período especial, pero se le aparecía en los campamentos de la agricultura y, cuando se armó la única revuelta seria que yo recuerdo en La Habana, pidió que no llevaran a las tropas especiales y se apareció en dos jeeps y varios escoltas en medio de la tumultera, cambiando el sentido de aquello que estaba pasando.

Fidel no es perfecto. Su fe en los imposibles le impidió ver la economía con pragmatismo y su obstinación, si bien fue lucida y útil en muchas ocasiones, nos jugó malas pasadas en otras. Nuestra historia lleva el sello también de muchos de sus errores (ese es uno de los costos de gobernar mucho tiempo), de los cuales tenemos que hablar para no cometerlos de nuevo.

Pero la preocupación por lo que no hemos podido ser, no nos puede impedir poner en su justo lugar a este fuera de serie de la historia que nos tocó vivir.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Cuentas claras…

Por Carlitos

Según publicó recientemente Cartas desde Cuba: "Fuego Enterprises, la empresa que preside Hugo Cancio y de la cual es accionista mayoritario acaba de comprar el portal Porlalivre, dedicado a anuncios clasificados en la isla. (…) Cancio es un cubano que emigró en 1980. Es dueño de varios medios de comunicación, entre ellos la revista y el sitio web OnCuba (…). Paradójicamente, Hugo Cancio tiene desde hace unos años oficinas en Cuba, ubicadas en medio del malecón habanero, por lo cual es de suponer que cuenta con el beneplácito de las autoridades nacionales."

Lo cuestionable del caso no es como hace dinero Hugo Cancio, tampoco la existencia de OnCuba, medio que ha llenado enormes lagunas de información en nuestro país. Lo cuestionable es la singularidad. ¿Por qué lo podría hacer él y otros no? ¿Puede un emigrado cubano instalar oficinas de un medio de prensa privado con el visto bueno de las autoridades cubanas? ¿A través de qué mecanismos o instituciones? ¿Cualquier otro cubano (residente o emigrado) podría hacer lo mismo?

Empoderar al pueblo, hacerle del control de los recursos de todos, empieza por la transparencia de la gestión pública. Lo interesante es que el capitalismo ha incorporado la transparencia como una cuestión esencial de las prácticas de buen gobierno. No es un gesto bondadoso del capital, sino un resultado de muchos años de lucha social dentro de ese sistema.

Publicar sistemáticamente información, estadísticas y comunicados sobre la gestión pública se ha vuelto rutina en la mayoría de los países, incluidos los menos desarrollados. Por supuesto que es posible burlar y manipular la información, pero el concepto de transparencia está internalizado. ¿No debería estarlo (y con más razones) en la práctica de un gobierno socialista?

Mientras se habla de cambio de mentalidad, las instituciones estatales funcionan con una filosofía atrasada. La confrontación ideológica no ha desaparecido, pero se desarrolla en otro teatro de operaciones, en el que ya no es posible "poner cercos" a la información. En la sociedad actual sobran detalles sobre todo lo que se hace y lo que se deja de hacer. La estrategia menos inteligente siempre es no decir o decir tarde, porque otros dirán por ti.

Cuba sigue acosada por la política injerencista norteamericana y, como tal, tiene derecho a mantener el secreto sobre sus principales "cuentas" o sobre la evaluación y preparación de decisiones de política sensibles. Pero hay una distancia enorme entre defender secretos "soberanos" y no informar sobre los funcionarios o empresarios extranjeros que son sancionados por corrupción, sobre la forma en que se licitan nuevos negocios privados, extranjeros o mixtos, sobre por qué se nombra o se destituye a un ministro, sobre todo aquello que permita a un pueblo instruido sacar sus propias cuentas sobre la gestión pública.

Para evitar abusos en la sociedad es esencial brindar la mayor y más clara información sobre lo que hace el gobierno, así como lo que pueden hacer y lo que no las empresas estatales, las privadas, las extranjeras y los ciudadanos comunes. En una economía que da mayor espacio al sector privado, es esa una de las primeras garantías para evitar la proliferación de opacos monopolios y oligopolios contrarios a los intereses sociales.

Una mayor transparencia no cuesta nada material, financiera y políticamente. El argumento de que se le dan armas al enemigo ya está suficientemente gastado. Al enemigo le hemos regalado un arsenal con todas las verdades a voces que se mantienen en secreto. Una mayor transparencia es ganancia neta para el pueblo, para el gobierno y para el proyecto socialista.

Dicen que cuentas claras…