martes, 24 de mayo de 2016

Hay en Brasil…una situación kafkiana en pleno desarrollo…*

Por: Josué Veloz Serrade

Psicólogo. Miembro de la Red de Jóvenes anticapitalistas y del Proyecto Nuestra América.

En la novela El Proceso (1) de Kafka, K es un empleado de cierta importancia en un banco, pero lleva una existencia simple. Podría ser cualquier persona, usted, yo; ser incluso la presidenta de Brasil, Dilma Rouseff.  En el inicio del relato toma conocimiento de que se le ha iniciado un proceso legal al que tiene que responder. Kafka pone la acusación en suspenso, no necesita decir de qué fue acusado K, lo importante es que se le inicia un proceso y de él no saldrá nunca. K reclama pruebas, discute con impotencia frente a los tribunales, hace uso de todos los argumentos de alguien que se cree inocente y a quien no le han mostrado pruebas de violación a la ley alguna. Todo lo realiza de manera infructuosa.

A la presidenta de Brasil, Dilma Rouseff se le inicia un proceso de Impeachment, no hay una acusación fundamentada, no hay pruebas de un delito, pero ella concurre ante los jueces, intenta dar pruebas de su inocencia y reclama la restitución de la “democracia”, un “estado de derecho” que ha sido violentado. Vive el absurdo de un proceso en que no aparecen las pruebas por ninguna parte, pero comparece ante la justicia, acepta ser destituida, y transcurre un Golpe en Brasil de la manera más descarada e inconcebible.

Uno pudiera hacerse varias preguntas:

¿Cómo es posible un proceso judicial sin pruebas, sin una acusación clara, sin sombra de delito? ¿Qué pudieran tener en común el sujeto kafkiano del relato y Dilma?

K comienza a hacer gestiones para resolver su caso, en ese trayecto además de proveerse de abogado, le recomiendan visitar a un pintor que trabaja para el tribunal haciendo los retratos de los jueces. Este le cuenta, entre otras cosas, que existen tres modos de absolución. Uno de esos modos es la absolución real, que consiste en demostrar la completa inocencia lo que garantiza la absolución total sin que queden huellas del proceso. El pintor le cuenta que en todo el tiempo que se ha dedicado a estar cerca de los jueces nunca ha visto una absolución real. Una vez desencadenado el proceso no es posible volver al estado de inocencia inicial aunque en la realidad no halla sombras de un delito. En la realidad kafkiana todos nos volvemos culpables cuando se inicia un proceso.

¿Cómo podrían el personaje de Kafka y Dilma asumir un proceso si no fueran culpables de algo? ¿Son culpables de lo que se les acusa o son culpables de otra cosa?

Otra forma de absolución es la prórroga ilimitada. En esta el acusado, en compañía de su abogado, comienza toda una serie de procedimientos en los que se alarga de manera ilimitada la primera fase del proceso. Se le llama a declarar continuamente, se revisa su causa, regresa al inicio el proceso, se le hacen interrogatorios breves. Este período para el personaje de la novela se vuelve interminable y circular. Pudiéramos decir que la presidenta Dilma se encuentra en esta fase, pero en el pensamiento kafkiano este tiempo es ilimitado por tanto tampoco garantiza que el personaje de la novela y la presidenta de Brasil, sean declarados inocentes.

La última forma de absolución es la aparente, esta consiste en hacer uso de ciertas influencias que se poseen sobre los jueces. Por esta vía el pintor toma una declaración de inocencia del acusado y se la va presentando a jueces sobre los que tiene cierta influencia. Puede ser que logre el apoyo de la mayoría y eso permita que el sujeto salga en libertad. Pero ello no garantiza que no sea llevado a los tribunales nuevamente pues han quedado todas las huellas del proceso y un juez cualquiera puede abrir nuevamente la causa, y así sucesivamente de manera interminable.

El personaje de Kafka hace esfuerzos vanos por encontrar los apoyos suficientes. A medida que pasa el tiempo se va sumiendo en la soledad, cada intento se vuelve demorado y fallido. En cuanto a Dilma, los apoyos que tuvo de las alianzas de su partido fueron desapareciendo, en muchos casos se declararon abiertamente en su contra. Su vicepresidente es quien dirige ahora el país, y encabeza un proyecto de desmontaje neoliberal que no parece detenerse ante nada.

Varias lecturas son posibles. Primero: en ninguna de las tres formas está la posibilidad de ser declarado inocente, una rueda infernal en la que la culpabilidad no desaparece y la “justicia” siempre vence. Segundo: la justicia en estos casos no consiste en definir si un sujeto efectivamente cometió o no un delito sino el hecho de que el proceso transcurra. Tercero: todos somos culpables aún cuando no se haya desencadenado ningún proceso en contra nuestra, la inocencia total no es posible. Pareciera que de algún crimen somos culpables sin saberlo. ¿Cuál es ese crimen?

En la simbología del universo delirante de Kafka nos podemos permitir una de las muchas posibles miradas. En un estado de derecho donde rigen las leyes del mercado, todos nacemos potencialmente culpables, porque nacemos expropiados: lo propiedad es privada no solo porque le pertenece a alguien sino porque le fue privada a alguien. Algo que nos pertenece nos es quitado de manera permanente, cuestionarlo tiene consecuencias inevitables. K se enfrenta al proceso después que el crimen fue consumado sin que podamos saber de qué se le acusa. En el caso de Dilma sabemos de lo que se le acusa pero no se le demuestra. Ambos luchan contra espectros y por demandas ilusorias: la “justicia”, el “estado de derecho”, la “democracia”: fantasmas-fetiches del gran mercado.

Lo que no le perdonan a Dilma es su pequeño crimen contra las reglas del mercado, no es que ella les vaya a destruir esas reglas, es que un leve rasguño desencadena esas reacciones. Cada cierto tiempo una oveja descarriada debe ser castigada, el estado de derecho burgués está al servicio del mercado: el delito mayor es intentar ponerle freno al Gran Capital: en tal sentido claro que Dilma es culpable, es eso lo que está detrás del juicio, lo demás pura novela a lo TV Globo.

Deberíamos pensar entonces, si más allá de reclamar a organismos internacionales, de comparecencias en la prensa, de entrevistas acerca de los logros sociales que desmonta la derecha reaccionaria brasileña; ¿existe alguna otra posibilidad para Dilma y la sociedad de los excluidos en Brasil?

Intentemos una perspectiva diferente. Cuando Joao Pedro Stedile, uno de los líderes más conocidos del MST (Movimiento Sin Tierra) dice:

no estábamos luchando solo para aplicar el Estatuto de la Tierra, sino contra un Estado burgués, nuestros enemigos son los latifundistas y el Estado,[1]

nos dice que los expropiados tienen que liberarse de la culpa que nos pone el mercado al nacer. No es pidiéndole al Estado de derecho burgués que respete las garantías del debido proceso que seremos liberados del delito que cometimos sin saberlo: es la Revolución como fuente de otro derecho. ¿Y de qué somos culpables, que solo la Revolución nos libera de ello?: de desear aquello de lo que fuimos expropiados.

En el final del relato kafkiano, K, es conducido por dos hombres hacia un lugar apartado, nadie acude en su auxilio y es apuñalado en el corazón. El final estaba escrito en el principio. Lo importante, en esta hora, será saber si el gobierno de Brasil permitirá que le conduzcan de manera tranquila a recibir la puñalada. O ¿quién sabe si el pueblo que ahora mismo están en la calle antes que le apuñalen toma la cuchilla y…?

[1] Mancano Fernandez, Bernardo. (2001). Brava Gente: la trayectoria del MST y la lucha por la tierra en Brasil/ Bernardo Manzano Fernandez, Joao Pedro Stedile. 3ra. Ed.en español. La Habana: Editorial Caminos. Cuba.

 

* Tomado de https://elpuntored.wordpress.com/2016/05/24/hay-en-brasiluna-situacion-kafkiana-en-pleno-desarrollo/

 

miércoles, 18 de mayo de 2016

Las paradojas temporales entre recuperación y futuro

Por JS

Crecí creyendo que era mi bien
hacerme un hombre, y ya me ven:
ahora me tengo que medir
para saber vivir.

Silvio Rodríguez

No puede ser de otra forma. Cuando uno mira las transformaciones implementadas en Cuba en los últimos años – con sus aciertos y errores – lo asalta una categoría propia de los inmovilismos: destiempo. Claro que no se trata de hacer una autopsia, o de recuperar la popular frase “palo porque bogas y palo porque no bogas”; pero el asunto de la eficacia del pragmatismo económico (más) y político (menos) desde el Estado cubano está atravesado por la categoría temporal: ¿por qué irrumpió a partir del discurso de Fidel Castro en la Universidad de La Habana en 2005, y especialmente después de 2008, y no antes cuando existía una acumulación cultural y una coyuntura otra?

El llamado a no olvidar la historia no puede ser sólo – aunque también – una plataforma defensiva frente al Imperialismo, es sobre todo un camino contra nuestros olvidos. Y el destiempo es uno de ellos. Ocurre de las maneras más paradójicas, por ejemplo, en el reciente VII Congreso del Partido Raúl Castro habló – como había hecho antes – de los límites de edad para el desempeño de cargos de gobierno y partidistas. Para algunos, visibilizar este tema en 2016 sería otra manifestación de ese retraso temporal; para otros – y no creo sea un sector minoritario – era este “el momento” para hacerlo. Así que en este particular el destiempo está en discusión. Sin embargo, donde si campea es en el distanciamiento entre discurso y práctica política: la composición del Buró Político y el Comité Central fue un golpe dado desde el propio partido a las palabras de su principal dirigente. No es un ejemplo feliz, porque vuelve a los “espacios del poder de real”, y reivindica esa mirada verticalista que comparten muchos de nuestros políticos, recalcitrantes opositores y críticos aparentemente demócratas.

La práctica del destiempo se recicla y se oculta. En el terreno cultural, durante los setenta muchos intelectuales, artistas, escritores – disculpen esta distinción al uso oficial – e incluso instituciones, sufrieron los asaltos de la ortodoxia marxista. Esto ha sido más abordado en sus manifestaciones prácticas, y menos en la dinámica destemporal que generó: a partir de la década de los noventa se estimuló un necesario proceso de reivindicación y desagravio (Premios, publicaciones) que también viene acompañado, desgraciadamente y por nuestras distorsiones y carencias, de la invisibilización y omisión por silencio de nuevos actores emergentes en estos campos.

Mirar atrás no significa vivir en el pasado. Las dinámicas de otros tiempos, si no se tratan en su amplitud, se reproducen y repiten. El destiempo nos sigue acompañando y mediando la relación entre memoria y futuro.

En busca del tiempo perdido

(1967)

Sin una historia azul,
de niño comprendí lo que debí callar.
Y hermanos y hermanitas,
de manos junto al mar,
no comprendimos el pudor.
Y así no estaba mal.

Ahora en busca sólo estoy
del tiempo que he perdido desde ayer,
buscando lo que había de hacer de mí.
Cosa añorada en mi niñez,
porque después crecí.

Crecí creyendo que era mi bien
hacerme un hombre y ya me ven:
ahora me tengo que medir
para saber vivir.


Andando el tiempo se perdió
mi mar, las nubes de marfil
y un girasol de abanicarse
la cabeza al sol.

Quiero aquel bello girasol,

Quiero mi mar azul turquí,

quiero mi nube sin color,

quiero una estrella allí

donde haya más oscuridad,

donde mi mar no pueda estar,

donde no pueda remediar

el tiempo que perdí.



 

lunes, 16 de mayo de 2016

Receso

Debido a importantes compromisos académicos y de trabajo me será muy difícil escribir los próximos lunes. Más temprano que tarde, regreso.

Carlitos

jueves, 12 de mayo de 2016

Chanel, el “centrismo”… y yo hablando de los vuelos nacionales

Por JS

Habana a tus pies

no sabría cómo amarte de otra forma

Habana a tus pies

pasa el tiempo y tu recuerdo no se borra.

Fito Páez

El título de este post también pudiera haber sido Las maneras de La Habana de rendir a sus pies o El distanciamiento del lirismo de Fito, para evidenciar con mayor claridad que en esta edición de Dialogando la canción-plataforma es solo un pretexto. Según Páez, es difícil amar a La Habana de otra forma que no sea ponerse a sus pies. Pero la capital cubana tiene las formas más directas, menos sutiles de rendirnos a todos.

El pasado jueves 5, que se extendió – por un rejuego temporal – hasta la madrugada del viernes, La Habana mostró en toda su fuerza su capacidad para rendir, por cansancio y silencio. En la Terminal No. 1 del Aeropuerto “José Martí”, se acumularon más de un centenar de personas lidiando con los “retrasos” de los vuelos a Holguín. Algunos, llevaban más de veinticuatro horas de espera; otros doce; los afortunados – entre los que me cuento – seis horas.

Claro que el cansancio no hizo mella de inmediato, pero generó una dinámica especial, de esas que se presentan normalmente como los esencialismos de la teoría y que nos han definido polos como Reforma y Revolución o Socialismo y Capitalismo. Pero era una dinámica otra, de nuevo tipo: uno de los polos cambiaba y el otro, permanecía inamovible. El movimiento se dio con la espera y las disyuntivas se expresaron en Preguntas-Silencio, Protesta/Reclamo-Silencio, Filmaciones-Silencio, Llanto de niños-Silencio (silencio simbólico como se entenderá), Cansancio-Silencio… Quizás para romper el ritmo, o para amenizar, en algún momento en las pequeñas pantallas de información se modificaban los horarios de vuelo, se cambiaba el cartelito En tiempo por Demorado, sonaba la metálica y casi incomprensible voz de la amplificación local, o algún trabajador de la Terminal la comparaba con La Coubre.

Siempre lo que queda es la solución, y en vísperas del Día de las Madres la gente deseaba sobre todo “llegar”. La Habana nos dijo adiós a las tres de la madrugada, nos tuvo a sus pies – a muchos – porque llega el momento en que las piernas y la columna no te responden. Probablemente no sabe el aliado que tiene en Cubana de Aviación para cumplir, literalmente y sin poesía, la visión tan idílica de Fito.

A mí al menos me dejó este guiño, y la oportunidad de percibir que durante más de un día, decenas de cubanos jerarquizaron los vuelos nacionales ante las discusiones de los palcos de Chanel, los cierres de Rápido y furioso y los vericuetos del posicionamiento espacio-político.

Habana

Habana a tus pies

no sabría cómo amarte de otra forma

Habana a tus pies

pasa el tiempo y tu recuerdo no se borra

Habana, tu piel,

oh, Habana, tu piel

Habana de pie,

tanto odio, tanto amor y tantas cosas

Habana de pie

sólo quiero naufragar hacia tus costas

Habana por qué

Habana por qué


Tu perfume tan extraño me apasiona

Habana, por qué,

entre el tango, el son y el mambo me devora

Habana, tu piel

Habana tu piel

Habana, yo sé

no podría yo jamás dejarte sola

Habana, doy fe

tu carruaje de delirios me enamora

Habana, por qué,

Habana por qué,

Oh, La locura de los que se perdieron en el mar,

las vidas rotas por la sangre aquí y allá,

No necesito de nada hoy,

solo embriagarme en tu ron

y así perder la razón

y abrazarte una noche más


Las serpientes al final, la inmensidad,

la terrible y poderosa soledad que se adueña del mundo

Si no elegimos vivir, yo querría morir

Morir en La Habana...

Habana a tus pies

no sabría cómo amarte de otra forma

Habana a tus pies

pasa el tiempo y tu recuerdo no se borra

tanto odio tanto amor y tantas cosas,

Sólo quiero naufragar,

sólo quiero naufragar

entre el tango él son y el mambo me devoras.


Habana tu piel,

tu carruaje de delirios me enamora,

entre el tango el son y el mambo

tu carruaje de delirios me enamora

tanto odio tanto amor y tantas cosas.

Habana tu piel

Habana de pie!

https://www.youtube.com/watch?v=OEwh2oDc4zE

 

 

lunes, 9 de mayo de 2016

Reconocer el enemigo real

"La sospecha corroe la cabeza mi gente,

Pero que no nos coma el corazón..."

Buena Fe

Por Carlitos

Tanto Cuba Posible, Cartas desde Cuba como La pupila insomne han hecho una gran contribución al debate público en nuestro país, a esa nueva forma de entender la política que poco conocíamos antes de abrirse paso (aun con sus límites) el fenómeno social de la blogosfera cubana.

Por eso la discusión de los últimos días, sobre todo lo referido a reforzar sospechas y denigrar al otro, parece un lamentable retroceso. No sé cómo se financia ninguno de ellos (y todos se financian de alguna manera), solo sé que el debate público es más saludable, que hay una mayor circulación de ideas y una mejor visibilidad de referentes y de nuestra izquierda desde que estos sitios, blogs, proyectos (y muchos otros como ellos) existen. Y la principal contribución es que existan todos, con su multiplicidad de visiones y plataformas.

Hace unos meses, ante una situación similar a raíz de la participación cubana en la Cumbre de las Américas, le escribí a un amigo diciéndole: lo que me molesta es que estemos gastando balas fajándonos entre los buenos.

Es muy sintomático que la derecha y los medios más rancios, tan amigos de amplificar la más mínima fisura, hagan mutis total cada vez que se producen fenómenos de este tipo. Déjenlos que se fajen entre ellos, dirán.

Pero aun cuando se exorcicen algunos demonios, este debate puede ser muy bueno si es capaz de ayudar a asumir de manera diferente el futuro, a sacar lecciones. El retroceso podría convertirse en un paso de avance.

El viernes pasaba frente a la televisión y una especialista invitada a la Mesa Redonda decía que el sectarismo es la incapacidad para reconocer el enemigo real. Me quedé embullado a ver de qué iba; era una Mesa dedicada a Antonio Guiteras, se resaltaba como fue víctima y cómo luchó contra este flagelo.

La incapacidad para dialogar entre "los buenos" es un problema acusado de las izquierdas en todas las épocas y latitudes. La historia, si para algo sirve, es para entender mejor el presente.  

El futuro de Cuba depende en gran medida de la habilidad política para generar consensos. Un país que se edifica en torno a una sola forma de pensar, podrá ser mejor o peor, pero no será un país para todos.

La democracia es un valor esencial del socialismo, no un medio para alcanzar otros fines. Expresa un escalón superior en el desarrollo de las personas como seres sociales, como dueños de la propiedad que más se ha robado a los de abajo: su futuro. Y democracia no es dar el poder a los que tienen la razón.

Si unidad representó sentar rodilla en tierra en los primeros años de la Revolución, marcados por la energía fundadora y la resistencia, unidad hoy significa capacidad para dialogar y avanzar juntos más allá de nuestras diferencias.

También con los mismos objetivos, debemos cambiar los métodos, porque el teatro de operaciones cambió radicalmente, probablemente (aun con todas las amenazas) para mejor. Es hora de dejar de padecer nuestra diversidad y comenzar a potenciarla.

lunes, 2 de mayo de 2016

Nuestros niños y una tarde de sábado

Por Carlitos

El sábado, como ya se ha hecho hábito, salimos un grupo de amigos con nuestros hijos. Los niños siempre en mayoría, esta vez: 6 a 4.

Fuimos al parque de Montebarreto a empinar papalotes. Sin embargo, los papalotes no duraron mucho, entre la poca habilidad de los papaloteros y una jauría de privados vendiendo de todo a precios increíblemente altos. En menos de una hora el salario de un mes de un trabajador estatal se puede ir en gozos que, a la larga, uno se pregunta si valdrán tanto la pena. Tratamos de estirar cuanto pudimos los juegos tradicionales infantiles, la novedad del "bosque" y en cuanto tuvimos un chance, agotados, salimos.

El ambiente vulgar y la comercialización excesiva de las opciones infantiles es algo que va creciendo en estos lugares. Más alarmante fue ver niños de unos 12 o 13 años (y quizás menos) trabajando en el alquiler de los caballos. Esta escena, que también vimos en Expocuba hace unas semanas, alerta sobre las aberraciones del mercado que no podemos permitir como sociedad.

Por suerte, la siguiente parada fue el teatro Guiñol, donde por menos de 40 pesos cubanos (en total), disfrutamos de una obra chilena de títeres espectacular, divertida, en intercambio permanente con los niños y llena de mensajes sanos. Rieron de lo lindo y luego de una hora sentados en una butaca de teatro protestaron porque querían más.

Bajo la prédica martiana aprendimos que si por alguien valen los sacrificios de una sociedad, es por los niños. Su felicidad representa la de sus familias, y la plenitud de su infancia moldeará los valores futuros del país.

Mucho se habla sobre las opciones de recreación de los adolescentes y jóvenes, pero poco debatimos sobre los espacios para nuestros niños, ese importante nicho de formación de sus relaciones sociales, sus habilidades, sus actitudes y afectos.

Los privados están llenando vacíos importantes en parques derruidos o mal mantenidos y en la generación de actividades culturales para fiestas y cumpleaños, pero no pocas veces en base al mal gusto y la reproducción del consumismo y la vulgaridad.

Si los recursos no alcanzan para reconstruir parques e instalaciones infantiles estatales (aunque se puede discutir qué otras cosas lo merecen más) es innegable la necesidad de dar mayor espacio a los privados. Pero en este caso, el Estado debiera promover las actividades y servicios más sanos mediante regulaciones, subsidios, exenciones de impuestos, o colaboraciones directas con este sector.

El mercado, como sabemos, busca en primer lugar generar ganancias; para que responda a otros objetivos hay que conducirlo.

Hay experiencias muy dañinas, pero también otras muy bonitas y gratificantes en el trabajo con los niños (estatales, privadas y conjuntas).

La cuestión, más que de recursos, es de intencionalidad, de entender la importancia de desarrollar una infancia plena para nuestros niños. Mucho adelantamos con seguridad, educación y servicios de salud de un alto nivel, pero eso no lo es todo cuando se quiere promover una alternativa a aquella fórmula globalizante, simple y creciente, de golosinas, videojuegos y juguetes nuevos.

Ahora que estamos pensando (como se debe) en planes de largo plazo, debiéramos incluir más que nunca la perspectiva de nuestros niños.