De todas las dimensiones que entraña el histórico anuncio del 17 de diciembre pasado resultan muy interesantes las posibilidades que se abrirían en para la Inversión Extranjera Directa (IED) de Estados Unidos en Cuba, teniendo en cuenta escenarios de diversos plazos, en un marco general postembargo.[1]
Tras una investigación sobre el tema, Maqueira&Triana, 2009 [2] pudimos identificar estos sectores potenciales de IED entre EEUU y Cuba, considerando esta dimensión temporal. En el corto plazo: turismo, biotecnología y extracción de petróleo. Para el mediano plazo, y en parte debido a los efectos multiplicadores de la expansión de los sectores anteriores y sus efectos sobre la demanda agregada, se identificaron las telecomunicaciones, el sector agroalimentario y la infraestructura de puertos; y en el largo plazo, el sector de insumos y dispositivos médicos.
Esta lista se derivó para entonces de valorar la experiencia de la IED en Cuba, los sectores y objetivos priorizados; las declaraciones de agentes no gubernamentales estadounidenses sobre sus intereses de invertir en el país; y la experiencia de la IED norteamericana en América Latina, en particular el caso de Costa Rica, del cual se extrajeron lecciones positivas y negativas.
Muchos cambios importantes se han suscitado en los últimos cinco años al respecto: en primer lugar la aparición de un nuevo orden legal para la inversión extranjera en Cuba.
El nuevo contexto…
Existen dos precisiones de concepto que son esenciales entre los cambios que ha promovido la reforma económica en Cuba respecto a la inversión extranjera, y que quedan explícitos en la nueva Ley 118. El primero tiene que ver con la concepción de lo que es la IED, y el segundo con sus objetivos. Para la anterior ley (Ley 77), las empresas mixtas, las de capital 100% extranjero y las asociaciones económicas internacionales (AEI) eran, al menos explícitamente, las formas reconocidas de IED. Los contratos de administración hotelera (CAH), por ejemplo, forma fundamental que adquirió el capital extranjero en el sector turístico, quedaba fuera de la definición, aun cuando a nivel mundial sí se reconocía ésta como forma de IED. La actual ley barre esa limitación, y reconoce como formas de IED las anteriores, pero esclarece y explicita que las AEI pueden contener, entre otros, a los CAH. La concepción se amplía.
Más importante aún, el discurso en torno a la IED antes de la reforma, otorgaba a esta forma de financiamiento un papel complementario a los esfuerzos de inversión nacionales, y por tanto estuvo condicionada al ámbito político, tanto interno como externo, y al impacto de la coyuntura internacional.
La nueva política, concibe a la IED como elemento activo y fundamental en determinados sectores y actividades económicas (Cuba: cartera de oportunidades 2014), reconociendo el impacto de esta fuente de financiamiento en la tasa de acumulación, así como la posibilidad de tributar verdaderamente a los objetivos de crecimiento económico.
Junto a estos importantes cambios en la concepción, la ley ofrece, respecto a la anterior, una serie de ventajas a los inversionistas, que no discutiremos aquí, pero que junto a la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, constituyen atractivos para intereses norteamericanos, incluidos los del sur de la Florida, que ven la posibilidad de un mercado con grandes potencialidades.
Aunque las declaraciones de empresarios estadounidenses, también de cubanoamericanos, e incluso de empresas norteamericanas, se han incrementado en los últimos meses, siempre han existido intereses de invertir en Cuba. Dos ejemplos solamente. En el año 2004, visitaron Cuba 281 empresarios estadounidenses, los cuales mostraron interés por sectores como la construcción de hoteles, la exploración y extracción de petróleo y gas, construcción de plantas eléctricas y producción de energía con la utilización del bagazo de caña de azúcar, construcción de equipos pesados y maquinarias, producción de medicamentos y construcción de barcos. En el año 2008, un reporte de IPS[3] señalaba los intereses de empresas estadounidenses de invertir en el sector de la extracción de petróleo, sobre todo después de que Cuba hizo públicas las posibilidades de yacimientos en la Zona Exclusiva del Golfo de México. Recientemente, las declaraciones de algunos empresarios apuntan a sectores como la industria azucarera y el tabaco.
Trazando un mapa general de intereses posibles, cada sector ofrece perspectivas:
- El turismo. En el sector turístico los beneficios parten de los efectos sobre la propia industria mediante la afluencia de turistas norteamericanos y cruceristas; lo cual generaría efectos importantísimos sobre la demanda agregada y sobre otras industrias debido a sus efectos multiplicadores. Es de los sectores que más proyectos presentó en la cartera 2014, y coincide con intereses expresos de empresas norteamericanas de invertir en la construcción de hoteles (Ej. Marriot); ofreciendo una variedad temática de proyectos importantes de comprobado atractivo a los turistas estadounidense, como son los campos de golf, las marinas y los parques temáticos, así como zonas poco explotadas en el centro y oriente del país.
- Exploración y extracción de petróleo. En este sector también pueden coincidir los intereses. Cuba presentó tres proyectos para la exploración de petróleo en aguas profundas, incluidos los bloques de la Zona Exclusiva del Golfo de México. Además de los intereses manifiestos, EE.UU. es el principal consumidor e importador de petróleo del mundo. En 2012, su consumo representaba el 20% del consumo diario de petróleo del planeta, aun cuando ha ido reduciendo tanto el consumo como las importaciones del crudo en los últimos años, mantiene su posición líder. La dependencia de este recurso, unido a las expectativas de agotamiento del mismo en el mundo, hace que los empresarios estadounidenses vean en esta actividad en la Isla la posibilidad de un abastecedor futuro a pocas millas de distancia. La existencia y perspectivas del puerto del Mariel y su ZEE le aportan incentivos que años atrás no existían.
- Agroindustria. En este sector también coinciden las intenciones de negocios. Además, una expansión del turismo norteamericano requerirá un incremento y diversificación de productos provenientes del sector para satisfacer el incremento de la demanda en el mercado interno. Las ramas beneficiadas en este sentido serían la industria azucarera y derivados, y la producción de insumos y equipos agrícolas. También pueden existir intereses en los cítricos, dado el historial cubano en estas producciones antes de la invasión de las plagas y la herencia productora que existe en el sur de la Florida. Más que competencia, podrían existir intereses comunes en desarrollar estas producciones y abarcar un espacio más grande del mercado. El tabaco, aunque es un sector donde sin dudas habrá intereses, es un poco más complicado, debido al saber hacer de los campesinos cubanos.
- Biotecnología. Las declaraciones que realizara el Dr. Agustín Lage a Oncuba el pasado 20 de diciembre son importantes para entender las potencialidades que este sector tiene y las oportunidades que representa para ambos países. Como en el resto de los sectores el intercambio comenzará seguramente por otras modalidades distintas a la IED, pero sin dudas constituirá un sector altamente atractivo.
- Telecomunicaciones. Entre las demandas de la población al respecto, y la necesidad de ampliar los servicios ante un boom de la demanda debido al auge del sector turístico, las telecomunicaciones constituyen un sector donde todos ponen un punto de mira, y que queda explícito en el discurso de Obama. No obstante, no hay señales de que el gobierno cubano pretenda perder el control monopólico sobre este servicio, por lo que las inversiones iniciales es probable se concentren en convenios de telefonía móvil, incremento de la infraestructura en equipamiento (computadoras, dispositivos, etc.) o en temas de conectividad. En este último se pudieran tomar rápidas acciones como promover la conexión de Cuba a redes de cables submarinos que rodean la isla.
Desafíos…
Para Cuba, enormes retos vendrán acompañados de todas las ventajas y potencialidades que implica la posibilidad de IED norteamericana en Cuba.
El primero, radica en la necesidad, y posibilidad, de orientar acertadamente los proyectos a los objetivos nacionales de desarrollo, sin dejar de ser atractivos y viables los proyectos de inversión. Sería favorable, sobre todo en términos de minimizar las afectaciones del mediano plazo sobre la balanza de pagos, priorizar la orientación exportadora y de sustitución de importaciones de la IED.
En segundo lugar, la IED proveniente de EE.UU., debe constituir un elemento más en la política diversificadora que debe seguir el país. La experiencia de la etapa neocolonial y posteriormente la relacionada con la URSS y más recientemente con Venezuela, aunque en condiciones históricas totalmente diferentes, demostraron que la dependencia económica, en cualquier condición perjudica a la economía en el largo plazo, aunque en el corto y mediano plazo se obtengan beneficios relativos muy favorables.
Por último, los límites inversionistas norteamericanos desde el gobierno o la empresa, estarán determinados por la obtención de rentabilidades positivas, y se efectuarán siempre que coincidan ambos intereses.
[1] La utilización de los términos embargo o bloqueo suscita posicionamientos diversos respecto al tema. No obstante, en el trabajo utilizaremos ambos términos indistintamente por no ser este un objetivo del mismo. [2] pp. 84-128. [3] IPS, 2008: "Resumen Económico Anual", Inter Press Service, 2008. Consultado en abril de 2009.*La autora es economista. Desde 2009 profesora de la Facultad de Economía de la UH. Actualmente estudia la Maestría en Economía del Desarrollo. FLACSO, Ecuador.
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