(Catalejo, el blog de Temas, 7 de enero de 2015)
Frank O. Mora. Director, Center for Latin American and Caribbean Studies, Florida International University, Miami.
Con el fin de seguir contribuyendo a la comprensión de la relación Estados Unidos-Cuba, Temas sometió a un selecto grupo de investigadores de ambas orillas este breve cuestionario, dirigido a estimar los desafíos del 17D y sus posibles secuencias, a corto y mediano plazos. Se inicia la publicación de esta serie en Catalejo, el blog de Temas, el 5 de enero, vísperas del aniversario 54 de la ruptura de relaciones diplomáticas. Con la intención de ampliar su alcance internacional, el contenido de esta serie comenzará a editarse también en inglés en los próximos días.
Temas: ¿Cuál es el significado de las nuevas políticas entre los Estados Unidos y Cuba? ¿Cuáles son las medidas decisivas adoptadas de ambas partes? ¿Qué próximos pasos serían clave?
Frank O. Mora: Este cambio en la política norteamericana hacia Cuba representa más que una modificación dramática en las relaciones interestatales Cuba-EE.UU. Probablemente tenga un impacto aun mayor en cómo los ciudadanos/residentes cubanos y norteamericanos se ven unos a los otros y se conectan entre sí como resultado de un incremento en la interacción entre las dos sociedades. Esta mayor relación pueblo a pueblo es probable que tenga un impacto en las relaciones interestatales, así como en la manera en que los cubanos se relacionan con su sistema político. El restablecimiento de relaciones diplomáticas es, por supuesto, un acontecimiento; pero las consecuencias más profundas de este cambio político es la medida en que creará condiciones, mediante la interacción sociedad-sociedad, para un cambio profundo en toda la línea. Será importante, tanto para La Habana como para Washington, continuar apoyando este esfuerzo mediante medidas que expandan la cooperación y los vínculos a nivel societal, como la reforma de las telecomunicaciones y su acceso en Cuba, lo que permitirá profundizar e institucionalizar el apoyo a la comunicación/conexión societal entre los Estados Unidos y Cuba. Será importante evitar que medidas coactivas o esfuerzos para impedir el empoderamiento de la sociedad cubana por la vía de las relaciones societales puedan frustrar este momento histórico.
Temas: El ejercicio de la política en los Estados Unidos y en Cuba estuvo condicionado por una confrontación permanente, el uso de la coacción por el primero, la situación de fortaleza sitiada de la segunda. ¿Cuánto cambiará ese cuadro a partir de las nuevas relaciones? ¿Qué caminos se deberían tomar para hacerlas avanzar; con qué ritmos?
Frank O. Mora: Es importante administrar las expectativas y entender que se trata de un proceso. El tipo de resultados que ambas partes quisieran alcanzar no son probables a corto plazo. Habrá obstáculos en el camino, pero es imprescindible que el proceso continúe avanzando y que La Habana y Washington no implementen acciones provocativas o disruptivas innecesarias, tales como la reciente detenciones y arrestos de miembros pacíficos de la sociedad civil durante la protesta #Yotambienexijo en Cuba; así como los esfuerzos, en Estados Unidos, de algunos opositores al presidente Obama para revertir o frustrar los cambios recientes en la política hacia Cuba. Si estas disrupciones pueden evitarse, mientras se continúa la construcción de confianza, esto contribuirá a modificar radicalmente el relato calcificado que ha dominado la relación durante más de medio siglo, para permitir cambios sustantivos dentro y entre Cuba y Estados Unidos.
Temas: ¿Cómo interactúan las nuevas políticas con las relaciones intrahemisféricas de ambos países? ¿Qué cambios podrían generarse en ese escenario, respecto al contexto actual?
Frank O. Mora: Esta es una pregunta importante. Respecto a la primera, uno de los resultados más relevantes del reciente cambio de política es el impacto que tendrá en las relaciones interhemisfericas. La visión tan propagada de que la política norteamericana hacia Cuba era un impedimento para una relación más productiva entre Estados Unidos y América Latina (que siempre consideré vana) ahora ha quedado descartada. La excusa presentada incluso por democracias de la región acerca de que los derechos humanos y la democracia en Cuba no deberían someterse a discusión, a causa de la política norteamericana, ya no es válida, si es que alguna vez lo fue. Por demás, la normalización de relaciones debería, de una vez por todas, terminar con la inclinación de algunos en la región, que han usado la ideología o el antiimperialismo como pretexto para desarrollar discusiones serias y sustantivas sobre desafíos/oportunidades clave enfrentados por el hemisferio, especialmente en las relaciones con Estados Unidos. Tener a Estados Unidos y Cuba juntos en la misma "mesa" con otras contrapartes hemisféricas facilitará no solo esa discusión, sino viabilizará esfuerzos para abordar cuestiones de seguridad, medio ambiente, políticas y socioeconómicas en el hemisferio. La Cumbre de Las Américas del 2015, en donde Cuba estará presente, ofrecerá la primera prueba de si los antiguos y estériles relatos acerca del imperialismo y el intervencionismo se pueden sustituir por una agenda más pragmática centrada en soluciones cooperadas a los retos comunes. Los presidentes de la Cumbre no deben evadir una discusión consistente sobre los desafíos que enfrenta la democracia y los derechos humanos en el hemisferio.
Temas: ¿Están preparadas las sociedades y las culturas políticas de ambos lados para este encuentro? ¿Cuáles son sus ventajas comparativas? ¿Cuáles sus principales déficits?
Frank O. Mora: No está claro qué quiere decir la pregunta con "preparadas". La cuestión depende de los objetivos y la programación mutuamente acordados, no tanto de la cultura política. Seguramente existe desconfianza entre los dos gobiernos, que requerirá tiempo y otras medidas de construcción de confianza (ver mi respuesta a la segunda pregunta), pero las relaciones entre las dos sociedades se han desarrollado hasta cierto punto (aunque no de una manera profunda y compleja), y por eso, resultan mucho menos difíciles de ampliar y profundizar, a pesar de las tensiones interestatales. En otras palabras, hay dos carriles que pueden desarrollarse en paralelo, aunque los vínculos societales pueden y deben progresar más rápidamente y sin interferencias. Las relaciones interestatales encontrarán más desafíos. Pero las medidas de construcción de confianza, junto al compromiso de no limitar la profundidad de las relaciones societales, debe contribuir, por su parte, a crear las condiciones para mejores relaciones entre La Habana y Washington. Un proceso de abajo hacia arriba tiene mayor probabilidad de tener éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agregue un comentario