Por: Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com)
Mucho ha cambiado el país desde la última vez que publiqué un post en La Joven Cuba. El 17D lo cambió todo y nada en nuestra relación con los Estados Unidos, un nuevo contexto para los desafíos internos que nos tocan porque para la percepción internacional, el balón ahora comienza a estar en la cancha cubana. Pero hoy no me referiré a eso sino al discurso político en el país, un tema pendiente por demasiado tiempo.
Si hacemos un experimento y comparamos una actividad política actual con otra de dos décadas atrás, es muy posible que el orden sea el mismo, incluso las reuniones siguen teniendo formatos similares. El desgaste en la forma utilizada por el discurso político es evidente, hay palabras y frases que han quedado condenadas porque de tanto repetirlas ya parecen ser retóricas, aunque sigan siendo tan ciertas como el primer día. Un buen ejemplo de ello es "el enemigo", que acaba de cambiar su estrategia hacia Cuba (aún queda por ver un cambio de intenciones) pero ha sido tan utilizada esta conjugación semántica que en el momento más importante de las relaciones Cuba-Estados Unidos algunos siguen insistiendo en utilizarlo testarudamente sin adaptarse a la nueva realidad de que hay que utilizar otro término sin que eso signifique que haya dejado de serlo en absoluto.
El mundo cambió, los cubanos fuimos evolucionando hacia otras posturas positivas y negativas, pero el discurso permaneció prácticamente inmóvil. Salvo la mirada respecto a la emigración, el trabajo por cuenta propia y otros aspectos, seguimos enfrascados en lo coyuntural sin mirar hacia delante. Lo peor de todo es que le hace el juego a una contrarrevolución según la cual la actualización del modelo que menciona Raúl es falsa, que es solo discurso vano. Cuando en realidad Raúl Castro ha logrado cambiar muchísimo este país que en un tiempo será irreconocible y yo diría que mayormente para bien.
Ya he señalado en otras ocasiones que el prejuicio que existe en muchos dirigentes respecto a las técnicas de comunicación de masas, ha provocado que estos aún teniendo la razón de su lado no sepan expresarse mejor y parezcan precisamente aquello que no son: demagogos. ¿Cuándo los medios cubanos podrán publicar también contenidos políticos más realistas que provoquen empatía en el público? Lo condenadamente políticamente correcto se ha cebado en nosotros, y no conozco un solo revolucionario en la historia que haya sido dócil o correcto en política.
Viendo la producción de ideología en el país me pregunto a menudo si le damos toda la prioridad que tiene en este momento generar ideas nuevas que tengan respaldo popular. ¿Será que el trabajo político ideológico ha sido un éxito en las últimas décadas? La definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando un resultado diferente, espero que los métodos y las personas que dirigen esto hayan variado con el paso de los años en vez de existir enquistamientos dañinos como ha sido recurrente.
El final del 2014 estuvo cargado de emociones y vi un concierto de Silvio donde se cantaban consignas nuevamente con el corazón, donde el terreno perdido ante las necesidades se ganaba nuevamente. Este es un país revolucionario en esencia pero el descuido y el desconocimiento pueden costarnos cosas que ahora damos por sentado.
No seré de los que se quedan callados por evitar buscarse problemas porque el día que sea así significa que todo está perdido o guardé mi carnet de la UJC en la gaveta. Me pongo en la piel de los dirigentes nuestros y reconozco lo difícil de sus decisiones pero hay cuestiones que son de sentido común. Así que por favor, a ver si además de actualizar la economía, podemos actualizar el discurso político para que este sea más creíble, el proyecto socialista cubano necesita algo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agregue un comentario