Un día antes de que se cumpliera un mes del 17 de diciembre de 2014 (17D), los Departamentos del Tesoro y de Comercio de los Estados Unidos dieron a conocer las nuevas regulaciones que se aplicarán a un conjunto de actividades económicas mutuas en varias esferas: viajes, remesas, finanzas, telecomunicaciones, comercio y transporte. Este paso también se produjo una semana antes del inicio de las conversaciones para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países que tendrán lugar en la Habana los días 21, 22 y 23 de enero.
Una vez más muchos observadores fueron sorprendidos por la celeridad y amplitud de las medidas adoptadas, hechas públicas el 16 de enero para entrar en vigor al día siguiente. Con ello, la parte norteamericana cumplió unilateralmente con la decisión del Presidente Obama acerca de "tomar pasos para aumentar los viajes, el comercio y el flujo de información hacia y desde Cuba." Las nuevas regulaciones afectan limitadamente algunas sanciones que son parte integral del bloqueo norteamericano contra Cuba y permiten actividades que han estado prohibidas durante más de 50 años.
Para comprender la envergadura de estas iniciativas vale la pena recordar algunos hitos clave en la historia de las sanciones económicas, comerciales y financieras que Washington le impuso al pueblo cubano desde 1962, con el objetivo de producir "hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno".[1] Como es bien sabido, la comunidad internacional las considera extraterritoriales, ilegales y unilaterales y el propio Presidente Obama ha reconocido su fracaso en más de una ocasión. El pueblo cubano, con su resistencia y pasión por su libertad e independencia, han logrado prevalecer en esta larga lucha que ha tenido distintos vaivenes.
El bloqueo norteamericano contra Cuba fue total entre 1962 y 1975. En esta última fecha, bajo creciente presión exterior, los Estados Unidos flexibilizaron las sanciones y permitieron comerciar con Cuba a subsidiarias de compañías norteamericanas en terceros países. Por la Ley Torricelli de 1992, que endureció el bloqueo en uno de los peores momentos del Período Especial, se revirtió esta flexibilización. En 1977 el Presidente Carter autorizó los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba, lo cual también fue revertido poco después bajo la administración de Ronald Reagan. En 1993-2000, el Presidente Clinton flexibilizó los viajes de norteamericanos a Cuba, medida revertida por el Presidente George W. Bush en el 2003. Sin embargo, el propio Clinton firmó en 1996 la Ley Helms Burton. Tanto ésta como la Ley Torricelli han codificado las sanciones y las han convertido en leyes que sólo pueden ser modificadas por el Congreso.
Las nuevas regulaciones implantadas ahora por la Administración estadounidense son más amplias y profundas que cualquiera de las anteriores y obedecen a una política de rectificación del error histórico del bloqueo. El Primer Mandatario además ha dicho claramente que se opone al mal llamado embargo y ha instado al Congreso a trabajar con su gobierno en función de su levantamiento total. Ello ha sido acompañado por un paso audaz y sin precedentes, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con lo cual está reconociendo la legitimidad del gobierno cubano, a lo que Washington se ha negado desde la ruptura de los vínculos diplomáticos el 6 de enero de 1961. Finalmente, todas estas medidas han sido acompañadas por la promesa de que Cuba será retirada de la lista de Estados promotores del terrorismo, lo cual implica también el levantamiento de ciertas sanciones financieras que han sido muy perjudiciales.
Sin ser economista ni experto en estas materias y vista desde la perspectiva de un ciudadano cubano común que ha sufrido la política norteamericana, me atrevo a adelantar consideraciones prácticas sobre algunos de los aspectos que esta nueva política revierte y/o transforma.
Aunque no existe consenso entre los especialista sobre el monto de las remesas que se envían desde Estados Unidos hacia Cuba, sí hay coincidencia en que las mismas han jugado un papel significativo en paliar las carencias de las familias cubanas a partir de la crisis provocada por la pérdida del mercado socialista a principios de la década de 1990. En fecha más reciente, hay también concomitancia en que una parte sustancial de la activación del sector no estatal, que se ha convertido en un componente importante de la actualización del modelo económico cubano, ha sido facilitada por inversiones que han usado fondos provenientes de esta fuente.
Las nuevas regulaciones aumentan el monto de lo que es posible enviar a Cuba legalmente de US $500 a $ 2,000 trimestralmente. Aun admitiendo que muchas de las remesas llegan a Cuba por vías irregulares y fuera del control y supervisión de ambos gobiernos, Manuel Orozco, uno de los más reconocidos especialistas sobre el tema, calcula que ello puede significar un ingreso adicional de $ 370 millones de dólares en este año. Este monto será un significativo aporte adicional al proceso de actualización del modelo económico cubano, tanto si los recipiendarios lo utilizan para nuevas inversiones como si lo usan para el consumo o el ahorro.
Por su parte, el terreno de los viajes es uno de los de mayor visibilidad de las nuevas regulaciones. Al propio tiempo, siempre ha sido la más vulnerable de todas las sanciones, porque embarga no sólo una de las más perjudiciales para Cuba, uno de cuyos pilares de desarrollo desde la década de 1990 ha sido el turismo, sino porque significa una clara violación de los derechos constitucionales de todos los ciudadanos de Estados Unidos.
Además, la prohibición de que se viaje a Cuba contrasta con la absoluta libertad de hacerlo que tienen los cubano-americanos. Sin ser una liberación absoluta del turismo, las flexibilizaciones adoptadas por las nuevas regulaciones significarán también un importante ingreso para la economía cubana, tanto para su sector empresarial estatal (compañías de viajes, hoteles, algunos restoranes), como para el no estatal (paladares, artesanía, cooperativas de transporte).
Es indudable que aquí también se producirá un incremento de los ingresos en divisa libremente convertible para múltiples sectores de la economía nacional.[2]
Aunque buena parte de las medidas anunciadas han sido rodeadas de un discurso que a muchos nos puede parecer subversivo, es necesario enfocar todo con un conocimiento mejor sobre Estados Unidos y con la seguridad de que ese reto también podrá ser enfrentado por nuestra sociedad.
Muchos colegas cubanos y extranjeros, solidarios con la lucha de nuestro pueblo e inscritos en sectores progresistas de izquierda, tienden a ver estas medidas como un simple cambio de métodos y a interpretarlas como una inteligente movida de Washington para conseguir el mismo objetivo por otros medios. Esta apreciación que tiene suficientes bases objetivas, puede estar basada en una mentalidad de "plaza sitiada" que sería conveniente reexaminar, revisar y abandonar. También apunta que el bloqueo sigue existiendo en las Leyes Torricelli y Helms Burton y en las regulaciones de la Oficina de Control de Bienes Cubanos del Departamento del Tesoro.
Esta hipótesis tiene varios fundamentos que quizás habría que cuestionarse, ofreciendo interpretaciones alternativas.
Un primer elemento es que no explica la virulenta reacción de los más acérrimos enemigos de la Revolución Cubana contra las medidas de Obama. No se trata sólo de Marco Rubio y los demás Senadores y Congresistas cubano-americanos. Me refiero también, por ejemplo, a un artículo de ese inveterado ideólogo de la contrarrevolución, Carlos Alberto Montaner, publicado en El País el 15 de enero, titulado Los cinco errores de Obama en su nueva política sobre Cuba. Para este señor, lo más grave que ha hecho el Presidente norteamericano es traicionar a la mal llamada disidencia: "Obama ha contribuido insensiblemente a debilitar a la oposición."
El otro elemento a considerar que no siempre es apreciado en su justa medida es la reiterada idea de que el Estado imperialista norteamericano es un "actor racional único", capaz de elaborar estrategias sin contradicciones ni errores. Para muchos de los que sostienen esta idea Obama no ha cambiado nada, ni la estrategia ni la táctica. Es un reacomodo que ha tenido lugar sin mayores problemas. Me permito disentir de esa apreciación.
Existen en Estados Unidos al menos cuatro perspectivas distintas sobre la política hacia Cuba: los partidarios del cambio de régimen por medidas coactivas (el bloqueo como centro); los partidarios del cambio de régimen por medidas subversivas (para que estas funcionen hay que levantar el bloqueo); los partidarios de hacer avanzar los intereses de Estados Unidos con cualquier gobierno que exista en Cuba, en la esperanza de que al final Cuba evolucionará hacia algo parecido a un supuesto "capitalismo democrático"; los simpatizantes del proyecto cubano que abogan por una política de amplia cooperación. Hasta el 17D la política estuvo dominada por el primer grupo (aún cuando es minoritario). Después del 17D ganaron terreno los otros tres grupos, prevaleciendo el segundo y el tercero. Aquí el problema es que dada la cultura política dominante en Estados Unidos y el peso de la historia, los partidarios de la tercera opción siempre la justifican con el discurso de la segunda. Eso es lo que ha pasado.
Pero esa política no está fijada en piedra. De hecho muchas medidas, justificadas en términos de "hacer avanzar los valores norteamericanos", funcionan exactamente al revés y hombres tan inteligentes como Barack Obama o John Kerry lo saben. Los viajes de norteamericanos a Cuba son un ejemplo de ello. Se defienden con la consigna de que "los mejores embajadores del modelo norteamericanos son los propios ciudadanos norteamericanos" pero en el fondo se sabe que por lo general lo que cambia cada vez que un estadounidense nos visita es exactamente lo contrario: ver a Cuba de una manera diferente.
Lo cierto es que las nuevas regulaciones de los Departamento del Tesoro y de Comercio, sin lograr levantar el bloqueo, favorecen en un alto por ciento los objetivos que se ha propuesto el gobierno cubano en los Lineamientos aprobados en el último Congreso del Partido al aliviar considerablemente la presión financiera y económica que las sanciones norteamericanas ejercen sobre la sociedad cubana. Por otra parte, habría que considerar que quizás lo que más conviene a los intereses de Cuba es un levantamiento gradual del bloqueo, cuyo primer paso son estas nuevas regulaciones, pues nos permite adaptarnos a una situación nueva e inédita.
Este trabajo, ya largo de por sí, no agota el tema. Esta semana comenzará el prolongado trayecto hacia la normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos que puede no terminar nunca. Si es cierto el viejo proverbio chino de que todo largo camino comienza con un pequeño paso, puede decirse que en este caso se ha dado un paso importante y significativo que facilita el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Por el momento me permito terminar con una cita de Fidel Castro en abril de 1959 en Washington, cuando viajó a esa capital para lanzar lo que entonces se llamó "Operación Verdad":
"Cuando algunos me preguntan cómo, si no venimos por dinero, pueden los Estados Unidos ayudarnos, les contesto: en primer lugar, con un trato justo y, en segundo lugar, con una justa comprensión de las cosas que necesitamos. Si los turistas van a Cuba, si los hombres de negocios quieren ir a Cuba, les brindamos garantías y buenos beneficios. Pero si se lanzan campañas contra nosotros, los turistas dejarán de ir a Cuba."[3]
[1] Document 499, Memorandum From the Deputy Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Mallory) to the Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Rubottom), April 6, 1960, Subject: The Decline & Fall of Castro, en Department of State, Foreign Relations of the United States, 1958-1960, Volume VI, Cuba, United States Government Printing Office, Washington D.C., 1991, pág. 885.
[2] Sobre este tema, recomiendo el excelente artículo del Profesor Antonio Díaz Medina, de la Facultad de Turismo de la Universidad de la Habana, publicado recientemente en el blog Catalejo de la revista Temas: ¿Vendrán más norteamericanos a Cuba en 2015? Un examen sobre el alcance de las medidas recientes.
[3] C.S.M., Resumen de un Viaje (Textos Taquigráficos de los Discursos que Figuran Insertos), La Habana: Editorial Lex, 1960, páginas 54-55. Este libro de 1960 recoge todos los pronunciamientos de Fidel Castro en su viaje a Estados Unidos en abril de 1959. Sólo aparecen C.S.M. como las siglas de su editor. Es lícito suponer que se trata de Celia Sánchez Manduley.
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