Por Reynaldo Cruz, Blog Universo Beisbol
Las recientes declaraciones hechas por el vicepresidente de Actividades Deportivas, Jorge Polo, en las que dejaba claro que ningún "traidor" podría volver a vestir la chamarreta de la selección nacional —excluyendo virtualmente del Clásico Mundial de Béisbol de 2017 a figuras como Aroldis Chapman, Yoenis Céspedes o José Dariel Abreu— echaron un balde de agua fría encima de aquellos que pensaron en un acercamiento, luego de que Cuba y Estados Unidos se sentaran a la mesa a intentar resolver sus diferencias.
Obviamente, el término de "traidor" para referirse a un atleta que abandonó su selección nacional para jugar en las Grandes Ligas, o que simplemente salió del país de manera legal o ilegal para ir en busca de la Gran Carpa está fuera de contexto, desactualizado, y suena sin lugar a dudas a Guerra Fría o Crisis de Octubre.
No lo tomen a mal, que es evidente que a nadie le gusta ver cómo sus mejores talentos se marchan del país, pero tampoco podemos tapar el sol con un dedo, y pretender que todos los que se van lo hacen todos en busca del dinero o en busca de la gloria de las Grandes Ligas. Los cambios que se han venido realizando últimamente (permisos de contratación, aumento de salario) con el béisbol cubano constituyen la máxima evidencia de que la situación anterior no era la más adecuada, y vienen en cierto modo a contrarrestar —aunque este no ha sido para nada el efecto— el éxodo de talento hacia el exterior.
Y claro, está el problema del descontento, y no de ese descontento motivado por los bajos salarios, porque el dinero no alcance o por no poder firmar un contrato en el exterior: el descontento de ser totalmente menospreciado y ver como otro atleta de calidad inferior es quien se pone la casaca del equipo Cuba —esa misma que luego no le permitirán vestir por ser un "traidor"— y representa al país en el exterior.
Este ha sido sin lugar a dudas uno de los asuntos más polémicos del béisbol cubano, pues la aspiración máxima de muchos siempre fue llegar al equipo Cuba, y no hay nada que haga más daño a la autoestima, a la esperanza, a la fe que saber que uno es el indicado, pero el escogido o privilegiado es otro. ¿Qué queda entonces? ¿Cuántos atletas han abandonado el país por esta causa u otras similares?
¿Quién podría catalogar de traidor por ejemplo a Michel Abreu, luego de dar jonrones a diestra y siniestra y ser siempre excluido de la selección nacional (al ser entrevistado en 2013 por Universo Béisbol, declaró llevar siempre a Cuba en el corazón)? ¿Quién podría catalogar de traidor a alguno de estos peloteros pinareños que saben que pueden jugar en la Serie del Caribe y se quedarán en la banca o peor, en casa?
Alguien podría perfectamente responder que algo bien desprendido sería que el atleta debería poner a su equipo y a la nación por encima de sus deseos personales, pero ¿acaso quien elabora un conjunto no pone sus deseos o su criterio personal por encima de los intereses de la nación? ¿Acaso los directivos del béisbol cubano no desesperan tratando de buscar soluciones a corto o cortísimo plazo para salvar sus cuellos, su reputación o su credibilidad y afectan al futuro del béisbol cubano en el proceso? ¿Acaso llevar a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz a hombres como Frederich Cepeda, Yulieski Gourriel, Alfredo Despaigne o Héctor Mendoza no fue un golpe de fuerza, cuando lo que debían hacer era darles un descanso, más aún si tenían la intención de que fueran también a la Serie del Caribe?
Otros casos más poderosamente preocupantes han ocurrido y seguirán ocurriendo, que han hecho que algunos tomen la decisión y otros no lo hagan:
- La suspensión de por vida de Rey Vicente Anglada por "vender juegos", y luego esta misma afirmación se contradijo cuando le dieron las riendas del equipo nacional. Conclusión, alguien mintió, porque yo no le daría el equipo del país a una persona que vendió juegos y se vinculó con apostadores, y no me parece que quien tomó esa decisión crea en "rehabilitaciones", pero sí puede creer en "compensaciones"… o en "conspiraciones".
- La suspensión de por vida de Gabriel Pierre, y este elemento no es tan violentamente chocante de no ser porque luego le "pasaron la mano" a Lisbán Correa por algo muchísimo peor (suspensión por el resto de una temporada que estaba ya en fase de Play Off) y a Demis Valdés por intento de homicidio (suspensión por un año natural).
- La constante omisión del equipo nacional de figuras como Michel Abreu, Luis Miguel Rodríguez, Alexander Ramos, Lázaro Junco y muchos otros cuyo rendimiento era más que excepcional, para favorecer a otros con no tan buen desempeño.
- La repentina, injusta y arbitraria exclusión de Frederich Cepeda del roster del equipo Cuba a la Copa Intercontinental de Taichung 2010, por razones que aún se mantienen en una nebulosa.
- La misma suspensión a Freddy Asiel Álvarez, un tanto excesiva, luego de que se salieran de control una serie de cosas, estimuladas precisamente por la dirección nacional de béisbol —sin comentarios—, y recibir casi la misma pena que su agresor, Demis Valdés, quien de paso golpeó con un bate a Ramón Lunar.
- La exclusión del equipo holguinero de Raudelín Legrá, luego de su regreso de Francia, luego de jugar en el mismo equipo que el granmense Ciro Silvino Licea, quien por cierto, está lanzando en esta Serie Nacional, porque la dirección del béisbol en Granma sabe lo que hace.
Estos ejemplos son apenas la punta del iceberg, y hay muchos más que no han sido mencionados, por no contar con elementos, información o conocimientos suficientes, o porque sencillamente la veracidad no se ha comprobado.
Lo cierto es que siempre hay al menos dos versiones de una historia, y que si bien muchos de los peloteros que han abandonado el país no son santos —nadie lo es, para comenzar—, la Federación Cubana de Béisbol no ha obrado con toda la transparencia o buena fe que deberían haber mostrado, y ha funcionado en muchas ocasiones como combustible para que los jugadores tomen el camino menos complicado para su futuro como atletas y su futuro después que termine su carrera deportiva.
No podemos olvidar, después de todo, que la vida es una sola, y resulta corta, efímera y frágil… y que la carrera deportiva de un atleta es más corta, efímera y frágil aún, como para esperar a que se retire el "establecido" en su posición y así poder jugarla en el equipo nacional. En las Grandes Ligas, no tienen que esperar: si son mejores, juegan, y si no juegan son transferidos a un equipo donde lo dejen jugar por algún otro jugador que le haga falta a su club original. Si no lo son, simplemente son desechados o descartados, y pasan a engrosar los rosters de las ligas invernales latinas o de los equipos que participarían en las Series del Caribe.
Esa es una cuenta que todos ellos saben ya sacar, y una conclusión a la que se les hace cada vez más fácil llegar. Ahora, que logren o no incursionar en las Mayores es otra historia muy distinta.
Lo que sí no es distinto, y tiene que cambiar es precisamente nuestra posición para con ellos, olvidarnos de la traición porque después de todo no se trata de figuras con una posición política, sino de personas que tomaron la decisión de irse a otro lado, como mismo la han tomado artistas que hoy han sido bienvenidos y han actuado nuevamente en Cuba sin resentimiento alguno o sin que nadie les llame traidores. Más que hacer de esto la excepción, debería constituir la regla. No es lógico que más de una persona los llame "víctimas de las circunstancias" y que otras les digan "traidores".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agregue un comentario