LA HABANA. El performance "artístico" que planeó realizar Tania Bruguera en la Plaza de la Revolución, este 30 de diciembre, fue la primera de las muchas zancadillas que habrá de recibir el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, después de que el pasado 17 de diciembre Washington y La Habana hicieron pública esa voluntad.
La hora de la cita en el penúltimo día del año llegó y la Plaza continuó como estaba, soleada y muy poco concurrida. A lo lejos un grupo del siempre nutrido contingente de periodistas de medios extranjeros, aguardaba a los convocantes, que no llegaron. La detención domiciliaria y el arresto de algunos de los activistas que presuntamente "actuarían" en el performance de la Bruguera, congeló la propuesta que encerraba una provocación.
Desde que se dio a conocer la iniciativa por parte de la plataforma #Yotambienexijo se veía venir un escenario de confrontación y violencia, que podía haber tenido consecuencias muy difíciles.
Tania Bruguera, que arribó el sábado a La Habana, había recibido por parte del Consejo Nacional de Artes Plásticas la alternativa de mudar su performance hacia el Museo Nacional de Bellas Artes, un espacio no politizado; pero no la aceptó.
Lo sucedido en torno a esta "acción artística" que no atrajo a personas "de a pie", y que además fue malograda por las varias detenciones de activistas disidentes –como al parecer ha sido el caso de A. Rodiles, E. Ávila y R. Escobar– fue también una muestra concentrada de lo complejas que se volverán las estrategias políticas, ahora que supuestamente terminó el enfrentamiento directo entre los dos gobiernos y que pasamos al terreno de las voluntades solapadas.
Querer montar una tribuna en uno de los espacios más simbólicos del relato épico de la Revolución cubana, sin su autorización y a contrapelo; e instar a que surja allí una tribuna de protesta al estilo Tahrir, en Egipto, Maidán, en Ucrania u Occupy Wall Street, en Nueva York, suena a intento de abofetear en los cachetes respectivos no solo al gobierno cubano, sino también a la parte del gobierno de Washington que está buscando desmontar la cara brutal que ha tenido la política hacia Cuba por más de 50 años. La provocación buscaba represión, no verdadero diálogo.
La jerarquía isleña actúa ahora sabiendo que el gobierno norteamericano modificó el método, y no el objetivo, de "cambio de régimen".
Bruguera y sus patrocinadores han conseguido unos minutos de televisión y un rato de trending topic, en estos festivos días de fin de año. De paso propiciaron que muchos medios de comunicación reafirmen la imagen de las autoridades del archipiélago como limitadores de la libertad de expresión. No por gusto la bloguera disidente Yoani Sánchez felicitó con antelación en la tarde de hoy a la Bruguera: "le transmití que parte de su performance ya se ha hecho al revelar la censura".
A solo días de haber inaugurado esta nueva etapa de relaciones bilaterales, el gobierno de Cuba tiene ante sí otra vez los mismos problemas: ¿Cómo asegurar gobernabilidad y soberanía frente a enemigo tan poderoso? ¿Cómo tramitar el deseo/derecho de libre expresión de cualquier cubano?
Esta saga solo acaba de comenzar. Es muy probable que regresen una y otra vez estas escaramuzas. Y habrá que ir tanteando nuevos tipos de respuestas que tiendan cada vez más a aliviar la hostilidad y ampliar los márgenes de tolerancias entre todos los concurrentes, mientras el juego sea limpio.
Hoy es un día lamentable donde imperó la rabia. Tania Bruguera no aparece aún al cierre de esta nota. Los activistas comienzan el reclamo por ella. Y da la impresión de que se abre otro círculo de ambigüedades, opacidades, distorsiones, de todos los lados… Justo lo que el pueblo cubano no merece, al pie de un año nuevo que debería ser, al menos en su alborada, un remanso de paz.
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