Tomado de Ria Novosti, por Leonardo Padura
Una enorme marina, capaz de albergar unas mil embarcaciones de recreo, se ha construido en el extremo de la península de Hicacos, donde señorea la playa de Varadero y, gracias a ella, el polo turístico más importante de Cuba por la cantidad de hoteles y habitaciones que posee.
A unos 200 kilómetros al este del balneario, en la bahía de El Mariel, se ha inaugurado un puerto para supertanqueros y manejo de grandes contenedores, en cuyo entorno se ha creado una "Zona Especial de Desarrollo" en la que, se espera, funcione una zona franca que albergará incluso diversas industrias.
Mientras, un poco más al norte, en la redacción del influyente The New York Times, casi con una frecuencia semanal han ido saliendo editoriales –no artículos, sino editoriales– en los que se forma directa o indirecta, convincente o contradictoria, el gran tema es la necesidad de que termine o se flexibilice el embargo decretado por Estados Unidos sobre Cuba, convertido incluso en Ley desde la década de 1990. El reclamo al presidente Barack Obama de que haga algo respecto al viejo instrumento de presión creado para terminar con el proyecto socialista cubano tiene un argumento fundamental: más de 50 años de bloqueo no han logrado el objetivo de acabar con el sistema cubano y los norteamericanos deberían tener el derecho de visitar Cuba libremente.
Desde que asumiera la presidencia, hace ya seis años, Obama derogó toda una serie de restricciones que impedían la más fluida relación personal y hasta económica entre las familias cubanas ubicadas a uno y otro lado del Estrecho de la Florida, y se incrementó el número de visados concedidos a los moradores de la isla. Pero, al mismo tiempo, durante su gobierno ciertos instrumentos del embargo (algunos de carácter extraterritorial estadounidense) se han hecho aún más activos, especialmente en el terreno de las finanzas y las bancas, con multas aplicadas y amenazas de las cuales se cuidan incluso los comerciantes chinos, que están entre los más cercanos a Cuba y entre los más interesados en explotar las posibilidades que la isla pueda ofrecer: ahora y mañana.
En el mundo de la opinión sobre la relaciones Cuba/EEUU todo el mundo tiene una conjetura respecto a lo que está ocurriendo y respecto a lo que pueda ocurrir. Pero las opiniones y especulaciones no cambian la realidad, aunque en la realidad ya se advierten señales de que se espera que algo ocurra en el proceso de deshielo de los vínculos comerciales y financieros entre los dos países, incluso en los diplomáticos. Y por el lado cubano ahí está el puerto del Mariel y su Zona Especial de Desarrollo, pero, sobre todo, los atraques ahora (todavía) vacíos de la gran marina construida en Varadero para ¿recibir a quién?
Aunque el destino final del embargo parece decretado –no es para nada casual esa andanada de editoriales de The New York Times– su desmontaje no resulta fácil para el presidente norteamericano, pues la decisión final no es solo suya, por tratarse de una ley del país. Pero, dentro de ese marco legal, sí son suyas determinadas prerrogativas que podrían quitar algunos de los ladrillos del muro, y por ello casi todos los analistas coinciden en que el primer paso podría ser, precisamente, el levantamiento de la prohibición de viajar a Cuba que pesa sobre los ciudadanos norteamericanos –además de otras tan agresivas como la inclusión de Cuba en la lista de los países promotores del terrorismo.
De producirse esa decisión por parte de Obama, el flujo de norteamericanos que por deseos, curiosidad y hasta morbo puedan viajar a Cuba deberá contarse en millones. Además de toda la carga histórica, cultural y política que movería esa avalancha, está el hecho cierto de que Cuba es, a no dudarlo, el país más seguro de América Latina para cualquier visitante y ese es un valor turístico de los más apreciados.
¿Y Cuba está realmente preparada para un movimiento así? En las últimas dos décadas el desarrollo de las instalaciones turísticas cubanas ha sido exponencial en cuanto a cantidad de habitaciones y opciones. Pero, a la vez, la calidad de la oferta turística de la isla aún dista bastante de la que ofrecen otros países del área y que suelen exigir los norteamericanos (entre otras razones por el 10-15% que por concepto de propina añaden a los servicios que reciben). Y el problema no está en el factor humano, pues el empleado de turismo cubano es, posiblemente, uno de los más instruidos del mundo, ya que muchos profesionales han emigrado a este sector atraídos por las ganancias individuales que reportan, sin duda mayores que las ofrecidas por los salarios oficiales cubanos. El quid de la cuestión parece estar en la calidad de lo material: alimentos, bebidas, comodidades (aire acondicionado, ascensores, etc.) que muchas veces están muy por debajo de los estándares admisibles.
Pero, como un ejército silencioso, también el sector privado cubano, especialmente el relacionado con la gastronomía y el alojamiento parece prepararse para la posible avalancha. Por ello, en los lugares privilegiados de ciudades como La Habana crecen y se multiplican restaurantes que, sencillamente, no están diseñados para los consumidores cubanos –en primer lugar en virtud de sus precios y, a simple vista, por las inversiones que sus propietarios han realizado en ellos. Al mismo tiempo se preparan y abren hostales o apartamentos para la renta, que esperan realizar su gran cosecha con una multiplicación del número de visitantes a Cuba que podría provocar el levantamiento de las restricciones norteamericanas a los viajes de sus ciudadanos.
¿Todos esos preparativos, todos esos editoriales, todos los reclamos históricos del gobierno cubano y hasta de la comunidad internacional tendrán al fin una recompensa? El aire que se respira parece decir que sí. El silencio presidencial norteamericano –un gobierno enfrentado a otros muchos y muy complejos desafíos– alimenta la duda. Por lo pronto el embargo/bloqueo sigue en pie, aunque no se detengan los preparativos ni se pierdan las esperanzas de ver el fin de algo que, para los cubanos de a pie, ha sido una de sus pesadillas más dilatadas en el tiempo.
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