Tomado de La Voz, por AP
Pánfilo, el anciano protagonista de un programa de humor semanal en la televisión cubana, tiene una tubería rota. Cuando una funcionaria del sector le dice que se la arreglarán dentro de seis meses, Pánfilo le regala un champú y la reparación se adelanta para el día siguiente.
Al llegar para la reparación la funcionaria tiene el pelo quemado: resulta que el champú está hecho con materiales robados y adulterados.
"Corrupción de funcionario, robo organizado y falsificación, todas estas críticas juntas, eso es inédito en todos estos años en la televisión cubana" comenta Alejandro García "Virulo", fundador del Centro Promotor del Humor.
Una nueva ola de humoristas cubanos empezó a plantear los problemas de su sociedad en espectáculos en vivo y en la televisión, algo inimaginable hace unos años con un gobierno poco tolerante al disenso.
El comediante Luis Silva, de 36 años, le da vida a Pánfilo, un hombre de la tercera edad que estelariza el programa "Vivir del cuento".
Armado con un sombrero viejo, pantalones con tirantes, camisa de cuadros y zapatillas usadas, Pánfilo es hoy uno de los personajes más populares en la isla. Cuba no suele revelar información de ratings, pero "Vivir del cuento" es uno de los programas que han permitido a la televisión estatal luchar contra programas estadounidenses subtitulados.
Los martes a la mañana los cubanos suelen hablar sobre los chistes del programa de la noche anterior. Los admiradores llenan teatros en La Habana y otras ciudades para ver los espectáculos en vivo de Silva y comediantes con estilos parecidos. Esperan horas para comprar sus boletos de 20 pesos (80 centavos de dólar).
Para el humorista Carlos Gonzalvo hubo una apertura. "Se permitió trabajar la sátira social en los medios, desde la pérdida de valores de la educación formal hasta que el salario no alcanza", señala.
El gobierno siempre permitió cierta libertad artística para la crítica, como en películas como Juan de los muertos, pero la manera en la que los comediantes ríen de las penurias de la vida diaria en Cuba era inimaginable en un medio público o en una presentación regulada por el Estado.
"Hace 10 años esto era impensable, estos temas complicados de la sociedad cubana no se tocaban en la televisión", dice Gonzalvo, quien interpreta a Mentepollo, un sabelotodo parlanchín y autosuficiente, en el programa semanal "Deja que yo te cuente".
El cambio no fue radical. Entre los humoristas se mantiene "un respeto básico a figuras" del sistema.
"Tenemos respeto a lo que representan Fidel y Raúl como figuras emblemáticas. Ahora, también creo que la Revolución tiene un montón de problemas que hay que resolver", señala "Virulo".
"Los humoristas no estamos para solucionar problemas, estamos para mostrarlos. No señalamos los problemas que tienen las instituciones, sino los que tienen los hombres que trabajan en ellas y somos parte de un proceso que hay en marcha en Cuba", agrega.
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