LA HABANA – El exdiplomático cubano Jesús Arboleya Cervera, quien fue cónsul en Washington en uno de los momentos más tensos entre Cuba y Estados Unidos a finales de la década de 1970 y principios de 1980, admite estar sorprendido con el alcance de los acuerdos que darán paso a la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Arboleya Cervera, quien ganó el prestigioso premio Casa de las Américas el año pasado por su ensayo histórico-social "Cuba y los cubanoamericanos. El fenómeno migratorio en Cuba", concedió una extensa entrevista a El Nuevo Día, en un encuentro que comenzó a pasos de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en este país.
Esta oficina, ubicada frente a El Malecón de La Habana, está en vías de convertirse en la nueva embajada estadounidense en esta capital caribeña, una vez se vayan concretando los acuerdos alcanzados por los gobiernos de Cuba y Estados Unidos que fueron anunciados al mundo de forma simultánea el pasado 17 de diciembre.
Arboleya Cervera, quien es profesor de la Universidad de La Habana y del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, vaticinó que en la próxima Cumbre de las Américas a celebrarse en Panamá podría darse la tan esperada reunión cara a cara entre Raúl Castro y Barack Obama en el marco de las nuevas relaciones bilaterales.
¿Qué recuerda de su época como diplomático en aquel momento tan crítico para las relaciones entre Cuba y Estados Unidos?
Yo estuve primero en Nueva York en el año 72. Después me fui permanente, entre finales del 74 y principios del 75, a atender la Comisión de los Asuntos Sociales y Humanitarios de la ONU. Precisamente, por estar en esa comisión yo me vinculé mucho con el tema migratorio, que era uno de los temas que trataba la comisión. Y ahí acabé vinculado con los emigrados cubanos. En ese periodo es el famoso diálogo que convoca Fidel (Castro) con representantes de la comunidad cubana en el exterior. Entonces, me dan la tarea de buscar la gente, ver quién quería venir, etcétera. Las secciones de Intereses se crean en 1977 y yo debo haber llegado a Washington a finales del 79 como cónsul de Cuba en Washington. Fue una época muy complicada. Yo voy en el 72 y está Nixon. Cuando yo llego en el 75 está el gobierno de Ford y había conversaciones secretas con Cuba. En el 76, Carter gana las elecciones y fue un periodo de mucho acercamiento con Cuba y de mucho auge de terrorismo cubano en Estados Unidos. Y uno de los blancos más importantes eran las embajadas de Cuba, primero en Nueva York y luego en Washington. Ahí mataron a Félix García, que era uno de los diplomáticos compañeros nuestros allí en la ONU. También fue el periodo en que mataron a Carlos Muñiz Varela en Puerto Rico y a otras muchas personas. Fueron decenas de atentados, una época muy violenta la que me tocó vivir allí. Y fue una época también de grandes acontecimientos. Ese es el recuerdo que tengo.
Después de haber vivido todo eso, ¿le sorprendió el anuncio simultáneo que hicieron los presidentes Raúl Castro y Barack Obama el 17 de diciembre?
Me sorprendió, sobre todo, el alcance de los acuerdos. Yo esperaba que algo ocurriera antes de la Cumbre de las Américas (que se celebrará en abril) porque me parecía que los Estados Unidos iban en una situación excesivamente complicada. Por un lado, tenían que asistir y, por otro lado, tenían que aceptar la presencia de Cuba porque, de lo contrario, se acababa el sistema panamericano. Y, en tercer lugar, Estados Unidos iba en una situación muy incómoda si el tema de Cuba se convertía en el centro del debate. Por lo tanto, yo sí esperaba algún tipo de gesto que facilitara el desarrollo de la Cumbre por parte de Estados Unidos. Pero, honestamente, no esperaba que tuviera el alcance que tuvo esta decisión, lo que me induce a pensar que Obama aprovechó el momento para establecer su política hacia Cuba. No solamente fue un paso táctico, sino que tiene un carácter estratégico.
¿Cómo ve a Cuba en esta coyuntura histórica?
Yo creo que Cuba logró algo que pocos países logran que es negociar en condiciones de igualdad y respeto mutuo con Estados Unidos. Es muy difícil encontrarse con un país que pueda negociar en condiciones de igualdad. Y Cuba logró que estas negociaciones transitaran por ese respeto mutuo y esas condiciones de equidad. Hasta el punto que una cosa que llama la atención es lo bien que fueron negociados los detalles. Esto de declaraciones hechas por los presidentes al mismo tiempo, el intercambio de los prisioneros hechos con una exactitud milimétrica. Todos esos fueron detalles que demuestran que se negoció en condiciones de plena igualdad. Yo creo que, en ese sentido, Cuba ganó mucho desde el punto de vista de crédito internacional. Por otro lado, en Estados Unidos el propio Obama ha dicho que de lo que se trata es de una política fallida. Que los Estados Unidos busca no es cambiar el objetivo de cambio de régimen en Cuba, sino hacerlo por otros métodos. Lo que induce a pensar que en lo que se equivocaron fue en el diseño de la política. En mi opinión, la política de Estados Unidos fue bien diseñada para destruir a la revolución cubana. Lo que pasa es que Cuba fue capaz de resistir 55 años.
¿Qué pasos tienen que dar ahora los gobiernos de Cuba y Estados Unidos para que se concreten esos acuerdos?
Lo que hizo Obama fue aprovechar todo el espacio que le da la ley Helms-Burton para actuar al presidente. O sea, lo encomiable de lo que él hizo fue que no se limitó a aprovechar las conversaciones con Cuba para tener un gesto que podía aliviar tensiones, pero que trasladaba los problemas esenciales de cara al futuro. Él aprovechó el momento para avanzar en lo que considera que debe ser la política siempre. Y lo que hizo fue, para poder hacerlo dentro de la ley, aprovechar todos los márgenes de acción que da la ley Helms-Burton al Ejecutivo. Prácticamente, no dejó nada sin definir de lo abarcadora que podía ser la política.
¿Me puede dar ejemplos?
Trató el tema de los viajes de norteamericanos a Cuba, planteando que iba a partir de las 12 categorías que establece la ley; planteó las facilidades para comercio que también la ley se lo posibilita a través de licencias generales; planteó la cosa financiera que es muy importante. La posibilidad de que empresas financieras norteamericanas abran filiales en Cuba, porque eso va a afectar no solamente las relaciones financieras de Cuba con Estados Unidos, sino con el mundo entero por el asunto del dólar. Hoy en día todas las multas multimillonarias se están dando por el uso del dólar en las transacciones comerciales con Cuba. Desde el momento mismo que Estados Unidos flexibilice eso, ya los demás se aprovechan de eso. En fin, él aprovechó todo el marco de eso.
¿Qué será lo próximo?
Ahora en enero se supone que llega la subsecretaria de Estado norteamericana (Roberta S. Jacobson) y se supone que ella concrete esas cosas con la parte cubana. Eso va a ser un primer momento, para mirar el alcance de los acuerdos. Después de eso viene un segundo momento, que es la anunciada visita de John Kerry a Cuba, que yo calculo que debe ser antes de la Cumbre de las Américas para negociar los intereses de Estados Unidos y Cuba de cara a la Cumbre. Y esto es una elucubración mía, pero se podría organizar una reunión de Obama y Raúl en Panamá porque es muy lógico que si los dos van a estar ahí se de una reunión bilateral.
¿Cuál usted cree que es la motivación de Obama?
Yo creo que la declaración de Obama va mucho más allá de la política hacia Cuba. O sea, desde el punto de vista doctrinario, Obama planteó cosas muy interesantes como que la experiencia nos demuestra que cuando nosotros producimos un cambio de régimen y eso conduce al caos termina siendo un estado fallido. Eso es importantísimo porque hoy en día una de las grandes interrogantes respecto a la política norteamericana en el mundo es: ¿Cómo la potencia económica hegemónica de un orden internacional que sirve a sus intereses se dedica a desestabilizar el orden? ¿Quién me explica a mí qué gana Estados Unidos con haber derrocado a Gadaffi? ¿Qué se ganó con eso? Ahí lo que se están moviendo son intereses belicistas de Estados Unidos que son los que hacen el negocio de la guerra y eso no tiene que ver siquiera con los intereses de Estados Unidos como potencia hegemónica… Esto es muy subjetivo, pero yo le veía a Obama una cara de satisfacción anunciando la política hacia Cuba. Yo decía: 'Este hombre está disfrutando esto'. Tu veías la cara de Obama en los últimos meses y era un tipo cerra'o, duro, que decía vamos a bombadear en Irak, pero no vamos a desembarcar tropas.
¿Cómo vio a Raúl Castro?
Yo creo que creció mucho como estadista. Fue sobrio, fue firme, pero a su vez moderado, reflexivo. Yo creo que llevó las negociaciones muy bien. No se filtró nada en año y medio, lo que es casi imposible.
¿Podrá Cuba mantener la ideología socialista cuando se enfrente al capitalismo estadounidense?
Hay un sector que durante muchos años le ha temido mucho a ese tipo de contacto con Estados Unidos. El problema es que nosotros vivimos con ese capitalismo rampante toda nuestra vida. Toda nuestra cultura se desarrolló igual que la de ustedes, los puertorriqueños, bajo la sombrilla de Estados Unidos. Y así se nos ocurrió hacer una revolución y hacer el socialismo. ¿Por qué si antes que tenían todo el poder para imponer sus valores no les funcionó, les va a funcionar a partir de ahora?
El mundo ha cambiado. Quizás la influencia ahora sea más fuerte…
Esa influencia llega haya relaciones o no haya relaciones. Haya comercio o no haya comercio. Nosotros estamos viviendo en ese entorno. Y si nosotros no somos capaces de avanzar las ideas del socialismo, las ideas revolucionarias dentro de ese entorno, simplemente no somos capaces de hacer ninguna revolución ni de hacer nada porque ese es el entorno que estamos viviendo.
¿Cómo el pueblo cubano ha recibido el anuncio?
Yo creo que la gente va a celebrar el 2014, que era un año que estaba bastante turbio por el poco crecimiento de la economía y las dificultades que se estaban presentando en una serie de esferas en la vida del país. Esto ha sido una buena noticia para terminar el año y un impulso para el 2015. Esa es mi impresión de la relación que tengo de mi medio, con estudiantes, con una serie de personas que son las que yo me vinculo.
¿Y qué le parece la reacción que ha tenido el anuncio por parte de los cubanos en Estados Unidos, especialmente en Miami?
Lo interesante de esta reacción, en primer lugar, es la poca resonancia que ha tenido. Lo importante de eso no es si fulanito declaró, si menganito declaró. Muchas veces la prensa dice: 'Marcos Rubio dijo tal cosa, Ileana Ross dijo tal cosa". Eso yo me lo esperaba. En otra época le hubieran dado candela a Miami. Hubieran tenido que movilizar a la Guardia Nacional y esa serie de cosas. Y hoy en Miami no pasa nada.
Partiendo de su premisa, ¿a qué usted lo atribuye?
No pasa nada porque en realidad la mayoría de la comunidad cubanoamericana apoya ese tipo de relación. No importa cuál sea la actitud que tengan frente al gobierno cubano. Incluso, pueden ser opositores del gobierno cubano, pero eso no se convierte en el centro de sus vidas. Hay otras cosas que son prioridades. La diferencia entre la contrarrevolución y lo que no lo es, es que la contrarrevolución condicionaba la caída del gobierno cubano a cualquier vínculo con Cuba.
¿Usted cómo compara la emigración cubana a Estados Unidos con la de Puerto Rico?
El caso de Puerto Rico fue un fenómeno marginal, yo diría, del fenómeno migratorio. Puerto Rico ofrecía a los emigrados cubanos de los años 60 y 70 una oportunidad excepcional: beneficiarse con todas las leyes norteamericanas y al mismo tiempo insertarse en una sociedad que hablaba español, donde las exigencias incluso eran menores a las que tenían que vivir en otras áreas de Estados Unidos. Hacia allí fue a parar un grupo de sectores, sobre todo, intelectales. Gente que si eran abogados a la larga podían ejercer como abogados, cosa que era imposible en Estados Unidos, gente que si eran maestros podían seguir siendo maestros. En fin que le ofreció esas facilidades. Y que, además, eran personas que tenían vínculos históricos con grandes empresas norteamericanas en un momento de inversiones de grandes empresas norteamericanas en Puerto Rico. Estas personas encuentran empleo muy bien remunerado trabajando con empresas norteamericanas en Puerto Rico y llega un momento en que se convierten en un sector privilegiado dentro de la sociedad puertorriqueña.
(Tomado de El Nuevo Día)
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