Ian Padrón acaba de capitalizar las miradas en la última entrega de los premios Lucas, pero no es esa la razón que lo trae a esta entrevista, sino otra –diría Benedetti- "más profunda y más simple". La razón es el béisbol, y específicamente la reciente refundación del Salón de la Fama en Cuba.
El gran público vincula a Padrón con la pelota desde el año 2003, cuando salió a la luz aquel documental de antología, "Fuera de Liga". Sin embargo, su contribución esencial a nuestro pasatiempo consiste, como él mismo acepta, en haber encabezado los esfuerzos del grupo gestor que resucitó a una criatura dormida durante más de medio siglo.
"En los últimos cuatro meses he dejado a un lado mi vida personal y profesional porque siento que estoy haciendo algo útil por mi patria. Por eso me emocioné hasta las lágrimas el día en que se oficializó la reinstauración del Salón. Nadie puede decir que esto no es un acto noble, un acto de nacionalismo y de respeto al béisbol. El niño ya renació. Ahora se trata de abrigarlo, cuidarlo de los mosquitos, vacunarlo contra las incomprensiones, pero ya está otra vez entre nosotros".
¿Cómo empezó este proceso que nos devolvió el Hall de la Fama?
Cuando este verano me invitaron al programa "Al duro y sin guante", dije públicamente que estaba dispuesto a dar varios años de mi vida como realizador para que Cuba tuviera un Salón y un Museo del Béisbol. Enseguida contactaron conmigo varias personas interesadas en llevar adelante ese proyecto, y mi oficina pasó a ser punto de reunión de un grupo que comenzó a laborar el primero de agosto y decidimos llamar "Entusiastas por la refundación del Salón de la Fama".
¿Qué líneas de trabajo concentraron sus esfuerzos?
Nos dimos a la tarea de investigar, comparamos reglamentos de otros Salones, revisamos cómo se hizo en Cuba anteriormente…, y de ahí salió un resultado que fue suficientemente serio para convencer a muchas personas. Ha sido un trabajo inclusivo que asimiló los criterios de expertos de todo el país, como tenía que ser para que se tratara de un esfuerzo nacional. No somos una entidad oficial, sino un grupo académico que por el camino sumó también a gente de la cultura. Al final, el trabajo desembocó en que a comienzos de noviembre se efectuara el "Coloquio para la refundación del Salón", al que asistieron funcionarios del INDER y de la Comisión Nacional, además de la mayoría de los medios de prensa más relevantes del país.
¿Alguna vez pensaste que el Coloquio no lograría su objetivo?
Nosotros no tuvimos tiempo para pensar en la derrota, siempre nos pareció que se trataba de un triunfo del deporte, la cultura y la sociedad cubana, porque un país que no mira al pasado no puede tener un buen futuro. Es bueno decir que todo el tiempo contamos con el respaldo de la Comisión –antes encabezada por Higinio Vélez y ahora por Heriberto Suárez-, porque desde el inicio le hicimos saber que trabajábamos con seriedad y absoluto respeto.
Definitivamente, era muy irónico que Cuba no tuviera su Salón…
Además de Estados Unidos, no hay ningún país del mundo cuya formación de la nacionalidad esté tan unida al béisbol como el nuestro. Era una vergüenza que se careciera de un espacio para honrar a los inmortales de nuestra pelota. El Salón de la Fama es un elemento de tradición popular, y la historia nadie la puede negar. Te repito, daba vergüenza que países de tan poco arraigo beisbolero como España y Alemania realizaran exaltaciones, y en Cuba no sucediera así por espacio de 54 años.
Y eso que habíamos tenido Salón casi a la par de los norteamericanos…
En efecto, fuimos tan precoces que nuestros primeros exaltados llegaron en 1939, solo tres años después que en Norteamérica. Y de entonces al triunfo de la Revolución, 68 personajes encontraron plaza en el Salón. Por cierto, me parece muy importante aclarar que la palabra "fama" no es de origen anglosajón, sino que proviene del latín, de manera que no hay que tenerle ningún miedo ni predisponerse con ella por sus aparentes visos capitalistas o norteamericanos.
¿El proyecto se limita a erigir un recinto para los inmortales, o lo enriquecen otros elementos?
Lo que pretendemos hacer es algo más allá de una galería con tarjas y fotos, queremos un Museo Nacional del Béisbol que comprenda todas las épocas de nuestra pelota y muestre desde los trajes hasta los implementos utilizados. También hemos propuesto una biblioteca y tienda especializadas, una escuela donde los niños reciban clínicas de grandes peloteros…
¿Cuál sería el enclave indicado para una idea tan ambiciosa?
Cuando fuimos a explicar nuestro interés en la Comisión de Patrimonio, quedó claro que la instalación idónea era el antiguo Vedado Tennis Club, actual Círculo Social "José Antonio Echeverría", un lugar que hay que restaurar, pero no construir desde cero. Se trata de una construcción impactante, con la majestuosidad de la historia de nuestra pelota, ubicada en un lugar accesible a mucha gente. Es un sitio emblemático del amateurismo cubano, donde se hicieron los Centroamericanos de 1930, jugaron estrellas como Adolfo Luque y Conrado Marrero, e inclusive tuvo en su cuerpo de entrenadores al gran Martín Dihigo. Ciertamente, habría que hacer una considerable inversión para restaurar los techos del Echeverría, pero yo estimo que si el Estado se empeña en restablecer el Salón, en dos años podríamos tener el local en condiciones. No perdamos de vista que este podría ser el museo más visitado de todo el país, al decir de especialistas de la Comisión de Patrimonio.
Muchas personas dicen que el Salón debió erigirse en el Palmar de Junco…
Por encima de criterios chovinistas, en el Coloquio se habló un solo idioma: el del béisbol cubano. Los propios historiadores yumurinos aceptaron que ahora mismo el Vedado Tenis era la mejor opción. Allí se logró el resultado que se buscaba porque todos los presentes, gente de todos los confines de la Isla, pensamos en qué era lo mejor para Cuba, no para La Habana, Matanzas o Santiago. Fíjate que la ceremonia de exaltación de este año no será en ninguna de esas provincias sino en Bayamo, Granma, el lugar donde primero se cantó el Himno Nacional.
Entonces, ¿descartamos la tesis de que se privilegió a la capital?
Por supuesto. Este Salón es la continuidad del que existió en Cuba desde 1939, es la refundación de una institución que nunca debió ser abolida. En 1939 el Salón de la Fama estaba en La Tropical y luego pasó al Estadio del Cerro, hoy Latinoamericano. Jamás estuvo fuera de la capital. Hemos revisado las reseñas de la época y no hay ninguna sugerencia o queja respecto al sitio donde se había establecido. Ni siquiera se habla del Palmar de Junco. En ese estadio, que es una joya de nuestra historia, se jugó el 27 de diciembre de 1874 el primer juego documentado en la prensa, pero no el primer juego oficial en el país. En cambio, el 29 de diciembre de 1878 nació en La Habana la Liga Profesional, y esa sí es la fecha más trascendente del béisbol cubano en todos los tiempos. Sin ella no se puede escribir la historia de la pelota nacional; sin la del Palmar de Junco, tal vez sí. El legendario estadio matancero tiene precarias condiciones constructivas, no está en un lugar de fácil acceso para los visitantes, ni tiene área de parqueo y otras posibilidades. Independientemente de méritos históricos, hacen falta infraestructura y viabilidad para llevar a cabo los proyectos. De no ser así, el Museo de la Revolución estaría ubicado en el Moncada, y el de la Lucha contra Bandidos se encontraría en el Escambray.
¿Qué requisitos se exigen para ser elegible al Salón?
El reglamento para la elección tiene nueve puntos fundamentales, pero los requerimientos principales son haber jugado al menos una década -no tiene que ser íntegramente en las ligas cubanas-, y estar inactivo del béisbol durante cinco años. Independientemente de eso, son elegibles peloteros no cubanos que en algún momento le dieron lustre a los campeonatos profesionales del país. Con respecto a la residencia, el reglamento dice que el lugar donde resida actualmente no inhabilita al jugador para integrar el Salón, ni siquiera en el caso de que haya cambiado de nacionalidad. Un Comité de Selección integrado por 25 miembros, elegido por los propios especialistas nacionales, se encargará de votar anualmente por los electos, quienes deberán sumar más del 75 por ciento de los sufragios en cada caso, lo mismo para peloteros de la etapa prerrevolucionaria que para jugadores de las Series Nacionales. No obstante, en la circunstancia de que nadie obtuviera ese porcentaje, serían exaltados los más votados en cada una de las dos etapas, sin importar el hecho de que rebasen o no el límite establecido. De esa manera se garantizará que cada año haya exaltados, a diferencia de las Grandes Ligas, donde en 11 ocasiones nadie ha conseguido el mínimo de votos exigidos.
Sin embargo, en el Coloquio se aprobó inhabilitar a aquellos peloteros que hayan incurrido en dopaje, casos de sangre o (cito) "actitudes indignas"…
Esa cláusula no fue votada por unanimidad, pero sí aprobada por la mayoría. A mí me parece excesivamente ambigua. Habría que profundizar en a qué nos referimos con la palabra "indignas", como también delimitar a qué "hechos de sangre" nos referimos.
¿No será que "actitudes indignas" se refiere a las salidas del país?
El reglamento dice claramente que no se excluirá a nadie porque no viva en Cuba, sería algo que no nos parecería éticamente correcto.
Pero un día podrían ser elegidos Antonio Pacheco, Agustín Marquetti u Orlando Hernández, por citar tres casos. ¿Podría eso restarle respaldo oficial al Salón?
No quisiera jugar a ser Nostradamus, lo importante es que el Salón existe nuevamente. Cuando llegue ese momento en que se elija a un jugador que participó en la Series Nacionales y luego emigró a Estados Unidos, veremos qué pasa. Pero yo confío en el nivel cultural y de amor a la historia que tienen los cubanos, y espero que nada vuelva a impedir que nuestro Salón de la Fama funcione. La pelota cubana es suficientemente grande para no temerle a pequeñeces, y esos peloteros que no viven aquí se merecen el mismo respeto que los que sí lo hacen. Si algún día son exaltados esos jugadores, ello sería una muestra de la fortaleza de nuestro deporte, porque ninguno de esos peloteros se formó fuera de Cuba.
¿Te sientes optimista de cara a la primera exaltación en muchos años, el 28 de diciembre próximo?
Mucho. Incluso se están haciendo gestiones para que Orestes Miñoso y Camilo Pascual, elegidos ahora, vengan a Cuba para la ceremonia, y las respuestas son muy positivas, de mucho respeto y entusiasmo con la idea. Te digo, ¿tú crees que si yo no fuera optimista estaría sentado aquí? ¿Crees que esto se hubiera conseguido si no fuera con la plena convicción de que podía lograrse?
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