Desde hace un par de años, los gobiernos de Cuba y los EEUU mantienen una serie de negociaciones en diferentes áreas de interés común. Se trata de un diálogo que ambas partes califican de técnico pero que bien podría constituir el preámbulo de una negociación más profunda y política.
Los temas debatidos hasta ahora tienen que ver con desastres ecológicos, migración, rescate y salvamento, seguridad aérea, correos, sismología y las relaciones entre militares en la base de Guantánamo. Curiosamente EEUU no ha querido incluir en la agenda la lucha contra el narcotráfico.
En algunos de estos puntos se ha llegado a acuerdos con buenos resultados. El diálogo sobre seguridad aérea, por ejemplo, permitió una satisfactoria coordinación bilateral durante el accidente de la avioneta estadounidense que en septiembre cruzó el espacio aéreo cubano y cayó en Jamaica.
Sin embargo, aún no se tocan los temas medulares del conflicto, el Embargo, las propiedades norteamericanas nacionalizadas, el financiamiento de la oposición cubana, los derechos humanos, la ubicación de Cuba en una lista de países terroristas, los presos de uno y otro país y la Base de Guantánamo.
Las máximas autoridades cubanas han ofrecido repetidas veces sentarse a negociar sobre cualquier tema que Washington ponga sobre la mesa pero basados en 3 principios: las conversaciones deben darse en pie de igualdad, reconociendo la soberanía de los Estados y sin inmiscuirse en los asuntos internos del otro.
Analistas cubanos aseguran que estos principios "están grabados en piedra" y que son los aceptados por la ONU pero reconocen que en ocasiones anteriores a EEUU se le hizo difícil sentarse a negociar de igual a igual con una pequeña isla, ubicada en su "traspatio", de escasos recursos y tan solo 12 millones de habitantes.
Además cuando La Habana asegura que hablará "en pie de igualdad" es porque en los temas controversiales como los Derechos Humanos, no solo debatirían sobre los disidentes. También incluirían la situación en EEUU, las detenciones extrajudiciales, la tortura, los asesinatos selectivos o la violencia policial.
Algunos de los acercamientos anteriores fracasaron porque Cuba no aceptó las exigencias de EEUU. En diferentes momentos, este puso como condición el cese del apoyo a los movimientos revolucionarios latinoamericanos, la retirada de sus tropas de África, la ruptura de relaciones con la URSS o el cambio de sistema político.
Uno de los temas inmediatos más urgentes que enfrentan los dos países es la prisión que guardan 3 agentes cubanos en los EEUU y un norteamericano en Cuba. Mientras Washington aboga por la liberación incondicional, La Habana propone la "salida humanitaria", un canje que beneficie a los 4 detenidos.
La Casa Blanca insiste en que Cuba debe liberar unilateralmente a Alan Gross porque su detención es el principal obstáculo para el acercamiento bilateral. Incluso en el 2010 los estadounidenses cesaron todos los contactos para presionar a La Habana, aunque 2 años más tarde retomaron el diálogo.
Para el gobierno cubano la liberación de sus 3 agentes, considerados héroes en la isla, es también un tema muy sensible que sin duda incluirán en la agenda. Sin embargo, en ningún caso parece un impedimento para negociar antes otros temas si su contraparte así lo solicitara.
En Cuba nadie sabe a ciencia cierta si por fin Obama dará algún paso decisivo en lo que le queda de mandato pero muchos creen que nunca hubo mejores condiciones, ni siquiera en el gobierno de James Carter, cuando se abrieron delegaciones diplomáticas y se firmaron los acuerdos marítimos y de pesca.
Durante los mandatos de Obama no ha habido situaciones de tensión y el discurso mutuo es menos agresivo. La mayoría de los emigrados, entre ellos importantes empresarios, apoyan el acercamiento y el periódico The New York Times lleva 6 editoriales solicitando el cambio de la política hacia Cuba.
Tal vez el principal problema que se enfrenta en la actualidad es la intensificación de la persecución financiera a Cuba pero eso podría no ser una política dirigida especialmente hacia la isla sino una repercusión por estar en la lista norteamericana de países que apoyan el terrorismo, algo muy fácil de cambiar para Obama.
En su más reciente editorial, The New York Times hace notar como los viejos mecanismos de enfrentamiento se contradicen con el nuevo ambiente. Mientras se mantiene un programa de visas rápidas con el fin de tentar a los médicos cubanos para que deserten de las misiones, el gobierno de EEUU reconoce públicamente el papel de los galenos de la isla en África y colabora con ellos en la lucha contra el ébola.
En el área internacional, toda América Latina y sus aliados europeos empujan a EEUU para que cese su política de hostilidad hacia Cuba. Los gobiernos de la región la incluyeron en la Cumbre de Las Américas a pesar de las protestas de Washington, mientras Bruselas negocia un acuerdo con La Habana.
Los políticos cubanos consultados prefieren no hablar en base a especulaciones y evitan así tocar el tema pero parecen mantener cierta expectativa, tal y como si estuvieran convencidos de que el próximo movimiento le toca a la contraparte.
En la calle, el ciudadano de a pie no se ve muy esperanzado, no es la primera vez que se produce un acercamiento y se frustra tras los primeros pasos. Además, de alguna forma ya todos se han acostumbrado a vivir así, el 70% de los cubanos sufren el Embargo desde el mismo día en que nacieron.
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