Por Sayli Sosa
Si un peligro alberga el llamado "paquete" es que no responde a política cultural alguna, a no ser la de aquellos que lo administran. Suponiendo, está claro, que quienes mercadean con las producciones audiovisuales, y el resto de los materiales que se incluyen, sepan de qué se trata cuando hablamos de política cultural y que, ya en ese punto, les importe.
En definitiva, habría que ser muy ingenuo para creer que en el lugar de donde proviene una buena parte de lo que se copia en los paquetes no existen ciertas reglas que hay que cumplir, so pena de no formar parte del main stream, o sea, del orden predominante en materia de medios.
Por eso me llama tanto la atención que los materiales hechos en Cuba y que no cumplen los "requisitos" para ser trasmitidos en los medios de comunicación, digamos la televisión, campeen por su respeto entre las opciones que más se buscan al llenar memorias flash. Si bien el Ministerio de Cultura dejó bien claro en las recientes mesas redondas que la política cultural cubana está exquisitamente definida, las actuales circunstancias y el acceso a las tecnologías imponen un panorama donde esas políticas se diluyen y hasta desaparecen.
El hecho de que en el "paquete" circule lo mismo una serie o telenovela foránea, que los videos promocionales de cuanto individuo crea que es artista y pague para serlo, complejiza la aspiración de lograr una sociedad crítica, que sepa diferenciar el talento de la mediocridad.
En este último caso, se trata de audiovisuales de factura casera, grabaciones de presentaciones en vivo, que muestran a varios de los grupos y solistas, sobre todo de géneros urbanos, en espectáculos de dudosa o ninguna calidad.
Varios de estos videos corresponden al dueto de Chacal y Yakarta, pobrísimos exponentes del reguetón que, no obstante, gozan de la preferencia de un segmento de los jóvenes del país porque, en algún momento, entraron al main stream y se les dio la oportunidad de ser, antes de que demostraran de qué estaban hechos.
Ha caído en mis manos, por equivocación, una grabación de los "demonios de la fama", tamaña afrenta al video clip como medio de promoción y comercialización de la música que si no fuera por sus peligros, ni valdría la pena comentar.
Aparecen los reguetoneros en una fiesta, a la orilla de la piscina del Club El Dorado, cantando algo ininteligible, de lo que solo se entiende un estribillo grosero y cuyo título es El Ferrari. El público, delira con los movimientos de los "cantantes" y, a su vez, baila en un espacio reducido. Las mujeres, jóvenes en su mayoría, adolescentes también, casi piel con piel, mueven la cintura y las caderas como si se tratara de una danza de apareamiento. La cámara en mano descubre las caras lascivas, una suerte de lujuria y trance colectivo, estimulado por la proyección de los "demonios". Y en uno de esos travellings aparece una chica fumando algo que, a todas luces, parece un cigarrillo de marihuana. No voy a seguir describiendo porque, como en el reguetón, se trata de repetir el estribillo, o sea, las imágenes una y otra vez.
O sea, si no bastara con las groserías de las letras y los ademanes de los "artistas", había que incluirle a la fiesta el componente enajenante. Es obvio que esto no se trasmitirá en la televisión cubana, pero eso no es aliciente ni resuelve el problema concreto de tener a dos "tipos" promoviendo un estilo de vida de fiesta y pachanga a ultranza. Pensemos que, dadas las condiciones del lugar, léase piscina, cerveza, ambiente de fiesta y éxito, este podría ser el modelo, el patrón a seguir por el segmento que busca este tipo de videos.
Pero lo más triste es que a este par, como a tantos otros improvisados, todavía se les radia y televisa en sus versiones "correctas", porque pertenecen al catálogo de alguna agencia de representación artística o empresa de grabaciones que, obviamente, no quiere darse por enterada de la verdadera masacre. Es decir, y aquí hay otro peligro, de alguna forma se está legitimando tener dos caras. Una para lo oficial, y otra para el underground. Entre lo más reciente de la "chacalización" suave figura el video clip realizado a la bachata Luna, un lamento lisonjero a dos voces, y El besito (con lengua), audiovisual de buena factura pero con pésima letra en la ¿composición musical?
Tristemente, este es solo un ejemplo, el de Chacal y Yakarta, pero son muchas, muchas pesadillitas….
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