Por: Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com)
Son muchas las batallas que se libran por el futuro de Cuba y no todas desde dentro del territorio nacional. En un contexto de incertidumbre sobre el rumbo del país es imperativa la construcción de un modelo propio que sea funcional, pero esta creación heroica no se produce en condiciones naturales sino condicionada por la existencia del bloqueo estadounidense. Para nadie es un secreto que el levantamiento del eufemístico embargo es la gran prioridad nacional, pero esto no se logra desde aquí sino 90 millas al norte, Estados Unidos es el territorio cero para lograrlo.
Allá parecen coexistir dos naciones, la patria de Lincoln que empoderó a su pueblo con grandes cuotas de libertad, siendo ejemplo para las revoluciones latinoamericanas que le siguieron, y otro país con carácter bipolar que pretende legitimar el bullying político. En la actualidad quizás Obama tenga voluntad para normalizar las relaciones pero Cuba no es prioridad en el esquema político norteño y todavía existen representantes de la vieja guardia política de agresión a la isla, el paso no se concreta.
Podrían existir cientos de marchas del pueblo combatiente, miles de artículos en nuestros blogs y muchas actividades de solidaridad por parte de los grupos que nos apoyan en otras naciones, que sin efectuar un cambio en la opinión pública estadounidense respecto a Cuba y si no motivamos a la comunidad cubana que se manifieste también en ese sentido, seguirá primando esta política desfasada. Hay que llevar este debate hacia allá, todo lo que podamos hacer en este sentido será un metro más en la edificación de un puente que normalice las relaciones maltrechas entre ambos.
Los cubanos decimos que existe un bloqueo externo y otro interno, sin embargo este último es cuestionado por personas dentro del aparato burocrático bajo la premisa manida de que puede darle armas al enemigo. El reciente llamado al cambio de mentalidad parece ser el sutil reconocimiento de que existen realmente trabas al desarrollo del país provocadas por personas dentro del aparato político y gubernamental. Hasta hace poco creía que debíamos conformarnos con romper el interno porque el otro escapaba de nuestras manos pero ya no es así, actores políticos y económicos dentro de Estados Unidos están presionando hacia un acercamiento.
Las próximas semanas visitaré por vez primera Estados Unidos, un viaje de intercambio me llevará por varias ciudades y al terminar ya está prevista alguna conferencia sobre nuevas tecnologías en la isla. En lo personal me parece una oportunidad perfecta para explicar la necesidad de que ambos países tengan una relación cordial de respeto. Seguiré las reglas de mi manual básico para visitas con matiz político: no vincularse a fondos para hacer subversión en Cuba, no compartir espacios con una oposición subordinada mayormente a intereses foráneos o participar en el show que sobre nuestro país hacen los medios en Miami. Cualquier concesión en alguno de estos aspectos sería imperdonable, mientras dejar pasar la oportunidad de llevar una mirada distinta sobre Cuba debido a los prejuicios habituales, me parece una tontería soberana.
Y si al regresar les digo que encontré el Olimpo, si en tan poco tiempo regreso con acento o comienzo a quejarme por lo agrio de nuestro vino, siéntanse mis amigos plenamente autorizados a darme un cocotazo para que se bajen esos humos perniciosos. Alguien que no me conoce bien me preguntó el otro día si regresaba, iba a decirle que no pero creí que ninguna respuesta lo convencería porque la sospecha migratoria es un hecho, al igual que el derecho a marcharse sin que eso constituya daño alguno, pero es una discusión que es mejor no tener con ciertas personas.
En este viaje al territorio cero podré romper también mi timidez al hablar del país norteño porque sin conocerlo realmente, cualquier opinión al respecto es poco seria. Espero encontrarme con emigrados cubanos, amigos de la infancia que decidieron marcharse y cuando me escribieron al Facebook lo hacían con reticencia, como si fuera a decirles "gusano" o imitar alguna técnica de intolerancia. Quisiera transmitir un mensaje de reconciliación entre los cubanos de ambas orillas y agradecerle a los que buscan acercar nuestras naciones, porque son muchas las batallas que se libran por el futuro de Cuba y no todas desde dentro del territorio nacional. Luego les cuento.
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