Por Jhon Snow
Por estos días en que sociedad civil, convivencia y paz son términos comunes a nivel de Cumbres y Foros; en el escenario habanero irrumpen desafiantes espacios físicos, que ponen en riesgo este discurso público, curiosamente reiterado desde antípodas políticas e ideológicas, en la mayoría de los casos con afanes de legitimación.
El Acuario Nacional es uno de esos espacios desafiantes. Nuestros niños – quizás como pocas veces – ven los efectos de la guerra, y su idea de paz podría trastocarse en ilusión al toparse con los gigantescos cráteres dejados por el mar, los constructores y los funcionarios. En cualquier sitio, puede emerger una mina: un hueco que sumerja a los pequeños infantes mientras persiguen las dispersas peceras.
Hay que alzar la voz nuevamente por la paz, y especialmente contra los efectos de las guerras calladas, las guerras del olvido, la poca atención y la impunidad. Las guerras que tropicalizan en el Caribe el Acuario de Fallujah.
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