lunes, 21 de marzo de 2016

La hora cero

Por Carlitos

La política exterior de los Estados Unidos es una mezcla de soberbia e inteligencia. Obama es un político con una trayectoria admirable, un hombre de la izquierda norteamericana, una figura carismática, pero no deja de ser el representante de ese gobierno.

Su visita ha sido preparada con mucha suspicacia y profesionalidad (como hace mucho no sucedía). La estocada final parece ser el discurso que dirigirá al pueblo de Cuba, en el que, según Ben Rhodes, "el mensaje será distinto pues dejaría claro que Estados Unidos ya no es responsable de los retos que enfrentan los cubanos en la vida diaria".

¿Prevalecerá en el Gran Teatro "Alicia Alonso" la inteligencia o la soberbia?

Si prevalece la inteligencia, Obama podría esbozar una nueva esperanza para muchos cubanos, ya no en las relaciones con Estados Unidos sino en sus valores. Esperanza de humo, pero poderosa, que ha destrozado naciones y proyectos emancipadores, y que plantearía complejos retos adicionales al proceso de cambios en Cuba.

Si prevalece la soberbia, si por un mínimo desliz se deja caer explícitamente el mensaje hoy implícito de que Estados Unidos viene a decirnos como es que tenemos que hacer las cosas, si el discurso oliera a 1898, a intervención pura y dura, los genes de la nacionalidad cubana bien pueden renacer desde las pieles más inimaginables y el tiro le puede salir por la culata.

Se aprende fácil a decir "no es fácil", "qué bolá" o "almendrón", pero no tan fácil qué nos hace diferentes, por qué cuando se cayó el campo socialista nos mantuvimos en pie, y por qué fue la poderosa "América" y no Cuba la que tuvo que cambiar su estrategia de confrontación.

Oiré con respeto lo que nos tiene que decir el presidente Obama, pero no espero mucho de sus palabras. Más espero del "jugo" que le pueda sacar Cuba a esta nueva y necesaria etapa de convivencia entre contrarios, como le dice Jesús Arboleya.

Desde este blog hemos dado rienda suelta a nuestras preocupaciones sobre el futuro de Cuba, sobre los peligros que acechan la construcción del socialismo. Pero lo hemos hecho desde dentro, conscientes de que son cosas que solo debemos y podemos resolver entre cubanos.

Lo digo hoy, a modo de declaración de principios o pequeña serenata diurna, porque si algo debemos sacar de esta visita, es que no necesitamos mesías de fuera ni de adentro. Necesitamos apelar a lo mejor de nosotros, a esas fuerzas poderosas que hicieron a Estados Unidos tener que aceptar la derrota y cambiar el rumbo de su política.

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