lunes, 16 de junio de 2014

El día de los padres y la educación de mis hijos

Por Juvenal, para A mano y sin Permiso

Después de un reconfortante y agotador día de los padres estoy tirado en la cama con mis dos hijos. El mayor (5 años) duerme profundamente. El más chiquito (3 años) gozó igual o más, pero durmió la siesta y ahora mira para el techo y se canta canciones para entretenerse. Como quien no quiere las cosas se vira. Papá te quiero, y sigue en lo suyo. Yo me desmorono, le correspondo con un beso largo y torpe.

Me le quedo mirado y la cabeza (no se sabe cómo, pero con alguna razón) me lleva a un debate que unas horas antes sostuvimos en la sala de la casa sobre la educación en Cuba. Trataré de resumirlo.

No solo no tenemos la educación de hace algunos años, debido al deterioro material y espiritual del sector, la falta de incentivos y de control. Tenemos una educación que se queda atrasada respecto a otros países al menos en tres aspectos que son claves para la inserción de los ciudadanos de cualquier país en un mundo cada vez más globalizado:

1.       Los métodos de enseñanza parecen no haber cambiado muchos en los últimos decenios, o al menos eso no lo reflejan sus resultados (lo que uno ve en los jóvenes). No se privilegia el enseñar a aprender y se sigue apostando a métodos reproductivos.

2.       La enseñanza del idioma es mala. Lo ha sido siempre, porque nosotros dimos el mismo contenido de inglés desde primaria (los que tuvimos) hasta la universidad y ello no nos sirvió de mucho. El problema no es que se mantenga esta debilidad, sino que cada vez más será un impedimento para cualquier persona abrirse paso sin tener un mínimo de idiomas.

3.       El atraso tecnológico es abismal, quizás mucho más grande que en otros países subdesarrollados.

Nuestros objetivos sociales también necesitan actualizarse. Mantener la educación como conquista del Socialismo no solo significa preservar escuelas y maestros, sino atemperar esa educación a los nuevos tiempos. En pleno siglo XXI, una educación que no enfatice la capacidad de aprendizaje y análisis propio, el dominio de algún idioma y de las nuevas tecnologías, no es mucho en términos de preparar a cubanos y cubanas para el mundo que han de vivir. Dicho en negativo, de mantenerse este estado de cosas y en medio de aperturas (necesarias) a la posibilidad de viajar o percibir otros ingresos, los ciudadanos más preparados no serán siempre aquellos con más capacidad, sino aquellos que por sus ingresos puedan acceder a mejores escuelas (repasadores privados o en el exterior, que ya empieza a pasar) o tengan contacto desde pequeños a las nuevas tecnologías.

Como en muchos temas, lo primero es reconocer el problema y su gravedad. Por supuesto, afrontarlo lleva gastos importantes, pero el volumen de los gastos siempre es relativo cuando se le mira en comparación con la prioridad que se le otorga. Si no, miremos a nuestros hermanos bolivianos, venezolanos y ecuatorianos y sus programas para poner una máquina conectada a Internet en cada pupitre de escuela primaria, o los parques con acceso gratuito a Internet o los polos de desarrollo de las ciencias sociales.

No es fácil para Cuba el presente, porque se acumulan problemas de mucha data y los siempre presentes obstáculos del bloqueo. Pero el agobio por resolver el pan de hoy no nos puede hacer olvidar que debemos comer mañana. Hoy tenemos (insuficientemente utilizada) una fuerza de trabajo muy competitiva a nivel internacional, algo que recogemos gracias a la inversión de muchos años. La educación cubana de hoy (ya no solo por sus déficits de calidad sino también de concepción), ¿nos garantizaría el mismo futuro para nuestros hijos?

Regreso la mirada al más chiquito, que ya duerme.



 

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