miércoles, 14 de septiembre de 2016

Comentarios a la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista

Por Fernando Luis Rojas 

"Son importantes los debates, intercambios de ideas, estrategias
comunicacionales y otras acciones que contribuyan a la modificación de
concepciones y prácticas obsoletas, las cuales constituyen el
principal obstáculo para la actualización del Modelo"
En Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. p. 15.

Los últimos cuatro meses han estado marcados por la discusión de los documentos aprobados en el VII Congreso del Partido Comunista realizado en abril de este año. Dos textos: Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista y Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030: Propuesta de visión de la nación, ejes y sectores estratégicos, se han sometido a consulta en centros de trabajo, organizaciones políticas y de masas y otros espacios públicos.

Como se viene haciendo costumbre, se pospone nuevamente – al menos en lo que a nombre de los documentos se refiere – la definición y debate sobre los caminos de nuestra vida política. No se trata de simplificar el alcance de Conceptualización… y Plan Nacional…, todos sabemos que ponen sobre la mesa asuntos de carácter económico, social y aunque no lo declaren, centralmente políticos; porque en rigor, la discusión sobre optar o no por un proyecto socialista y definir los registros más importantes de ese proyecto es un debate político. Tengo entonces que lamentar esta ausencia, porque viene a endulzar la falsa idea que sostienen algunos enemigos de la Revolución cubana de que el estricto terreno de la política ha quedado como patrimonio de los decisores en detrimento del pueblo.

Esta es una arista del problema, la otra – como he comentado antes en este blog – tiene que ver con el déficit significativo de debate y criterio popular que tuvo el proceso de elaboración de estos documentos de cara al Congreso. La puesta en consulta de los textos, parece ahora un intento por salvar este problema; cuando es en el fondo la ruptura de una dinámica histórica entre el Partido y la población: se ha pasado de que los congresos validaban y canalizaban el criterio popular a que corresponde al pueblo validar las decisiones del partido. Parece lo mismo, pero no lo es.

Los documentos tienen varios aciertos, en buena medida se trata de responder a uno de los problemas que hemos tenido: la ausencia de una proyección fundamentada del modelo (o el proyecto). El problema radica en que esa proyección debe articularse con la práctica política cotidiana.

Sin dudas, el actual proceso puede generar diversas reacciones: los que descalifiquen de entrada porque en esencia les resulta vomitivo que se hable de socialismo y se intente perfilar un proyecto que se preocupe por conservar determinados niveles de equidad y justicia social a esta altura, los que desvíen el tiro eludiendo el tema y concentrándose en otros, los que defiendan a ultranza la letra escrita y cualquier "modificación" o crítica les suene a revisionismo, los que – como expresión de las falencias de nuestra educación política – se atiborren y automaticen sus respuestas y los que tercamente nos aferremos a la idea de que el sistema de dominación capitalista no es solución a los problemas y creamos que Cuba puede contribuir más en esa lucha. Más allá de las heterogéneas reacciones, creo que desafortunadamente el Partido Comunista no ha aprovechado el potencial movilizativo de este proceso. Como en ocasiones anteriores, hay principios compartidos entre la gente y la organización que puestos en un documento de este tipo suenan a consigna.

¿Qué hacer entonces? Puede relanzarse la discusión, porque ser un documento pre-elaborado por un sector o grupo no lo descalifica. Al final, es una práctica bastante frecuente – y hasta ahora creo no construida de otra forma en ninguna experiencia de cualquier orientación ideológica – que las plataformas sirven para trabajar, para adherirse o no, para modificarlas. ¿O me van a decir que en los proyectos pluripartidistas las militancias y votos no se estructuran por una propuesta previamente elaborada?

II.

El documento Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista tiene un pecado original que desmoviliza: el intento de sistematizar el "deber ser" del socialismo cubano desde una redacción en presente, cuando a diario nos asaltan las contradicciones e incongruencias de nuestro proyecto social. Por otro lado, son frecuentes los adjetivos que expresan juicios de valor de acuerdo al criterio de los redactores. Un sencillo ejemplo, en la propia introducción se califica como "fenómeno negativo" el éxodo de trabajadores hacia actividades de menor calificación y al exterior. ¿Qué es lo negativo: la decisión de buscar mayor remuneración, la actitud de la gente o el fenómeno como expresión de la pérdida de centralidad de una categoría como el trabajo en nuestra sociedad?

De igual forma, se repite el viejo esquema de identificar propiedad estatal con socialista y resultaría pertinente conceptualizar por separado propiedad socialista de todo el pueblo y propiedad estatal. Es necesario dejar la puerta abierta a posibles deformaciones de la empresa estatal, en el entendido que una entidad donde coexistan prácticas de dirección antidemocráticas, burocracia y corrupción no es en rigor una empresa socialista.

También se pierde la oportunidad de levantar el lugar de los trabajadores y colectivos laborales. Empezando por el uso de un concepto como clase obrera que ha modificado radicalmente su contenido en Cuba y en el mundo, convirtiéndolo en un término excluyente más que inclusivo y revolucionario; pasando por decir que los colectivos laborales "participan activamente" en vez de reivindicar que en las unidades los trabajadores deben tener la autoridad fundamental, que el Estado debe consultar (o en el peor de los casos, informar) los destinos de las utilidades, que los colectivos a través de su organización sindical comparten la capacidad revocatoria con el Estado sobre los directivos del sistema empresarial; hasta casi no hablar de los trabajadores contratados en el sector privado, como si todos fueran propietarios y no existiera explotación de la fuerza de trabajo.

Contradictoriamente, el texto en cuestión omite algunos asuntos históricos que demuestran la movilidad del proceso revolucionario más allá de la década de los sesenta. Por ejemplo, al mencionarse el impacto para la economía y la vida en Cuba de la "abrupta desintegración del campo socialista europeo y la URSS", se pierde la oportunidad de recordar que este acontecimiento interrumpió el objetivo y crítico proceso de rectificación de errores y tendencias negativas que se había iniciado en el segundo lustro de los ochenta en nuestro país. En otro momento, se habla de "cierta erosión de valores inherentes a nuestra sociedad" y sin embargo, no se aprovecha la ocasión para reivindicar – como una evidencia de movilidad – que ciertamente se han superado parcial o completamente antiguos rezagos de intolerancia política, religiosa y relativos a la orientación sexual de las personas que existieron en décadas anteriores al denominado Período Especial.

Resulta muy oportuno que en el documento se incluya un acápite dedicado a la política social, especialmente porque en los últimos años: 1. Da la impresión que las transformaciones económicas han preterido la centralidad que para la Revolución cubana han tenido las políticas sociales; y 2. Las sucesivas reformas de los noventa y el 2010 han tenido un costo social que se expresa, entre otras, en el incremento de las desigualdades y la brecha social. 

Con Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista estamos en presencia de un importante esfuerzo de sistematización y proyectiva de país, de un amplio trabajo de elaboración. Al mismo tiempo, creo que sería de mayor validez para el debate que se identificaran con precisión los autores y redactores directos de documentos de este tipo; de la misma forma que el Primer Secretario del Partido Comunista asume la responsabilidad con el Informe Central que presenta al congreso. Esa responsabilidad individual y colectiva ayuda, porque el Partido es más amplio que las comisiones y los delegados a eventos e incluye a los que se relacionan por primera vez con estos textos a partir del actual proceso de consulta.

Finalmente, sería muy provechoso continuar la discusión pública sobre estos temas: reducirla a la acción de modificar, agregar o quitar fragmentos, sin remisiones a cuestiones de carácter general, podría ser sacrílego.

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