viernes, 1 de abril de 2016

Entre fieras


Por JS
Acabo de leer la excelente crónica The Rolling Stones en La Habana, a un disparo de distancia; dice el autor, para regresarnos a la realidad después del encanto: “El reguetón ubicuo –que sale de las casas, de los autos, de los puestos de venta, de las bocinas portátiles, de las almas– nos recuerda que, aunque hermoso, el encanto ha terminado. El concierto de The Rolling Stones fue un espejismo en un desierto en el que rara vez podemos obtener lo que queremos”.
Y es que vivimos entre fieras, por demás paranoicas y glamourosas. Ahora querrán adosar el epíteto a la gente común, a los que luchan día a día, a las mujeres que se agolpan en las TRD para acaparar y revender…
Entre nosotros caminan –y amenazan otras fieras–. Corren sus autos de madrugada por las avenidas, con la licencia de un apellido y una herencia. Desandan las redes y los mares con impunidad, si acaso un regaño o menos visibilidad pública. Se empinan desde sus triunfantes experiencias de empresarios para apuntalar la opción de un tránsito suave al capitalismo. Critican la visita de Obama desde las ramas y reciben con brazos abiertos las buenas y solventes intenciones civilizatorias de los europeos; porque, al parecer, seguimos siendo los atrasados a los que debe ilustrarse. Hablan de Nación y Estado como si fuera un asunto para las almas sublimes; y relanzan la brecha “entre los de aquí y los de fuera”, el cisma al que combaten en discurso pero que resignifican desde el esencialismo del “exiliado”. Redactan editoriales conservadores, que enervan la sangre de los revolucionarios. Se mofan de un blog que reivindica el socialismo como alternativa, pero comentan en los espacios noticiosos de la Televisión Nacional. Confunden argumentos y seriedad en el debate con una inventada “cibermambisada”.
Así, entre cambiantes, “apapachadas” y vergonzantemente radicales desandan las fieritas. En su paranoia se polarizan, se dan las manos y danzan, extendiendo sus pasos de extremo a extremo del salón.  

Paranoica Fierita Suite
Fito Páez
Iba duro pero armado hasta los dientes por la vida
Y no había otra, lo tenía que hacer
Iba solo a puente Alsina y veía policías en los bares
Y en la calle también
Le llevaba a los tangueros 15 mogras del abuelo
Que era el capo de la calle Tomás de Anchorena,
La del chofi, de la mala, de la buena,
Toman todos perinola mortal
Paranoica fierita te cargabas una cantidad
Se encontró con los tangueros, unas perras, un tumbero,
Dos modernos que fumaban mucho crack, y un pirómano bombero,
Todo en un pequeño agujero que decía le gustaba incendiar
Pero que era tan, tan bueno que siempre apagaba
El fuego que tenía la ilusión de crear
Un planeta imaginario para amar y hacer el daño
Donde no esté prohibido desear
Buenos Aires igualito que en los tiempos de Roberto Arlt

Él sabía que guardaban la mandanga en una media,
En la viola, en el ropero o en el sucio bandoneón
Los tangueros eran viejos muy dementes, muy despiertos
Si podían no pagar, les resultaba mejor
Y nunca tomaban mucho, les vendían a los giles
Para que se den coraje, fuerza, coraje y valor
Paranoica fierita: miserables mercachifles,
Esto ya parece un chiste
O me pagan o les hundo uno a uno el cañón.

Narrador: se llevó toda la merca, al tumbero lo hizo socio
Y el abuelo así un buen día lo recompensó,
Le dio flores, caballito hasta el parque Rivadavia,
Le dio un súper porcentaje y una gran comisión,
Que no hiciera mucho ruido, que no fuera presumido,
Guarda con los de la noche, guarda con el rock and roll,
Los consejos le sirvieron, fue ganando su respeto
Y fue clásico y astuto con la tradición
Y así se cargó al abuelo, se quedó con todo y no desanimó.

Paranoica fierita iba armado hasta los dientes,
Pero ahora, treinta años después
Lo eligieron empresario metalúrgico del año,
Los muchachos se lo quieren comer,
El tumbero ya no es socio, le vigila los negocios
Y le lleva chicos del comedor popular y solidario por la Patria
Y en el baño les ofrece sueldo alto y pasión
Le gustaba el rubiecito de ojos verdes
Paranoica fierita: ese es un bombón
Narrador: le decían el polaco y por un par de morlacos
Cocinaba guiso en el comedor,
Que no era ningún boludo
Registró todo en un walkman,
Sus gemidos y los de su patrón, las promesas de los viajes,
Matrimonio en Filipinas, los pedidos de la ropa interior,
El tumbero lo sabía, el polaco era su Otelo
Y él su Yago para hacerle el favor,
Paranoica fierita, Juan Lewinsky se te enamoró.
https://www.youtube.com/watch?v=XzuJKYm4qFg


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