miércoles, 12 de octubre de 2016

Ángeles y demonios

Por Carlitos

Se debe subrayar la importante tarea

De los perseguidores de cualquier nacimiento…

Silvio Rodríguez

Cuando en mis años de universidad seguí la "guerrita de los emails" y todo el debate alrededor del quinquenio gris, me preguntaba por qué la insistencia de nuestros artistas, escritores, pensadores en abordar temas que ya se suponían superados.

En los años siguientes, parecía abrirse un camino lento pero de no retorno en este sentido. Aparecieron muchos espacios de debate y plataformas alternativas. Y si algo demostraron esos espacios es que por más diversas que fueran las posiciones, mientras más debate, más crecimiento.

Pero aquello de "temas superados" era la más ingenua de mis creencias. Los grises personajes están siempre ahí, durante épocas callan y tratan de preservarse, aplauden hasta aquello en lo que no creen, esperando el momento de volver a la carga. Cuando la adversidad o los peligros externos son más serios y se exige "tomar posiciones", ahí están ellos.

La grisura está regresando peligrosamente a la cultura, el periodismo, la economía. En los últimos meses se advierte en determinadas medidas u ofensivas que desconocen las causas reales de los problemas y tienden a "cortar por lo sano", sancionando al mensajero sin reparar en el mensaje, colmando de sospechas el camino de las nuevas ideas, apostando por fundamentalistas calificaciones.  

Si grave fue esa forma de ver la política en otras épocas, resulta casi suicida luego del restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos, la reforma migratoria, el impulso al sector privado, y una mayor permisibilidad a medios de comunicación alternativos. Cambió el escenario y también las reglas de juego. Prohibiciones o calificaciones que antes pecaron de absurdas e injustas, hoy son adicionalmente contraproducentes, caldo de cultivo para el descrédito y la desconexión política.

Por suerte, la construcción socialista no es el imperio de la grisura. Como también advertía un artículo que circuló por aquella época (Ni quinquenio gris ni decenio negro, sino interminable lucha de ideas y diversidad en la cuba revolucionaria, Domingo Amuchástegui), a la par de aquellas penosas historias, tuvimos la Casa de las Américas, el Grupo de Experimentación Sonora, el Festival del Nuevo Cine, el desarrollo universitario y de centro científicos, tuvimos a Haydeé, Alfredo, Celia, Hart, Carlos Rafael, Roa, el Che y Fidel.

El Socialismo, como toda obra humana, tiene ángeles y demonios. En momentos de incertidumbre, de regreso de la grisura, de agotamiento de determinados discursos y estrategias, pareciera que se extinguen los ángeles. Pero no, están ahí. Puede ser que soporten demonios que, después de una larga siesta, se le cuelgan de los pies o de la nuca, pero están ahí.

Creo conocer a muchos, en nuestras instituciones estatales, en posiciones más y menos influyentes, en el sector privado y en los medios alternativos. Seguramente hay muchos otros. Gracias a ellos, a pesar de innumerables zigzags, a pesar de desvaríos, hemos podido retomar el rumbo.

Ahora entiendo aquella "obstinación" de nuestros intelectuales. La historia hay que conocerla con todas sus manchas, e insistir en ellas para evitar que se repitan. Quisiera aspirar a que mis hijos las aprendan en la escuela y que dejemos de verlas con vergüenza. Más que penosas páginas de nuestra historia, son parte de la complejidad de la construcción socialista, donde vagan demonios y grises tendencias que no tienen que ver con su esencia y luchan ángeles que, si sabemos preservar aprendiendo del pasado, se impondrán y marcarán el camino.

1 comentario:

  1. EN el documental Hay un grupo que dice, se cuenta algo que suele pasar sin que se divulgue y es el hecho de que cuando se crearon los órganos del poder popular este demandó a la institución que envió a todos aquellos artistas a la grisura, (que tuvo que pagar a aquellos) y que desapareció. Entonces se creo el Ministerio de Cultura.
    Gente que piensa que dirigir es que la gente le haga más fácil la vida, existieron y existirán siempre desde mucho antes de 1917 y la comuna de París, no diremos ya del 59 del siglo pasado.
    pero como decía Antonio Gramsci: Lo que ocurre no ocurre tanto porque algunas personas quieren que eso ocurra, sino porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, deja hacer, deja que se aten los nudos que luego sólo la espada puede cortar.

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