miércoles, 21 de octubre de 2015

Las castas


Por JS
Quien hace altar de la ganancia pierde
la condición, la latitud, el puesto,
y pierde amor, pues la codicia muerde
jamás en yo y siempre allá en el resto.
Silvio Rodríguez

Hablar de castas es hablar de inmovilismo social. Y las redes sociales se tejen en las formas más diversas, entre ellas, las relaciones de pareja, las amistades. Son quizás estas últimas las mejores expresiones de esa organización de castas que ha ido asumiendo Cuba. Se puede culpar a la crisis de los noventa, reproducir ese justificativo axioma de nuestros padres y abuelos sobre la “crisis de valores”; pero el fenómeno es básicamente cultural, acumulativo y no es nuevo.
¿En qué dinámicas se reproduce esa división en castas?

El espacio físico  

Es el contacto inicial. Hay orígenes familiares, niños que desde pequeños empezaron a tejer sus redes o mejor, sus padres les cedieron sus redes de amigos e influencias. Pero el espacio físico se erige en diferenciador y en un tipo de prisión: desde las familias que coinciden en un solar, en un edificio multifamiliar; hasta los niños que corretean en casas con piscinas y en recepciones. Hasta aquí la dinámica es aplicable a todos, pero diferenciadora al mismo tiempo.
El espacio físico sigue teniendo un significativo peso en la adolescencia y la juventud. Ciertamente, se ha magnificado en los últimos años, porque se ha potenciado la estratificación social y se diversifican los lugares para las castas empoderadas. Los bares, restaurantes, conciertos, torneos de golf, vacaciones son los nuevos escenarios de reproducción de las castas.
A estas alturas, que una muchacha de por el Cotorro tuerza el camino por una chapa HK, parece un deliz de movilidad. Paradójicamente, la gente se pierde del Morro en la misma Habana, o como el título de un reciente libro, en las “muchas habanas”.

Cortapisas a la cultura

La canción de un amigo dibuja a una muchacha que memorizaba las canciones de Silvio y de allí venía un atractivo inicial, solo que después se las arregló para actuar en contra de la carga moral que implicaban. También las catas desandan esos caminos. La conversación inicial – en muchos casos – aparece plagada de referencias: tres canciones de Sabina, dos menciones a conciertos de jazz, cuatro amigos comunes de la “farándula”, unas series televisivas compartidas…
Pero estos no son temas exclusivos de la casta empoderada. La estratificación se da en el luego, cuando la confluencia debe trasladarse a otro espacio físico y entonces afloran las distancias entre El Espacio, El Corner y El Litoral  por un lado y el Malecón por otro. Aflora el estilismo etílico: la brecha entre los multicolores tragos, los vasos personalizados y la cajita de “plancha´o”.
Entonces – después de unas rondas – da lo mismo desarmarse con el reguetón al que fustigaron sin alcoholes.

Quién tira la primera piedra

Este post es también autoflagelación. Estamos sumergidos en esta dinámica, la reproducimos, incluso a nuestro pesar. No se trata de quienes se mueven por su esfuerzo. Es básicamente un ataque a la herencia, al derecho “por nacimiento” legitimado por un sistema rígido e inmóvil. Es volver a una de las demandas primitivas de los revolucionarios.

Bolero y habaneras (1986)

Tú la perdiste pero aquí se queda.
Al fin y al cabo esta con un obrero.
Conozco un caso que me da más pena:
una muchacha de por el Cotorro,
por una chapa HK, en febrero,
torció camino y se perdió del Morro.

En todo caso la sabrás presente,
latiendo aun para las nobles cosas
y no partida y con el alma inerte.
Lo que te falta te abandona menos,
sólo mudó de cuidador la rosa,
no se trocó la flor por el dinero.

Quien hace altar de la ganancia pierde
la condición, la latitud, el puesto,
y pierde amor, pues la codicia muerde
jamás en yo y siempre allá en el resto.

Por otra parte, detener amores
es pretender parar el universo.
Quien lleva amor asume sus dolores
y no lo para el sol ni su reverso.

Tú la perdiste pero aquí se queda.
Al fin y al cabo esta con un obrero.
Conozco un caso que me da más pena:
una muchacha de por el Cotorro,
por una chapa HK, en febrero,
torció camino y se perdió del Morro.

Vaya con suerte quien se cree astuto
porque ha logrado acumular objetos.
Pobre mortal que, desalmado y bruto,
perdió el amor y se perdió el respeto.

Por otra parte, detener amores
es pretender parar el universo.
Quien lleva amor asume sus dolores
y no lo para el sol ni su reverso.

En todo caso la sabrás presente,
latiendo aun para las nobles cosas
y no partida y con el alma inerte.
Lo que te falta te abandona menos,
sólo mudó de cuidador la rosa,
no se trocó la flor por el dinero.

www.youtube.com/watch?v=yQXdI6MtGU0

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