Por JS
Unos dicen que aquí otros dicen que
allá y yo sólo quiero decir
sólo quiero cantar y no importa que luego me
suspendan la función
allá y yo sólo quiero decir
sólo quiero cantar y no importa que luego me
suspendan la función
Silvio Rodríguez
A Debo partirme en dos tendremos que dedicarle más de un espacio. Por un lado, la recurrencia a las definiciones ha sido un martilleo constante desde hace más de cincuenta años; por el otro, cuando se presenta esa clave dialéctica de “la contradicción como fuente del desarrollo” se hace sin observar la verdadera riqueza de los antagonismos, que radica en todo el espectro que existe entre los “supuestos” polos.
El asunto de las definiciones resulta cada vez más complejo. Ahora mismo, en Cuba, la cuenta de posibles “particiones” alcanza dos, tres, cuatro y más opciones. Sin embargo, llama la atención que la contradicción más evidente se presenta entre dos formas de “conservadurismo”.
La primera está asociada a quienes han convertido “la oposición” en su actividad económica. En medio de las privaciones con que asumen muchos cubanos su cotidianidad y los esfuerzos por construir nuevas maneras de sostenibilidad económica individual o familiar, estructurar una crítica al “poder político” como vía para lograr un empoderamiento económico, un status social superior al de la mayoría de la gente, constituye un acto hipócrita que condena a este conservadurismo al fracaso en la búsqueda de una base social desde la identidad ideológica o política; aunque creo que, en el fondo, eso no sería una alternativa, pues llevaría implícito “repartir” (o dividir) las ganancias.
La otra forma tiene que ver con la burocracia existente. No se trata de la fácil caricatura del hombre sentado al buró, cubierto de papeles; sino de un grupo de personas que han convertido los beneficios que acompañan sus cargos en la vía para vivir por encima de la media; que han adquirido una conciencia como grupo que se manifiesta en cuestiones de la vida cotidiana como las amistades que construyen y las relaciones de pareja que establecen y heredan sus hijos y nietos. Una burocracia que trata de invisibilizar las propuestas que se desmarcan de este conservadurismo; que no se pronuncia con fuerza ante el crimen de Ayotzinapa; obstaculiza una marcha de los universitarios para denunciar la invasión norteamericana a Iraq; que se “preocupa” por la celebración del 90 aniversario de la Revolución Bolchevique en la Universidad de La Habana y que necesita autorizar cualquier acción pública de reivindicación de la Revolución Socialista cubana que no provenga de los “canales” y esquemas oficiales.
Claro que estas formas de conservadurismo no funcionan igual, ni sus implicaciones son las mismas. La primera es nefasta, apuesta al naufragio de la soberanía y anuncia una política de privilegios y tirantez con los revolucionarios (de cualquier orientación ideológica) que partiría el país. Pero al final, ambas formas se hacen el juego.
DEBO PARTIRME EN DOS
Al final de este viaje (1969)
No se crean que es majadería,
que nadie se levante aunque me ría:
hace tiempo que vengo lidiando con gente
que dice que yo canto cosas indecentes.
«Te quiero, mi amor, no me dejes solo;
no puedo estar sin ti, mira que yo lloro.»
¿No ven?, ya soy decente, me fue fácil.
Que el público se agrupe y que me aclame.
Que se acerquen los niños, los amantes del ritmo.
Que se queden sentados los intelectuales.
Debo partirme en dos, debo partirme en dos.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá,
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa la suerte que pueda correr una canción.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá,
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa que luego me suspendan la función.
Yo también canté en tonos menores;
yo también padecí de esos dolores;
yo también parecía cantar como un santo;
yo también repetí en millones de cantos:
«te quiero, mi amor, no me dejes solo;
no puedo estar sin ti, mira que yo lloro.»
Pero me fui enredando en más asuntos
y aparecieron cosas de este mundo:
«Fusil contra Fusil»,« La Canción de la Trova»,
y «La Era» pariendo se pudo de moda.
Debo partirme en dos, debo partirme en dos.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá,
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa la suerte que pueda correr una canción.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá,
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa que luego me suspendan la función.
Yo quería cantar encapuchado
y después confundirme a vuestro lado,
aunque así no tuviera amigos y citas
y algún que otro favor de una chica bonita.
Te quiero, mi amor, no me dejes solo;
no puedo estar sin ti, mira que yo lloro.
No voy a repetir ese estribillo:
algunos ojos miran con mal brillo
y estoy temiendo ahora no ser interpretado
―casi siempre sucede que se piensa algo malo.
Debo partirme en dos, debo partirme en dos.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá,
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa la suerte que pueda correr una canción.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá,
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa que luego me suspendan la función,
mi función.
https://www.youtube.com/watch?v=YbHJckZdqdw
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