jueves, 10 de julio de 2014

La reivindicación del equipo en el que ni los argentinos confiaban

Ignacio de los Reyes, BBC Mundo, Buenos Aires


Los seguidores celebraron el pase a la final de su equipo.

Si hace sólo un mes le hubiera dicho a un argentino que su país estaría en la final del Mundial de Brasil, me habría respondido que me pasé de optimista o me excedí con el fernet.

Pero en la noche del 9 de Julio, histórica por partida doble -Día de la Independencia y primera vez en llegar a una final mundial desde 1990-, tanto la confianza como el alcohol desbordan las calles de Buenos Aires.

"¡El domingo vamos a ganar a Alemania con cuatro, siete, ocho goles!", grita un niño junto al Obelisco porteño, vestido de albiceleste.

Junto a él miles de personas que han inundado como nunca el centro porteño, donde en un ataúd verde y amarillo se puede leer 1-7, la sentencia a muerte que dejó al archirrival brasileño fuera de su propia copa.

"¡No importa cuál sea el resultado de la final, estos jugadores ya dejaron todo, amor, corazón, por la Argentina. La camiseta la dejaron en la cancha!", dice otro.

Si bien Argentina llega a cada copa con el rótulo de "potencial ganador", en realidad pocos en el país confiaban en que el conjunto de Alejandro Sabella llegaría tan lejos en esta ocasión.

El mediocre rendimiento de Messi con el Barcelona en las últimas jornadas de la Liga española o la ausencia de jugadores adorados por la hinchada argentina, como Carlos Tévez, o las dificultades de la selección para vencer a Bosnia o Irán en el Grupo F hacían temer lo peor.

Entonces, ¿qué ha ocurrido para que Argentina, de favorita a regañadientes pase a ser una indiscutible finalista?

Equipo

La primera de las razones podría parecer una obviedad: el equipo nacional de Argentina es en verdad... un equipo.

En un comienzo los argentinos se mostraron preocupados por la composición del conjunto, en el que brillaban grandes figuras individuales como Lionel Messi o Sergio Agüero, pero que podrían desequilibrar al resto del plantel, especialmente a la defensa.

Sin embargo, éste no está siendo sólo el Mundial de Messi, que ayudó a su país a clasificar a octavos con sus goles en el grupo F.

Di María le dio la victoria a Argentina frente a Suiza en octavos, Gonzalo Higuaín salvó al país contra Bélgica en cuartos y la gloria de la semifinal se han repartido entre Javier Mascherano y el arquero Sergio Romero.

Para la historia visual de los mundiales quedará la frase de "Masche" a su portero antes de los penalties: "Hoy te convertís en héroe".

Experiencia

El seleccionado argentino es el que tiene el mayor promedio de edad de los 32 que participaron en el Mundial de Brasil, con una media de 28 años y 336 días.

Hugo Campagnaro, Martín Demichelis y Maximiliano Rodríguez, todos con 33 años, son los más veteranos de Argentina. El más joven es Marcos Rojo, con 24.

Lejos de convertirse en un lastre, Argentina aprovechó la madurez de sus jugadores y su experiencia en las ligas europeas para desarmar a Holanda.

"Qué partido que hicimos, qué locura, estamos en la final", escribió Messi en Instagram.

Sus rivales

Los argentinos no le quieren quitar mérito a su equipo, pero tampoco esconden su suerte.

Casi desde el comienzo del torneo sabían que su camino hacia la final sería menos complicado que el de Brasil, Alemania y otras selecciones favoritas.

Pudieron pasar como cabeza de grupo frente a Bosnia, Irán y Nigeria, aunque no sin dificultades.

Y Suiza y Bélgica, aunque resultaron ser rivales más complicados de lo esperado a priori, daban menos miedo a los argentinos que Francia, Alemania o la propia Holanda.

Compañerismo

Las imágenes del equipo argentino durante sus entrenamientos han estado plagadas de risas, chistes entre los jugadores y camaradería, algo que se trasladó al terreno de juego.

Las "bromas" de Ezequiel Lavezzi al técnico Alejandro Sabella -primero lanzándole agua durante un partido, después imitando su caída en el entrenamiento, para mofa del resto del plantel-, dieron la imagen de una banda de amigos que además, supo plasmar esa complicidad a la cancha.

Para muestra, el himno de "Brasil, decime qué se siente...", repetido hasta la saciedad.

Ahora Argentina y sus seguidores están más cerca que nunca de cumplir un sueño que no llega desde 1986.

"Daremos todo, como siempre, con humildad, trabajo y la entrega 100 por ciento", dijo el director técnico al finalizar el partido contra Holanda


 

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