lunes, 28 de julio de 2014

Devuelta la barrida… lecciones de un año después

Por Reynaldo Cruz

Nadie se habría atrevido a pronosticar —ni siquiera el más optimista y ciego de los fanáticos— que Cuba lograría consumar una venganza como esta ante el equipo universitario de Estados Unidos. Pero hoy, poco más de un año después, la historia cambió nuevamente y los antillanos, con un equipo menos rankeado, lograron pasar la escoba ante el USCT, de manera categórica y jugando bien a la pelota, aunque la mala defensa de los norteños —sin que esto quiera decir que se demerita a los cubanos— también hizo sus contribuciones.

Como para dejar claro que no se trataba de una clásica pelea de león contra mono, como algunos comenzarán ahora a decir, Kyle Funkhouser realizó un trabajo brillante, casi perfecto (5.2 IP, 2 H, CL, 8 K, 2 BB, GSc: 67), pero tuvo en la colina opuesta a Yaisel Sierra (5.2 IP, 3 H, 7 K, 2 BB, GSc: 68) y luego Vladimir Gutiérrez (3.1 IP, H, BB, 3 K) hizo un excelente relevo para lograr la victoria.

La única complicación de Sierra, quien tuvo que abandonar el partido temprano, por sangramiento en las uñas de su mano de lanzar, apareció en el tercer inning, cuando Zack Collins y Mark Mathias pegaron hits, pero con dos outs, Tate Matheny disparó cohete a la banda derecha y Collins fue puesto out en el plato tratando de anotar gracias a un excelente tiro de Roel Santos y buen bloqueo del plato de Frank Camilo Morejón.

David Castillo pegó par de imparables en tres turnos, uno de ellos en el sexto inning, que luego del segundo out, fue seguido por boleto a Guillermo Heredia, que decretó el fin de la actuación del impresionante diestro norteño. Yadiel Hernández empujó la única carrera con oportuno cohete al izquierdo en el sexto inning, dándole una irrespetuosa bienvenida al zurdo relevista A.J. Minter.

Esa sería la única anotación que se facturaría en todo el encuentro.

Con muy sólida defensa, Cuba mantuvo a su rival sin anotar, mientras que los bisoños visitantes jugaron sin marfiladas por vez primera desde que pisaron tierras cubanas.

Para aquellos que ahora van a desacreditar la calidad del conjunto dirigido por Dave Van Horn, no se les ocurra olvidar que un rival similar humilló a un equipo cubano que contaba con Frederich Cepeda, Yulieski Gourriel, Yasmani Tomás, Freddy Asiel Álvarez, Vladimir García… tampoco olviden que estos conjuntos norteños eran los mismos que una vez, en 1995, barrieron a Cuba en Millington, con figuras como Omar Linares, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Lázaro Vargas; además, es el mismo tipo de conjunto que hacía sudar a las escuadras cubanas en Copas Mundiales, Copas Intercontinentales, Juegos Panamericanos.

Este equipo cubano —alrededor de cuyo pitcheo se crearon ciertos fantasmas de desconfianza— es el que mejor hemos visto jugar en los últimos dos años: seguros, desenfadados, relajados, sueltos, divirtiéndose. Es difícil conjugar todas estas cosas, y al parecer Alfonso Urquiola lo logró. Salvo algún que otro señalamiento, esta escuadra jugó prácticamente a la perfección: muy buena mecánica de una prácticamente hermética defensa, bateo oportuno y con solidez, más un pitcheo controlado, dominante y efectivo.

Lo mejor de todo es que esto se logró con jugadores en los que no se tenía confianza de manera general, pero con un mentor menos caprichoso que su predecesor, que sí se las dio en todo momento, además de que, por vez primera desde que se iniciaron estos topes, Cuba lleva jugadores que en cierta medida tienen edades relativamente cercanas a las de sus rivales (el promedio de edad era de poco más de 23 años).


 

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