lunes, 30 de noviembre de 2015

La gallina de los huevos de oro

Por Carlitos

Muchas oportunidades se abren para Cuba como resultado del proceso de normalización de las relaciones con Estados Unidos. Sin embargo, ya es evidente que se tratará de un proceso largo, en el que podremos quitarnos grandes impedimentos e ir encontrando otros (supongo que siempre menores o preferibles).

Hasta el momento, solo hemos podido palpar un beneficio tangible de los sucesos del 17D: el incremento del turismo. No sólo visitantes norteamericanos, sino de muchos de los principales países emisores vienen en desbandada. Dicen que quieren ver Cuba antes de que se convierta en lo mismo que el resto de los destinos latinoamericanos (esperemos que así no sea).

En principio, el incremento del turismo es una buenísima noticia. Aunque los números de la Oficina Nacional de Estadísticas dicen lo contrario, más turistas tienen que significar más ingresos: para los hoteles estatales (en algunos ya se están incrementando los precios y tienen reservas copadas hasta más allá del fin de la temporada alta), para los alquileres privados (que incrementan su cantidad, calidad y precios) y para todos los servicios y productos estatales y privados que proveen a la industria turística.

Pero lo del 17D llegó de sorpresa y nuestra infraestructura hotelera y extrahotelera, ya insuficiente y deteriorada antes, terminó colapsando. Las historias son menos que preocupantes o vergonzosas: turistas que esperan dos horas o más por sus maletas en los aeropuertos, ómnibus que no alcanzan o no llegan para cubrir tours pre contratados, visitantes que reservan un hotel en su país y son reasignados cuando llegan a otros con menor calidad o a mucha distancia y la acumulación de problemas de mantenimiento y servicio.

Es perfectamente entendible que la industria no estuviera preparada en un primer momento para un boom de esta naturaleza, pero es muy peligrosa la poca "capacidad de ajuste". Si se reacciona con la lentitud y el desfase habitual de nuestras estructuras burocráticas, tendremos las inversiones en habitaciones, transporte e infraestructuras o las reformas en los sistemas salariales y de gestión que necesitamos para 2020. Y, para 2020, los turistas de hoy, por mucho morbo o admiración que muestren por la combinación de ciudades derruidas, riqueza cultural y pueblo instruido y cálido, ya se habrán mudado a otro destino.

Pocas veces hemos tenido una oportunidad como esta en nuestras manos en los últimos años. ¿No debieran destinarse nuestros principales recursos y energías a convertir el boom de hoy en tendencia de mañana? ¿No es acaso una cuestión de la mayor prioridad? ¿No es momento para replantearse, y con urgencia, métodos y formas de organizar la propiedad y la gestión de nuestra industria del turismo?

Por mucho que hayamos intentado otras fórmulas, el turismo ha sido en los últimos 25 años la gallina de los huevos de oro de la economía cubana. No sólo implica divisas frescas, sino capacidad de impulsar otros sectores económicos. Luego del 17D, todo parece indicar que lo seguirá siendo. Pero su éxito está en los detalles y la distinción en la calidad del servicio. Lo demás es solo moda pasajera. Y a estas alturas, no estamos como para seguir dejando pasar oportunidades.

martes, 24 de noviembre de 2015

Por un planeta de osos


Pero un día vino el hombre con sus jaulas
me encerró y me llevó a la ciudad.
En el circo me enseñaron las piruetas
y yo así perdí mi amada libertad.

Por JS
Esta canción, enmascarada en un toque infantil, se explica sola. Las dimensiones de la libertad, la asimilación, el asistencialismo y la imposición de una “opción de bienestar” desfilan en la letra. En estos tiempos de pobreza humana, “el oso” es un arquetipo de resistencia y lucha.
La libertad no es patrimonio de nadie y cotidianamente, se vulgariza. Por un lado, en los límites claros a la participación y la decisión colectivas, fortaleciendo una forma de construir el poder verticalista. A veces el Estado; otras, el capital. Claro que este último parece más dulce, se viste de oveja y no orienta, compra. Por eso los debates sobre “la libertad” parecen, cada vez más, una justa semántica de extremistas. “Acabar con el Estado y sus instituciones todopoderosoas” y de paso, someternos al esquema libertario y excluyente – pequeña contradicción – del capitalismo.
El conflicto es álgido. El oso es libre en el bosque, es su remanso. Desgraciadamente, ese hogar localista se ha convertido en otra práctica de exclusión. Sí, el poder acepta a veces esa ilusión de libertad y decisión que se produce a pequeña escala y las “izquierdas” presentan como conquista una experiencia territorial. ¿Podrá replicarse? ¿Qué peso tiene en un sistema de dominación global?   
A diferencia del oso, a los hombres las jaulas no solo nos agreden, muchas veces caminamos a ellas. Vivimos en un circo universal, las piruetas se aprenden con rapidez e incluso, aparece la “pirueta doble”: esa que repiten algunos periodistas, analistas, blogueros y políticos, una pirueta que se basa en definirse crítico y acusar a todos de cirqueros. A veces se intenta una pirueta colectiva, se convoca a un plantón libertario, de resistencia; y de facto se cumple la pirueta originaria: la de los hilos y la inocencia del títere.
La llamada a conformarnos con esta situación nos llega de tigres viejos, y jóvenes. Lo más normal en este mundo es pasar por encima de otros para alcanzar un beneficio personal. Eso es comprensible, al menos al principio. Pero no se vendan entonces como “osos libertarios”. No se construye una comunidad liberadora cuando las lealtades se basan en dividendos.
El oso de Fito estuvo amodorrado cuatro años. La laxitud sirvió de máscara, la memoria perdura. Alguien olvida siempre cerrar el candado. Es necesario aprovechar esos olvidos. Hay candados nuevos y diferentes.
A pesar de todo, de los problemas de castas y los enemigos íntimos, de toda la carga – a la manera de Villena – que debe hacerse en Cuba; no veo aun otra plataforma que la nuestra para luchar por un planeta de osos libres.   
El oso de Fito Páez
Yo vivía en el bosque muy contento,
caminaba, caminaba sin cesar.
Las mañanas y las tardes eran mías
a las noches me tiraba a descansar.

Pero un día vino el hombre con sus jaulas
me encerró y me llevó a la ciudad.
En el circo me enseñaron las piruetas
y yo así perdí mi amada libertad.

Confórmate me decía un tigre viejo,
nunca el techo y la comida han de faltar,
sólo exigen que hagamos las piruetas
y a los niños podamos alegrar.

Han pasado cuatro años de esta vida,
con el circo recorrí el mundo así
pero nunca pude olvidarme de todo,
de mis bosques, de mis tardes y de mí.

En un pueblito alejado
alguien no cerró el candado.
Era una noche sin luna
yo dejé la ciudad.

Ahora piso yo el suelo de mi bosque,
otra vez el verde de la libertad.
Estoy viejo pero las tardes son mías
vuelvo al bosque, estoy contento de verdad.

https://www.youtube.com/watch?v=u9LufaDS_zo

lunes, 23 de noviembre de 2015

Enemigos íntimos

Por Carlitos

Todavía guardo cierto pavor por una noticia que replicó Cartas desde
Cuba la semana pasada. Se trata de un artículo de Escambray, donde se
explica la decisión de la Dirección de Planificación Física de Sancti
Spíritus de "erradicar" las piscinas particulares, dando como opciones
taparlas, convertirlas en cisternas o estanques, rellenarlas o
demolerlas. La causa no queda muy clara: al parecer la sequía, el
limbo de ilegalidad en que se desenvuelve esta actividad o ambas.

Pero el problema va mucho más allá de limitar una opción que se ha
hecho muy popular en los últimos años, aun cuando no sea accesible
para un salario promedio en Cuba. Decisiones como estas muestran
vicios que corroen nuestras estructuras políticas como el cáncer más
agresivo.

Parece que cuesta trabajo estudiar las causas que generan los
problemas, o será que muchas son comunes e incómodas. Lo cierto es que
con demasiada frecuencia, lejos de buscar qué los origina, se pasa
rápidamente a "desaparecerlos". Si hay sequía, no se piensa en
incrementar los precios del agua a quienes brindan estos servicios,
utilizar otras fórmulas para controlar su uso o eliminar los salideros
del sistema de acueductos. Es más fácil cerrar las piscinas privadas o
incluso demolerlas.

Desde hace bastante tiempo se sabe no solo que se alquilan piscinas
particulares, sino que hay muchas, muchísimas (si en Sancti Spíritus
hay 144, no quieran saber cuántas hay entre Fontanar y el reparto Abel
Santamaría). ¿Por qué entonces esperar a la sequía o "al
reordenamiento territorial" para percibir que la ilegalidad es
generalizada? ¿Por qué esperar a que muchos hagan grandes inversiones
para luego obligarlos a cerrar?

Si aceptamos que vamos a permitir y promover la inversión privada en
la economía, hay que darle seguridad y garantías a quienes toman este
camino. Si se quiere evitar que ganen mucho dinero o que se
redistribuya socialmente parte de lo que ingresan, no debe lograrse
con poca transparencia y autoridad barata, sino a través de sistemas
impositivos y políticas que contribuyan a ello. Si queremos jugar al
mercado (y hacer que responda a nuestros intereses), tiene que ser de
verdad.

La ilegalidad de las piscinas y tantas otras actividades privadas
también tiene que ver con la usual aspiración a ejercer un excesivo
control sobre todo. En vez de dictar licencias generales para el
trabajo por cuenta propia, se dictaron casi 200 licencias muy
específicas. Como si alguien sentado en un buró (aun con la mejor
preparación y las mejores intenciones) pudiera prever todas las
actividades que pueden ser necesarias en una sociedad y que el Estado
no puede cubrir.

La historia nos ha demostrado que la obsesión por el control desemboca
frecuentemente en el mayor descontrol. Las potencialidades de la
iniciativa individual o cooperativa no solo se refieren a su capacidad
para organizar mejor pequeñas producciones, sino también para crear
nuevos oficios y servicios. Más que licencias específicas, bien
pudieran definirse licencias generales. Más coherente aun sería
definir sólo lo que no se puede hacer. Sería mucho más fácil y menos
costoso de controlar.

Pero lo peor de una medida como esta es la capacidad para degradar los
verdaderos fines de la política pública. Hay medidas que aun cuando
son costosas, afectan a la población o a la economía, aun cuando
parezcan absurdas, avanzan sin tapujos, sin explicaciones, sin
capacidad de rectificación. Así pasó con los cines 3D, con las tiendas
de ropa privadas, con los precios de los carros y ahora con las
piscinas.

¿Qué se ganó con alguna de estas medidas? ¿Hacer valer la autoridad?
¿Solo eso? ¿No importaba limitarle opciones recreativas o de consumo a
la población? ¿No importaba que dada la extensión de algunas de ellas
lo único que se ganaría sería más ilegalidad, corrupción y
encarecimiento de estos servicios? ¿No valdría el rechazo masivo de la
gente como para rectificar?

Quisiera pensar que es diferente, pero medidas como estas solo pueden
responder a funcionarios que temen más a sus jefes que a la gente para
la cual directa o indirectamente trabajan. Solo saben mirar para
arriba y muy poco o nada para abajo. Lo importante es siempre cumplir
lo orientado, porque es lo que permite "no buscarse problemas".

Esta no es la realidad de todos nuestros funcionarios, pero comienza a
contaminarnos como un cáncer. Si el Socialismo pierde la necesaria
conexión entre quienes dirigen la sociedad a todos los niveles y los
intereses de la población, ello es síntoma inequívoco de una
enfermedad que puede llegar a ser terminal. Una cosa es pedirle
sacrificios a la gente en nombre de un proyecto común creíble y otra
muy distinta es tomar medidas sin que importe lo que la gente piense o
sufra.

Nos pasamos la vida sospechando de los irreverentes, los que señalan
las verdades incómodas, los que prefieren militancia y coherencia a
obediencia ciega. Cuidado, no vaya a ser que el bosque no nos deje
mirar los árboles. Los principales enemigos del Socialismo están ahí,
a nuestro lado, y son los funcionarios capaces de estas decisiones.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Los límites a la posibilidad: ¿se vuelven contra quién?


Y la luz se hizo en la oscuridad,
te prometo dejarme llevar,
bienvenido a este tiempo, tendrás que pelear,
bajo el mismo sol, igual que todos los demás,
a tragar veneno y a brindar felicidad,
como todo el mundo, igual que los demás.
Fito Páez
Por JS
Hace unos días, dialogando con Bolero y habaneras de Silvio Rodríguez, hablamos de ese asalto contemporáneo ordenado a manera de castas. Situamos la herencia familiar como un lugar común y en un breve acercamiento tocamos algunas aristas del problema.
¿Contra quién se vuelve esa campana económica y de relaciones? Contra ellos no – al menos a corto plazo – porque con la herencia “castiza” casi siempre viene el mirar su propio ombligo y la seguridad en el futuro. A largo plazo es otra cosa. Esperemos.
Refiriéndose a la renuncia con que se hizo la Revolución cubana y que legitimó por más de un siglo sus liderazgos, alguien habló de la “pobreza fecundante”. Tal vez de aquí a un tiempo, la mayoría de los cubanos dé mayor valor a una identidad del padecer, de la sobrevivencia en estos duros años, del “pelear bajo el mismo sol, igual que todos los demás”. Es eso o aceptar tácitamente el fracaso de un camino andado durante la última media centuria. Es eso o asumir que todos los que vivimos en Cuba somos exitosos empresarios privados, iniciamos una cooperativa, tenemos familia en el exterior, nos alcanza el salario, estamos emparentados con una burocracia que va más allá de los azarosos trámites y es un grupo que recibe determinados beneficios. Es eso o reconocer que el robo, la especulación con productos y la corrupción son “nuevas formas de lucha” de los desfavorecidos.
Así que, de aquí a unos años confío en que sea la pobreza quien fecunde nuestros líderes. Espero para entonces, que el golpe a los castizos sea demoledor y de paso, acabe con sus sueños de heredar – también – políticamente.
Mientras, los padres tenemos un compromiso: enseñar a nuestros hijos “a tragar veneno y a brindar felicidad, como todo el mundo…”. O como casi todo el mundo.
La posibilidad suprema
Fito Páez
Bienvenido a casa, el barrio esta que quema,
bienvenido pibe, eso rojo, es sangre entre tus venas,
la aventura de los huesos y la pena,
bienvenido aquí a la posibilidad suprema
la sangre, los huesos, la pena que quema.

Si la fiebre es tu columna vertebral, no temas
a luchar, no te dejes domesticar, se fiera
que estar muerto en vida, es esa la peor condena.
Bienvenido aquí a la posibilidad suprema
no temas, se fiera, suprema, condena.

Y la luz se hizo en la oscuridad,
te prometo dejarme llevar,
bienvenido a este tiempo, tendrás que pelear,
bajo el mismo sol, igual que todos los demás,
a tragar veneno y a brindar felicidad,
como todo el mundo, igual que los demás.

Y la luz se hizo en la oscuridad,
te prometo dejarme llevar,
bienvenido a este tiempo, tendrás que pelear,
bajo el mismo sol, igual que todos los demás,
a tragar veneno y a brindar felicidad,
como todo el mundo, igual que los demás.

Suprema condena, la sangre, los huesos, la pena
bienvenido aquí a la posibilidad suprema.

https://www.youtube.com/watch?v=xn0VR1xzdvA

lunes, 16 de noviembre de 2015

La emigracion de los ceros y los unos

Por Carlitos

No todos los que emigran lo hacen por las mismas razones, ni pudieran tener (como fenómeno social) las mismas soluciones. 

El gobierno cubano ha hecho esfuerzos enormes en los últimos años en la formación de ingenieros informáticos. Varias universidades del país tienen una carrera de informática y en 2002 se creó la UCI, con más de diez mil estudiantes y cerca de dos mil graduados por año. Poco más tarde se crearon filiales provinciales en Artemisa, Ciego de Ávila y Granma.

Después de medicina y pedagogía y junto a derecho y contabilidad, la informática es seguramente una de las carreras de más amplia graduación en nuestro país. Se trata de una política visionaria, dado el rol de la informatización de la sociedad en el tránsito a una economía más moderna.

Sin embargo, los informáticos se están yendo en masa de las instituciones del Estado y de Cuba. ¿Qué está pasando específicamente con este sector?

En primer lugar, se trata de una profesión muy bien pagada y con mucha demanda en el exterior. Cualquier joven formado como informático en Cuba podría encontrar fácilmente empleo y buenos salarios tanto en países desarrollados como subdesarrollados. En algunos casos, no es siquiera necesario presentar un título; es suficiente demostrar la habilidad para programar en determinados lenguajes. En Estados Unidos, los informáticos pueden encontrar fácilmente empleos de más de 20 dólares la hora.

En segundo lugar, el Estado cubano no ha sido capaz de generar una oferta de trabajo lo suficientemente atractiva (y alternativa). Todos los graduados tienen una ubicación, pero muchas veces en lugares de muy poca perspectiva profesional. Van a parar a organismos donde no existe infraestructura tecnológica ni suficiente valoración de su importancia. Cinco años de estudio se despilfarran en crear una base de datos, arreglar las máquinas o administrar una red. En el mejor de los casos, cuando hay perspectiva profesional, los salarios son bajos.

Este panorama pareciera el de casi todas las profesiones en Cuba. Sin embargo, hay una diferencia respecto al resto: existe una solución (al menos en el corto plazo). El Estado no tiene una oferta atractiva de trabajo, pero el sector externo y el privado sí.

Es conocida la experiencia de la India en la formación de informáticos y como ello constituyó uno de los pilares de su dinamismo económico. Menos conocida, pero no menos exitosa es la experiencia de Bielorrusia, probablemente la única exrepública soviética que no planteó una alternativa neoliberal a la caída del campo socialista.  Bielorrusia creó parques informáticos con infraestructura, facilidades tecnológicas y condiciones de exención tributaria para estimular el desarrollo de software con capital extranjero y privado. Resultado: miles de jóvenes regresaron al país para ejercer como programadores, dinamizando el sector de los servicios.

Dado su potencial, ¿por qué no puede hacer Cuba lo mismo? ¿Por qué si somos un país de profesionales la mayoría de las licencias para el trabajo por cuenta propia se corresponden con oficios? ¿Acaso no ganarían todos con la autorización de la exportación de software?

Los informáticos no necesitan más que una computadora, acceso a internet y una autorización de su gobierno para exportar (por los canales que se establezcan) los software que producen. Podrían trabajar desde Cuba ganando un salario digno y de acuerdo con sus expectativas (nunca sería superior ni comparable con los salarios de otros países, pero lo suficiente para tener una vida cómoda en su país). Las empresas extranjeras se beneficiarían de la calidad y bajo costo de la fuerza de trabajo cubana. Cuba garantizaría la entrada de divisas frescas al país, así como otros ingresos derivados de la recaudación de impuestos, el cobro de internet, locales y otros servicios.

Y, desde el no menos importante plano simbólico y político, estaríamos dando a muchos jóvenes las condiciones para vivir en Cuba sin pagar ningún sacrificio, todo lo contrario, desarrollándose profesionalmente, haciendo las mismas cosas que hacen sus pares en el mundo y garantizando las comodidades que todo buen ciudadano quiere para sí y para los suyos.

¿Que no serían contratados por el Estado? Nadie dijo que lo no estatal es no socialista. De hecho, este es un campo muy propicio para promover la formación de cooperativas y un sector (dada su formación cultural) mucho más dado a entender los beneficios reales de este tipo de propiedad. ¿Qué le harían competencia al Estado? La contratación de informáticos por empresas extranjeras ya ocurre, a escala no despreciable, dentro de los vericuetos legales que deja la autorización de las actuales licencias. La competencia ya existe.

Cuba ha hecho una inversión colosal, estratégica, que no puede permitirse echar por la borda. Si se cuenta con un problema y una solución, ¿por qué no se hace?

viernes, 13 de noviembre de 2015

¿Quién va? ¡Universidad!

Por Tamarys Lien Bahamonde

Economista

 

Mi sueño era ser universitaria. Jamás planifiqué mi vida más allá de la carrera hasta que casi la tuve terminada, y fue tanta mi pasión por sus aulas que decidí quedarme y convertirme en profesora. Sin dudas de mis mejores experiencias, y también de las más complicadas. Descubrí muchas cosas en ese breve tiempo. Comprendí que un profesor no se forma en menos de 10 años de arduo y continuo trabajo y esfuerzo. Comprobé que los estudiantes esperan mucho más de uno de lo que uno espera de ellos. A veces me recibían desde el pasillo con dudas, me increpaban con argumentos difíciles de rebatir, y me enseñaron también que se podían motivar con pequeñas cosas: una frase tomada de un libro, un fragmento de un poema, una estrofa de una canción. Me propuse cada clase escribirles algo en la pizarra, o leerles en voz alta, y con el tiempo ellos mismos aportaban la frase del día. Me traían retazos de papel donde habían garabateado algo que les había llamado la atención y les parecía interesante. Un día, ya yo no llevaba más el pensamiento de apertura. No era necesario.

Los estudiantes universitarios son inquietos y curiosos. Así debe ser. El profesor tiene el deber de alimentar ambas cosas. Obviamente tuve todo tipo de experiencias como alumna, y por supuesto también profesores de todas las calidades. A los no tan buenos la vida los ha ido borrando como si ni siquiera hubiesen existido, pero los maravillosos quedaron, aún palpitan en mi memoria, y todavía recuerdo con nostalgia y mucho cariño sus clases, donde no solo se hablaba de la materia, sino de casi cualquier cosa. Porque de eso se trata el magisterio, de conectar con los estudiantes en un plano por encima de la academia, provocarlos más allá de lo que se viene a impartir, despertarles el interés por un mundo que es vasto y donde todo está conectado de forma indefectible. Hay que enseñar al estudiante a ver esas conexiones, a entender que nada ocurre aisladamente, y que el principio de la sabiduría es la duda y la curiosidad. Sin eso, la humanidad no habría sido capaz de llegar hasta aquí.

Ahora, ¿para qué la universidad? De regreso del panel del Último Jueves de la revista Temas, que trató precisamente sobre eso, me repetí la pregunta varias veces, casi como para comprenderla. Porque sobre todo, ¿qué universidad? ¿para quién esa universidad? La universidad de hoy está volcada hacia objetivos aparentemente novedosos. Financiadas en gran parte por compañías transnacionales, responden a los intereses de esas empresas con todo el costo que en la academia y desde el punto de vista de investigación eso conlleva. Se ha avanzado a superespecializados planes de estudio, donde se ha reducido al universitario a una escala tan pequeña del saber de su área de competencia que prácticamente se le vuelve inútil para algo más. Con ello, se le tiene preparado en apariencia para la modernidad y el mercado de trabajo actual. Pero ¿en serio? Lo que ocurre es todo lo contrario. El joven egresado tiene menos oportunidades precisamente porque su campo de especialización es estrecho y enfocado a una arista de su -potencialmente amplia- carrera.

Los planes de estudio han ido saltando de las manos de la sociedad, se han escapado del control de las universidades y han caído bajo las potentes influencias del mundo empresarial contemporáneo. Así, las carreras se han acortado, las horas presenciales también. El profesor ha perdido protagonismo frente al aula, y con ello además, se han aumentado las asignaturas de tipo “optativas” en detrimento del número de las obligatorias. El objetivo es sencillo: el propio estudiante conforma su diseño curricular de acuerdo con sus “intereses profesionales”.

Tengo mis dudas sobre el éxito de este modelo. Pudiera cuestionarme muchas cosas, pero solo pensemos en esto último: ¿De qué forma un estudiante puede saber qué es y qué no es importante en su formación? ¿Cómo se garantiza que está construyendo un diseño curricular efectivo y no una especie de monstruo de Frankenstein donde nada engarza ni conecta con nada? ¿De qué manera sabremos que las “optativas” propuestas responden a las verdaderas necesidades de la sociedad contemporánea?

Que eso ocurra en universidades distantes de Europa, en Estados Unidos, o en la propia América Latina puede no sorprendernos mucho, pero que ese modelo comience a hacer su entrada en Cuba, y que estemos abrazando la idea con emoción, debería mínimamente llamarnos la atención. Porque tengo que hacerme muchas preguntas al respecto. Por poner solo un ejemplo, cuando el plan de estudios disminuyó las horas presenciales, se defendió sobre la base del supuesto aumento de las horas de estudio individual. En una sociedad con el acceso adecuado a las tecnologías de la información y a la bibliografía no representaría un problema, pero no es el caso de Cuba. Conocidas son las limitaciones materiales de la sociedad cubana, de las que la universidad no queda exenta. Además, ¿se puede sustituir el papel formador del profesor frente al aula? No lo creo. Y mientras esta medida era tomada con la mano derecha, con la izquierda se implementaban modelos educativos diseñados casi para la escuela primaria. Si bien es malo no llegar, pasarse tampoco es saludable. El estudiante necesita autonomía. La FEU ha sido históricamente una organización de masas contundente, que se ha ajustado a los retos de su tiempo en cada momento y ha sido protagonista indiscutible de cada uno de ellos. El universitario es un adulto joven que merece respeto. Parte de ese respeto es su derecho a decidir. No necesita un profesor tomándolo de la mano y guiándolo casi a tientas por el mundo, pero tampoco se le puede dejar solo en la oscuridad sin conocer el terreno. La guía oportuna y sabia, debe venir de los profesores. Y se impone entonces la pregunta de rigor: Cuando nos demos cuenta ¿dónde estarán esos profesores ausentes?

 

 

 

lunes, 9 de noviembre de 2015

Nos va la vida en ello...


"Pero quiero que me digas, amor,

que no todo fue naufragar

por haber creído que amar

era el verbo más bello…

dímelo…

me va la vida en ello.

Luis Eduardo Aute

Por Carlitos

Que el Socialismo sea más democrático que el Capitalismo no es un problema de demostrar o no su superioridad. El Socialismo debe aspirar, sin mirar para el lado, sin compararse con nadie, a la mayor democracia posible. No hay verdadero poder popular o socialización real de la propiedad (con le llamara la teoría socialista clásica) sin herramientas efectivas para que el pueblo decida sobre el rumbo de la sociedad, sobre cualquier tema que incumba a todos.

Durante años asumimos que tener los líderes correctos era suficiente (o al menos un gran punto de partida) para alcanzar nuestras aspiraciones comunes. Ahora se ha hecho moda renegar de todo lo que hemos sido, pero creo que muchos lo creíamos en serio y teníamos razones para ello.

En primer lugar, estábamos dirigidos por la generación que lideró la Revolución. Ese era un motivo más que suficiente para "confiar", porque la Revolución abrió un mundo de oportunidades para quienes nada tenían en 1959, elevó la cultura a niveles impensables, reinventó lo que era la solidaridad dentro y fuera de Cuba, alcanzó y defendió importantes logros en el plano social.

Estábamos liderados por Fidel, que era un ciclón, con un carisma y personalidad particular. Fidel trataba (y consultaba) temas de alta política en un barrio popular, en una plaza universitaria, en un campamento en la agricultura o en un teatro lleno de médicos. Pidió disculpas en público cuando la zafra del 70 y paraba a los ministros en televisión a dar explicaciones. La gente decía de muchas cosas: "yo no estoy de acuerdo, pero si Fidel lo dice…"

En segundo lugar, hemos vivido todos estos años asediados, bloqueados y agredidos con fuerza y cuantiosos recursos financieros. No es, como muchos dicen, sentimiento de plaza sitiada; fuimos y no hemos dejado de ser una plaza sitiada. En ese escenario, se identificó la unanimidad como una estrategia de defensa.

Pero en pleno 2015, las experiencias, vivencias, aprendizajes y expectativas de la gente no son las mismas. La acumulación de problemas materiales y el anquilosamiento de las estructuras políticas han hecho disminuir los niveles de consenso social. Fidel ya no está al mando y la generación histórica está pronta a dar paso a otro liderazgo.

Más que eso, hemos aprendido que nuestros líderes podrán ser personas de los mayores méritos, pero no son dioses. A la vez que pueden ser atinados en sus políticas y estar cargados de buenas intenciones, también pueden equivocarse. Y están ahí no para decidir el rumbo de la sociedad, sino para gestionar lo que la sociedad misma decida sobre su futuro. Hemos aprendido que unanimidad no es unidad y que la falsa unanimidad destruye una de nuestras mayores fortalezas: nuestra diversidad.

Hemos aprendido también que las agresiones no van a cesar. Obama ha hecho lo que nadie, pero también ha hablado muy claro: distintos métodos para los mismos objetivos. Hemos sido demasiado herejes por demasiado tiempo y representamos uno de los pocos "nichos de mercado" aun sin explotar por el capital internacional. Suficiente estorbo y atractivo, como para que no nos dejen tranquilos.

He aquí el reto: o aspiramos a la mayor democracia posible aun en medio de las seguras agresiones, o estaremos renunciando a uno de los principales atributos del Socialismo o al Socialismo mismo.

No es algo tan simple como asumir tal cual las nociones "estándar" de la democracia burguesa. La democracia capitalista ha demostrado ser "falsa" en sus resultados, pero ha desarrollado herramientas de participación que merecen toda nuestra atención y aprendizaje. Utilizarlas y replantearlas con fines verdaderamente socialistas requiere de la mayor creatividad.

Ya es conocido que se trabaja en la preparación de una nueva Ley Electoral y una nueva Constitución, pero no sabemos entre quienes ni para cuando. Algunos intelectuales y blogueros (muy pocos) han debatido en la web sobre posibles alternativas a nuestro sistema democrático, pero la mayoría de la gente común está completamente al margen.

No basta con tener nuevas legislaciones, deben ser resultado de un amplio proceso de participación popular, estas más que ninguna otra. No basta esperar a que estén listas, necesitamos ir dando pequeños pasos hacia una mayor democracia, a partir de hechos concretos.

En estos días se están desarrollando las asambleas provinciales del Partido de cara al Congreso que se celebrará en 2016. Dos cosas me han llamado la atención: no he oído hablar del proceso de base, y no he visto en ninguno de los resúmenes televisivos una evaluación explícita de la implementación de los Lineamientos.

El mayor ejercicio democrático al que hemos asistido los cubanos en los últimos años fue la discusión popular de los Lineamientos. Un proceso de esa envergadura, que propone replantearse nuestra manera de entender y conducir la economía y la política, merece evaluarse cinco años después de forma masiva, a través de un amplio proceso de discusión, información, explicación, rendición de cuentas.

He aquí una oportunidad de ir ensayando y evolucionando hacia nuevas formas de participación. No se trata de buscar culpables, sino de aprender y corregir el rumbo entre todos.

La subsistencia de nuestro proyecto de nación necesita un replanteo profundo de su diseño democrático, tanto como producir riquezas y referentes culturales. Nos va la vida en ello.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Silvio Rodríguez : “La valentía es no renunciar al socialismo”*

Este mes se celebra el quinto aniversario de su gira de conciertos
gratuitos por los barrios más humildes de Cuba. Momento ideal para que
Silvio Rodríguez haga un repaso de los retos que enfrenta Cuba en su
acercamiento a Estados Unidos, analice los desafíos de la cultura
cubana ante las reformas económicas que se desarrollan en el país y
también, por qué no, para que haga una apasionada defensa de la
poesía.

–El acercamiento de Cuba y Estados Unidos abre muchas posibilidades,
pero también representa desafíos para la cultura cubana.

–A nivel cultural siempre hubo intercambio con Estados Unidos. Que
haya condiciones para que se incremente ese intercambio será como
levantar barreras para que todo fluya con más naturalidad. Si hay algo
frustrante no es porque sea negativo el contacto, sino porque pudiera
aumentar la distorsión de los proclives a deslumbrarse acríticamente.
Digamos que el mimetismo puede volverse aún más pedestre, si tal cosa
fuera posible.

–Cuba es también una potencia cultural pero sin el poder económico de
la cultura estadounidense. ¿No teme que la cultura cubana se vea
obligada a "pasar por el filtro" para acceder al mercado de Estados
Unidos?

–Siempre hubo artistas que piensan en mercados y en conveniencias, y
artistas que anteponen el arte a todo lo demás. Nunca olvido aquello
martiano de que nuestras ramas pueden ser del mundo, pero que el
tronco se mantenga nuestro. Satyajit Ray empezó su célebre trilogía de
Apú con un pensamiento muy lúcido: "Cuenta tu aldea y contarás el
mundo". Sólo la banalidad es capaz de maquillarse de "mundo" y dar la
espalda a lo propio, pensando en el éxito fácil.

–¿Cuáles son las principales fortalezas de la cultura cubana para
enfrentar el reto del nuevo acercamiento con Estados Unidos?

–Creo en la identidad. Sin confundirla con lo característico a
ultranza, que puede resultar caricaturesco, como esa pinturita de lo
cubano que parece seducir a tantos. Y es que la identidad también
evoluciona con la instrucción de un pueblo, como es éste el caso.
Incluso cuando no teníamos la conciencia que nos dio medio siglo de
confrontación política, Cuba resistió y siguió siendo Cuba. ¿Por qué
no habría de hacerlo ahora?

–¿Cuáles serían sus principales debilidades?

–Supongo que la superficialidad, que también pulula como los billetes.
Y, ocasionalmente, algunos brotes de oportunismo.

–En un momento en el que las reformas buscan la autofinanciación de
todos los sectores, ¿cómo cree que puede hacerlo la cultura? ¿Lo
pueden hacer el ballet o el cine?

–Actividades artísticas que requieren infraestructuras más o menos
complejas, como el ballet y el cine, son impracticables en países en
desarrollo. Pero mucho más si no existe la voluntad de construirlas y
sostenerlas. En Cuba se desa­rrollaron por la vocación humanista de
Fidel Castro y por el empuje de personalidades como Haydeé Santamaría,
Alicia y Fernando Alonso, Alfredo Guevara, Julio García Espinosa y
luego otros. Incluso países con desarrollo, como España, están en
constante lucha por presupuestos para el cine, la música clásica y
otras manifestaciones. Esto aún cuando en muchos lugares esas
expresiones sobreviven gracias al mecenazgo. Pero se supone que un
Estado socialista debe ser más responsable, más benévolo. Incluso
tratándose de un Estado pobre, bloqueado, cada vez con menos ayudas y
para colmo con una crisis económica mundial, como telón de fondo. Cabe
preguntarse qué puede significar para Cuba salir del bloqueo y caer en
manos del FMI. Sea como sea, hay que ser muy valiente para declarar
que no renunciamos al socialismo.

34-silvio rodriguez 5Los cineastas cubanos se muestran conscientes de
la realidad; también de ahí sus planteos de independencia y de una ley
cinematográfica. No creo que el ballet vaya a desaparecer, pero las
instituciones difícilmente sobrevivirán sin cambios. Es admirable que
figuras como Liz Alfonso y ahora Carlos Acosta lleven adelante sus
proyectos. Por otra parte también hay otras experiencias nuevas e
interesantes, como la Fábrica de Arte, de X Alfonso.

Estructuras como las Fundaciones fueron tomadas en Cuba con reserva,
acaso por temor a que se independizaran demasiado. Así hay proyectos
que llevan años esperando por una anunciada revisión de la Ley de
Fundaciones. Pues yo creo que una forma de salvar algunas buenas
actividades que empezaron con la Revolución es transformándolas
precisamente en fundaciones o instituciones semejantes. Y que cada
iniciativa pruebe en la práctica su capacidad y su vigencia.

–El turismo en Cuba creció mucho, dicen que muchos turistas quieren
conocer el país "antes de que lleguen los norteamericanos". ¿Cree que
realmente Cuba corre el riesgo de americanizarse, de que los
McDonald's suplanten al pan con lechón?

–No se puede subestimar la chispa de los cubanos. No hay más ver el
auge vertiginoso de los restaurantes y otros servicios. Si llega a
Cuba, no dudo de que McDonald's acabe vendiendo pan con lechón, aunque
habrá que ver cómo los hacen. Yo quisiera que no cambiáramos en lo
sano que todavía comemos: ése es un valor nuestro a defender. Algunos
listillos presionan la naturaleza para que las frutas maduren más
rápido, lo que les cambia el sabor, además del daño de los agentes
químicos. Yo espero que esos malos hábitos no se generalicen y que
nunca cambiemos salud por falso crecimiento. Puede que a cosas así se
refieran con lo de
"antes que lleguen los norteamericanos".

–Sus conciertos por los barrios han sonado mucho a nivel nacional e
internacional.

–Empezamos haciéndolos muy discretamente; rechazábamos que el trabajo
que hacíamos en esos lugares se transformara en show. Pero con el
tiempo ha sido inevitable que trascienda. Algunos documentales han
ayudado. El primero lo hizo el español Nico García, y se llama Ojalá.
También se hizo una exposición de pasteles de Tony Guerrero y fotos
mías en el Centro Cultural Pablo de la Torriente. Fueron ocurriendo
cosas que sacaron el proyecto a la luz.

–¿Por qué decidió hacerlos?

–El primer concierto me lo pidió José Alberto Álvarez, un policía que
atendía al barriecito de La Corbata. Pero resulta que ir a los barrios
es adictivo. Llegas allí y ves a las familias, a los niños, a los
viejitos en portales y balcones, a jóvenes colgados de los techos, y
te traspasa la belleza y ves que hace falta y que la gente lo
agradece. No hay mejores razones.

–¿Cuántos realizó?

–Vamos por el concierto número 68, y el 9 de septiembre pasado,
cumplimos cinco años de gira.

–¿Cómo los financia?

–Recibo un poco de ayuda estatal. Me prestan el escenario, la planta
de electricidad y las luces, que son cosas que no tenemos. También nos
ayuda algún personal del Departamento de Giras del Ministerio de
Cultura. Todo lo demás, el sonido, los micrófonos, los instrumentos y
los sueldos de algunos trabajadores, lo pone el proyecto Ojalá. Estos
gastos son un acápite fijo de nuestra economía. Las giras al exterior
nos sirven para ir mejorando condiciones, sobre todo la calidad de los
parlantes, las consolas de sonido, los cables, que poco a poco
llegaron a ser muy profesionales. No está de más puntualizar que todos
los músicos y artistas que se ofrecen para la gira lo hacen con
absoluto desinterés material.

–Sus opiniones sobre la situación social que encontró en los barrios
despertaron todo tipo de comentarios. ¿Qué encontró realmente en esos
lugares?

–No es que yo ignorara que hubiera barrios así. El proyecto Ojalá
lleva más de 20 años al lado de El Romerillo. Todo el que vive en Cuba
y quiere ver que eso existe, lo ve. Es que el trabajo constante en
esos lugares hace profundizar no sólo en las carencias y las
condiciones de vida, sino en la lucha constante contra la indolencia y
la burocracia. Por eso se hizo de esa forma Canción de barrio, el
documental de Alejandro Ramírez que resume los dos primeros años de la
gira: descarnado, como es la realidad. Y por eso el día del estreno
invitamos a los dirigentes de los lugares que iban a ser expuestos.
Algunos fueron.

–¿Qué le aportan, como artista y como persona, estos conciertos?

–Lo empecé a experimentar desde niño, a principios de la Revolución.
Yo vi ballet no por formación familiar o por posibilidades económicas,
sino porque de pronto Alicia Alonso bailaba en una plaza. ¿Qué es lo
que cuenta el primer documental de Octavio Cortazar, Por primera vez?:
la visita de un camión proyector a las montañas, donde nunca había
estado el cine. ¿Qué hacíamos en nuestra juventud nosotros mismos,
constantemente, sino cantar en todas partes?… Yo nunca dejé de cantar
así, sobre todo en mi país.

Puede que no se sepa, pero jamás cobré un concierto en Cuba. Bueno:
una vez Luis Eduardo Aute y yo cobramos uno, en el Karl Marx, y
donamos el dinero a San Antonio de los Baños, para que la alcaldía
tuviera un fondo (que decía no tener) y pudiera pagar a trabajadores
que limpiaran el río Ariguanabo. Pero también afuera canté así. Lo
hice muchísimo en México, a donde empecé a ir por aquellas Jornadas de
Solidaridad con Uruguay. Lo hice en Colombia, en Venezuela, en Angola,
en República Dominicana, en Ecuador, en Bolivia, en Paraguay. Lo hice
en alta mar, durante meses, cuando estuve con la Flota Cubana de
Pesca. Lo hice en las prisiones varias veces. Hace muy poco hicimos un
concierto en Villa Lugano, en Buenos Aires. En Chile hablé con
Michelle Bachelet para que hiciera una ley que obligara a los
extranjeros a hacer un concierto gratuito. Parece que no se pudo.

Lograr la sistematización de la Gira por los Barrios en Cuba (también
conocida como la Gira Interminable) me ha dado una satisfacción muy
grande. Más que cualquier otra cosa.

–¿Cómo ve las posibilidades de que se mantenga el proyecto social de
la Revolución?

–Los proyectos sociales humanistas, revolucionarios, se van a mantener
siempre que existan quienes los lleven a cabo.

Por Fernando Ravsberg

*Tomado de Miradas al Sur
http://www.miradasalsur.com.ar/2015/09/27/revista/silvio-rodriguez-la-valentia-es-no-renunciar-al-socialismo/

lunes, 2 de noviembre de 2015

A cada cual segun su picardia

Por Carlitos

…vuelve el telón y hay un alcohólico urbano

que hace un resumen de gran maestría

de cada cual según su trabajo

a cada cual según su picardía…

Buena Fe

En los últimos meses se ha hecho visible el boom de los negocios privados. En La Habana se estrena un nuevo bar, restaurante o cafetería casi cada semana, hay una fiebre de almendrones descapotables, y cada vez es más frecuente la organización de cooperativas (aprobadas o no) para la construcción y reparación de inmuebles, por solo mencionar los más "sonados".

A diferencia de los momentos iniciales, empieza a verse un respeto por la estética, un mayor uso del marketing, las nuevas tecnologías, el diseño industrial, la administración de costos; dueños y empleados pueden percibir ingresos muy superiores a los del sector estatal; y mucha creatividad se derrocha en la invención de nuevos servicios que se "acomodan" a las licencias aprobadas.

Sin embargo, ¿cómo es posible que vayan tan bien las actividades privadas en medio de las conocidas limitaciones en las que se desarrollan?

La Ley tributaria cubana establece que a partir de 50.000 pesos cubanos de ingresos netos al año (166 pesos convertibles al mes), los trabajadores por cuenta propia tienen que aportar las mayores tasas de impuestos sobre ingresos personales. Asimismo, estipula como exentos de impuestos los primeros 10.000 pesos cubanos de utilidades al año (33 pesos convertibles mensuales).

Ello implica suponer que 166 pesos convertibles al mes es un ingreso lo suficientemente elevado como para comenzar a gravar las tasas más altas. ¿Quién hace una inversión para tener como único ingreso 118 pesos convertibles al mes (valor que queda después de impuestos)? Al menos bajo el nivel de gastos de una familia promedio en La Habana, creo que nadie.

También implica considerar que 33 pesos convertibles mensuales representan un nivel de gastos mínimo con el que puede vivir una familia cubana o que a partir de este límite es correcto comenzar a aplicar impuestos.  El hecho de que no se pueda garantizar desde el Estado un salario mínimo acorde con las necesidades reales de la gente, no debiera impedir que se asuma posible y deseable desde la actividad privada.

Creo que muy pocos se cuestionan que haya tasas progresivas en Cuba: pagan más quienes ganan más. El problema es que se toman como límites para comenzar a cobrar impuestos (incluso muy altos), niveles de ingresos bajos. Resultado: niveles muy altos de evasión fiscal.

Pero no solo pesa la norma. No existen mercados mayoristas y la oferta de productos que solo vende el Estado adolece de calidad, estabilidad y precios razonables. En estas condiciones, los cuentapropistas (que buscan el máximo de eficiencia en su negocio) acuden a la fluidez y menores costos del mercado negro. Pagan a almaceneros y dependientes del Estado para "reservar" los productos que escasean; compran "por fuera" insumos, útiles, mobiliario, la gasolina o el petróleo (¿nadie se pregunta por qué no se ven almendrones en los CUPET?); pagan a los aduaneros para entrar al país productos que fuera de Cuba son mucho más baratos.

Los cuentapropistas deben pasar, además, inspecciones de salud pública, planificación física, la ONAT, etc. El problema no es que existan los inspectores (como en todo el mundo), sino que cobren salarios insuficientes y exijan cosas muy difíciles de cumplir (al menos en las condiciones actuales de Cuba), generando mayores espacios a la corrupción.  

Sería injusto decir que todos los cuentapropistas pecan de todo, pero es muy difícil encontrar alguno que no se "ensucie" un poquito. Las reglas de juego bajo las que funciona el sector privado en Cuba condicionan que muchos asuman como natural violentar la ley y que en muchas ocasiones los más exitosos sean los más inescrupulosos. No es malo que la gente gane dinero, pero es nefasto que ganen más los más "camajanes" y no quienes más trabajen. Es nefasta la capacidad de estos fenómenos de destruir el tejido de nuestros valores sociales.

En medio de necesidades materiales acumuladas el dinero tiene un poder corruptor impresionante. Cuando el nuevo rico trae la lavadora a la casa, el pantalla plana, te lleva a un hotel o le da empleo a los jóvenes para que aprendan a "luchar", los valores de la familia (que de manera agregada son los de la sociedad) se van invirtiendo. Y, poco a poco, muchos de estos nuevos ricos y sus "fórmulas de éxito" se convierten en los paradigmas a seguir.

Para que el rumbo socialista sea posible los pícaros no pueden representar los patrones de éxito de la sociedad y el trabajo (también dentro de la nueva economía) debe ser la fuente fundamental de obtención de riquezas. Dar mayor espacio al mercado no es solo abrir las puertas, es necesario establecer reglas claras con los pies sobre la tierra.