viernes, 24 de marzo de 2017

Palabras en la presentación del libro "Ahora es tu turno, Miguel"

Por Rosario Alfonso Parodi*
15 de marzo de 2017

Este libro Ahora es tu turno Miguel, como buen homenaje a un revolucionario mirista, tiene que ser el resultado de un trabajo colectivo, de los autores diversos y extraordinarios, de los compañeros de la cátedra Gramsci, entre ellos Guillermo López Lezcano que transcribió ponencias a veces con un audio deficiente, sin temor a las labores pequeñas para la obra grande, al compañero Fernando Luis Rojas, el compilador que entre tantas responsabilidades trabajó duro en esta selección, discutió abundantemente sobre lo escogido, propuso, entendió y apoyó la importancia de la diversidad para el diálogo entre estos autores, la editora Silvia Gutiérrez, por su paciencia, su atención cuidadosa, su profesionalidad y sus desvelos, los compañeros Guillermo Leyva y Manuel Gahona, combatientes del MIR y cubanos ya, que propusieron inicialmente en esta sala durante el coloquio, que hiciéramos un libro y ellos mismos son los responsables de la materialización de esa idea, y en Chile, Leonardo Chacona que permitió durante más de un año se mantuvieran protegidos nuestros libros y Pepe Borques que con tanta sensibilidad los imprimió y los cuidó con el orgullo de guardar un tesoro para Cuba y los cubanos. Gracias infinitas a todos.
     También gracias aquí quiero dar a una compañera mirista, María Emilia Marchi una combatiente que conocí el último día de mi estancia en Chile, quien después de irnos al cementerio y poner flores en el enorme mausoleo de las víctimas de la dictadura donde está su esposo, su familia, me sentó en su auto que parecía un carro cubano, todo remendado para el llegue, y me dijo que ella no se arrepentía de nada, que todas las derrotas, las adversidades, los llantos abundantes, la larga cárcel, todo había valido la pena si Cuba seguía en pie. Yo le prometí, quién sabe con qué misterio, como si con mi palabra le ofreciera alguna esperanza, que Cuba… seguiría en pie.
     Porque en Chile se ha visto entre tanto batallar entre la memoria y la desmemoria, sepultar otra vez a los caídos, callar a los sobrevivientes, entretener a los militantes en disputas de alcurnia y poder aspirado y nunca tenido. Se ha visto en definitiva languidecer la obra de honradez del MIR, de grandes desgarraduras, de pérdidas preciosas de hombres y mujeres que merecían toda la vida. Se han visto los sueños preteridos a los círculos estrechos de los dolientes, y en el país del neoliberalismo se ha visto reducida la historia de esta organización heroica, a la de unos jóvenes rebeldes de buena familia que fueron muy inconformes y sí, perdieron la vida en una tragedia, como cuando se habla de un accidente de auto.
     La cárcel más efectiva ha sido erigida allí, la de las mentes. Y los que no vivieron lo sucedido y solo tienen la reconstrucción de los que ganaron, no tienen nada más que imágenes de derrota, como cuando Google pone en la búsquedas de fotos de Ernesto Guevara, en las primeras hileras, a un che muerto, amarrado a la pierna de un helicóptero del ejército, y ahí sabemos que los muertos pueden morir muchas veces más.

     

Pero ese mundo de oscuridad puede avanzar en Cuba, ilusos los que creen en valladar sin grietas y en impunidad. Puede avanzar pues posee a su favor los paradigmas difuminados y la despolitización.
     Es verdad que muchas cuestiones de orden práctico dimanan de la necesidad de una revolución de mantenerse al servicio del pueblo y del proyecto que la ha fundado, pero una de ellas, una de estas preocupaciones tiene que ser la salvaguarda de la memoria, de los hechos y sujetos que la han edificado, que la han conservado, que la han distinguido.
    Pues los que buscan restaurar el capitalismo tendrán que erigir las catedrales sin santo de la desmemoria, tendrán, y ya lo intentan, que des semantizar la palabra revolución y revolucionario, y volver a la palabra Nación, Patriota como locomotoras de restauración de un pasado de un poco de iluminados y de un océano de millones en la sombra.
     Por esa razón debemos denunciar permanentemente en nombre de Miguel, a los que excomulgan el recuerdo del internacionalismo combatiente, a los que colocan bajo siete llaves la memoria de hombres y mujeres que vinieron aquí para nutrirse de la vivencia cubana, de la certeza de los cubanos de que la libertad de los otros era tan importante como la libertad individual. Esa obra de amor que era Cuba, les inspiró, los armó para irse allá lejos, a los rincones de sus ciudades, a lo oscuro de sus selvas, a echar la vida, a disponerse hasta a morir, como un paso para hacer seres humanos a los que habían sido tratados como esclavos, como parias, como instrumentos. Debemos denunciar a los que han considerado incorrecto estudiar o conocer el papel de Cuba en estas luchas, semi proscritas como el pasado rebelde de un joven que ha envejecido y se ha enseriado y no quiere que le mienten lo vivido. 
     Debemos denunciar a los culpables de que hasta los protagonistas cubanos de estas hazañas que acompañaron a los héroes, a los héroes como Comandante II, Che, Sendic, o como Miguel sientan que deben hacer un ejercicio de humildad mayúscula y silenciar también la historia de su propia vida que es su mayor orgullo y su asidero para seguir. Debemos denunciar los mecanismos, las razones de que no conozcamos y por ello no podamos honrar a esos héroes.
     Debemos distanciarnos y combatir en definitiva una memoria chata, unánime, de vítores y slogan, un espejismo que solo conduce a que nos desconozcamos, que menospreciemos como un teque nuestra historia y hasta nos sintamos víctimas de un voluntarismo ajeno.
     Hoy van ustedes a llevarse este libro y por eso les pedimos a todos, todos tenemos responsabilidad que asumir en esto, que lo tomen y lo lleven, no a un estante o al reposo de la lectura, sino que lo muestren y lo divulguen, por eso invitamos aquí a los compañeros de la escuela de medicina hospital Miguel Enríquez, a las maestras y los niños de la Escuela Primaria Miguel Enríquez, para que llenen de contenido ese nombre, lo llenen de fe, de moldura de pensamiento, de empeño de lucha, de un Miguel físico, que debe polemizar, que tiene los conflictos y los equívocos que lo endurecen frente al dogmatismo, que tiene que hacer sus ideas valer en el debate, que ama profundamente y que cuando es tocado por heridas de muerte, quiere vivir, quiere vivir. 
     Tenemos ese compromiso de rescate de la memoria por Miguel, pero también por todos esos cubanos con esperanza, que siguen dando una y otra vez en garantía su vida cotidiana, que siguen trabajando duramente, que han mantenido a flote una gran dignidad, y lo han hecho y lo hacen precisamente por creer en el ejemplo de Cuba, asidero para los pobres del continente y del mundo, que se unieron y se rebelaron y protagonizaron las hazañas que los poderoso les dijeron que nunca debían ni soñar.
     En noviembre ha muerto Fidel, todos los cubanos, hasta los que lo asaetearon, los que lo culpaban de todas las cosas, o los que decían esto pasa porque Fidel no lo sabe, todos, lloraron en la fiebre de haber perdido lo que nos recordaba en un nombre propio toda la hazaña, desde la cimera parábola de David, hasta la guapería revolucionaria de Fidel seguro a los yanquis dale duro, que nos recordaba y nos recuerda afirmativamente SÍ el Imperialismo es todavía nuestro peor enemigo, y todo lo que hicieron para doblegar y mutilar NI lo perdono, NI lo olvido, fue el que dijo el que no lleva a su hijo a la escuela no es revolucionario; es el del recuerdo del día en que junto a la más abrumadora mayoría en una plaza, se cambió, por nombres de mártires, los nombres de las fábricas, las empresas y los centrales YANQUIS: United Fruit Company…. se llamaba.
     Ese Fidel que en Chile percibió el peligro agazapado del fascismo, que se encontró con Miguel muchas veces, y que Miguel admiró, escuchó y entendió con fascinación por largas madrugadas de diálogo, aunque nunca sin dejar de tener criterio propio.
     Y porque Miguel y El Bauchi y los otros que murieron con la bandera, dijeron que su estandarte de guerra era rojo y negro como el de Fidel, como el de los primeros en el Moncada, y porque Miguel estaría honrado, estoy segura, quiero pedirles, compañeros que nos pongamos de pie una vez más, como aquella tarde en que cantamos juntos, y con Miguel, y claro por Fidel, cantemos el himno rebelde de Cuba: el himno del 26 de julio.


*Investigadora del ICIC Juan Marinello. Tomado de su página en Facebook .

3 comentarios:

  1. ?Dónde se puede encontrar el libro?

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  2. Puedes adquirirlo en la sede del Instituto Juan Marinello, Boyeros 63 % Bruzón y Lugareño (casi frente a la polivalente Ramón Font). El precio es 5 pesos (CUP).

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