Entre los precios del agro, los almendrones y la conceptualización del modelo, la discusión sobre la necesidad del mercado y cómo regularlo ha ganado fuerza en los últimos meses. Sin embargo, se asiste al debate con mucho desconocimiento sobre el tema.
Es muy frecuente ver como se confunde mercado y capitalismo. El mercado surgió mucho antes y acompañó al desarrollo de la humanidad desde las primeras formaciones sociales. Ha habido un largo debate teórico sobre la existencia del mercado en las experiencias de construcción socialista, pero en la actualidad nadie lo discute.
En la economía tiene que haber relaciones de compra y venta (de mercado), porque el intercambio es necesario para su funcionamiento. En el sector estatal también hay relaciones de mercado, que deben dotarse de un nuevo contenido en el socialismo (no explotador).
Por eso, no toda defensa del mercado es neoliberal. El neoliberalismo promueve un nivel de desregulación que permite a unos pocos monopolios concentrar mucho poder. En realidad, contrario a lo que se cree, la ideología neoliberal es la mayor enemiga de los mercados.
Lo que la gente suele atacar, aunque a veces sin saber, es la propiedad privada. Es esta (y no el mercado en sí) la que permite que algunos sentados en su casa ganen dinero sin trabajar. El ejemplo de los dueños de los almendrones, que ganan entre 500 y 1000 pesos diarios sin pisar el acelerador es muy elocuente.
Lo contradictorio es que tanto en los Lineamientos como en la conceptualización, como en el debate alrededor de estos documentos, ha sido generalizado el criterio de que se aceptan distintas formas de propiedad, incluida la privada. ¿Por qué?
La razón es que Cuba necesita crecer económicamente de forma rápida. La propiedad privada genera explotación del trabajo y concentración de la riqueza (más allá de que lo queramos o no) pero también incentivos que estimulan la producción y el empleo en el corto plazo, especialmente en ramas de pequenos negocios.
El reto a largo plazo, si de construcción socialista queremos seguir hablando, es que la empresa estatal, las cooperativas y otras fórmulas de gestión no basadas en la explotación del trabajo se consoliden y logren ser más eficientes que la privada. Mientras así no sea, la propiedad privada tendrá un espacio y presionará por más, por muy dolorosos que sean sus costos.
Otra cuestión clave es cómo regular el mercado. Fijar precios es la medida más fácil de entender por la población. Sin embargo, es necesario que los precios oscilen en base a la oferta y la demanda (incluso dentro del sector estatal), porque son las relaciones de mercado las que permiten determinar el valor real de cada bien o servicio que se produce en la economía.
Además, ¿cómo se asegura que los privados cumplan estas regulaciones cuando hay otras causas que influyen en el nivel de precios? A lo mejor es posible en una ofensiva. Y, ¿después?
La regulación de los mercados implica un conjunto amplio de políticas que busca atacar las causas reales que influyen en la estabilidad de los precios: cantidad de dinero en la economía, niveles de producción, cuellos de botella en las cadenas de distribución, forma en que se cobran los impuestos, requerimientos para obtener una licencia, existencia de mercados mayoristas de calidad, regulaciones que promuevan la competencia de iguales y eviten la formación de monopolios, sencillez, claridad y aplicabilidad de las leyes, entre muchos otros elementos.
Teniendo esta batería de opciones para atacar las causas del problema, en la experiencia internacional la fijación de precios se suele usar por poco tiempo, para mercados específicos y como último recurso. Cuando un mercado funciona mal, generalmente es consecuencia de como se regula, y no de la actitud de sus participantes.
Es muy fácil y hasta "popular" arremeter contra el mercado, pero si queremos un debate público serio es importante indagar bien en "las causas de las cosas". No vaya a ser que buscando el remedio terminemos por agravar la enfermedad.
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