Por Carlitos
Según publicó recientemente Cartas desde Cuba: "Fuego Enterprises, la empresa que preside Hugo Cancio y de la cual es accionista mayoritario acaba de comprar el portal Porlalivre, dedicado a anuncios clasificados en la isla. (…) Cancio es un cubano que emigró en 1980. Es dueño de varios medios de comunicación, entre ellos la revista y el sitio web OnCuba (…). Paradójicamente, Hugo Cancio tiene desde hace unos años oficinas en Cuba, ubicadas en medio del malecón habanero, por lo cual es de suponer que cuenta con el beneplácito de las autoridades nacionales."
Lo cuestionable del caso no es como hace dinero Hugo Cancio, tampoco la existencia de OnCuba, medio que ha llenado enormes lagunas de información en nuestro país. Lo cuestionable es la singularidad. ¿Por qué lo podría hacer él y otros no? ¿Puede un emigrado cubano instalar oficinas de un medio de prensa privado con el visto bueno de las autoridades cubanas? ¿A través de qué mecanismos o instituciones? ¿Cualquier otro cubano (residente o emigrado) podría hacer lo mismo?
Empoderar al pueblo, hacerle del control de los recursos de todos, empieza por la transparencia de la gestión pública. Lo interesante es que el capitalismo ha incorporado la transparencia como una cuestión esencial de las prácticas de buen gobierno. No es un gesto bondadoso del capital, sino un resultado de muchos años de lucha social dentro de ese sistema.
Publicar sistemáticamente información, estadísticas y comunicados sobre la gestión pública se ha vuelto rutina en la mayoría de los países, incluidos los menos desarrollados. Por supuesto que es posible burlar y manipular la información, pero el concepto de transparencia está internalizado. ¿No debería estarlo (y con más razones) en la práctica de un gobierno socialista?
Mientras se habla de cambio de mentalidad, las instituciones estatales funcionan con una filosofía atrasada. La confrontación ideológica no ha desaparecido, pero se desarrolla en otro teatro de operaciones, en el que ya no es posible "poner cercos" a la información. En la sociedad actual sobran detalles sobre todo lo que se hace y lo que se deja de hacer. La estrategia menos inteligente siempre es no decir o decir tarde, porque otros dirán por ti.
Cuba sigue acosada por la política injerencista norteamericana y, como tal, tiene derecho a mantener el secreto sobre sus principales "cuentas" o sobre la evaluación y preparación de decisiones de política sensibles. Pero hay una distancia enorme entre defender secretos "soberanos" y no informar sobre los funcionarios o empresarios extranjeros que son sancionados por corrupción, sobre la forma en que se licitan nuevos negocios privados, extranjeros o mixtos, sobre por qué se nombra o se destituye a un ministro, sobre todo aquello que permita a un pueblo instruido sacar sus propias cuentas sobre la gestión pública.
Para evitar abusos en la sociedad es esencial brindar la mayor y más clara información sobre lo que hace el gobierno, así como lo que pueden hacer y lo que no las empresas estatales, las privadas, las extranjeras y los ciudadanos comunes. En una economía que da mayor espacio al sector privado, es esa una de las primeras garantías para evitar la proliferación de opacos monopolios y oligopolios contrarios a los intereses sociales.
Una mayor transparencia no cuesta nada material, financiera y políticamente. El argumento de que se le dan armas al enemigo ya está suficientemente gastado. Al enemigo le hemos regalado un arsenal con todas las verdades a voces que se mantienen en secreto. Una mayor transparencia es ganancia neta para el pueblo, para el gobierno y para el proyecto socialista.
Dicen que cuentas claras…
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