lunes, 28 de noviembre de 2016
Un Fidel muy íntimo
viernes, 25 de noviembre de 2016
Fidel y el sueño de lo posible
EDITORIAL
En horas como estas los desacuerdos y las críticas quedan atrás. Especialmente porque el camino a ellas se fundó en el sueño de construir una Cuba mejor, un mundo mejor, un hombre otro. Fidel Castro fue eso: el impulso para hacernos inconformes, críticos, para pensar que podíamos asir la utopía y luchar por ella, a contrapelo de un llamado permanente a la fugacidad del bien colectivo.
No creo probable que los fanáticos asomen la cabeza, pero podría ocurrir. A estas horas, lejos de la gente que lo sufre, haría falta entonces otra carga. No se trata de un estado lacrimoso, de la inmovilización, del desencanto; al contrario, es momento de seguir en las luchas cotidianas: seguir hablando del imperialismo, reivindicando el socialismo y criticando a los burócratas que lo retardan, lo funcionalizan al esquema dominante.
Fidel Castro dio un sentido otro a la revolución. Con él asumimos que la Patria no es patrimonio de nadie, que la revolución es más grande que nosotros, que la lucha es mundial, que las ideas se defienden a cualquier precio. Negar su lugar en la Historia de Cuba sería un acto infantil y malsano.
De seguro, la expresión de la gente en las calles, las redes sociales, las llamadas de madrugada, la necesidad de confirmación… son una prueba de que, a pesar de la distancia de los últimos años, de los graves problemas que enfrentamos, hay obras que perduran y símbolos que quedan.
Esta noticia nos une y al mismo tiempo, al menos a nosotros, nos llama a continuar un camino que bebió de la epopeya de 1959.
lunes, 21 de noviembre de 2016
Para que no le pongan la etiqueta…
Por Fernando Luis Rojas
- El control de los mismos a través de la apertura a la propiedad privada capitalista.
- El fortalecimiento de un sector burocrático que comprende responsabilidades políticas, administrativas, funcionariado; y que otorga un peso a los vínculos familiares, de amistad, entre otros.
miércoles, 16 de noviembre de 2016
Dudar de todo
"A pesar de todo nos equivocamos. El golpe fue posible también debido a nuestros errores. (…) ¿En qué baúl avergonzado guardamos a los autores que enseñan a analizar la realidad bajo la óptica liberadora de los oprimidos?"
Frei Betto: "Nos equivocamos", septiembre de 2016
Por Carlitos
Si algo es cierto en el mundo de hoy es la ausencia de certidumbres.
Que un xenófobo, racista, machista, un impredecible como Trump sea el presidente de Estados Unidos parece una sorpresa, pero antes lo pareció que fuera un negro llamado Barack Hussein y antes un exalcohólico irresponsable como Bush Jr.
Quién hubiera anticipado la existencia de un papa argentino con discurso de izquierda, la filtración de cientos de miles de correos del gobierno más poderoso del planeta, el atentado contra las torres gemelas y un avión estrellado sobre el mismísimo Pentágono.
Quién hubiera anticipado que un profesor universitario con rabo de mula dinamitara las bases de la "democracia" española, que después de despertar tantas esperanzas Syriza sucumbiera a los dictados del FMI, que el Brexit ganara o que Alemania lograría por la vía de la unión monetaria lo que no pudo con el imperio nazi.
Quién hubiera sospechado que Cuba y Estados Unidos estaban tan cerca de empezar a restablecer relaciones diplomáticas, que la posición de los países de América Latina fuera determinante, que un indio aymara sería presidente de los bolivianos, un exguerrillero tupamaro de los uruguayos y un obrero metalúrgico de los brasileños.
Quién hubiera anticipado que Chávez se iría justo cuando más lo necesitábamos, que un gobierno de derecha impulsaría la paz en Colombia y que la gente votaría No al proceso, que los argentinos elegirían a Macri y que Dilma saldría expulsada de Planalto por un parlamento corrupto.
El mundo que conocemos no nos es conocido. El sistema capitalista y sus instituciones están en crisis, pero también sus alternativas. Tenemos frente a nosotros la complejidad de los procesos sociales, las casualidades históricas, los retos que impone el desarrollo tecnológico, la capacidad del ser humano para reinventarse y asumir otros códigos.
Por eso luce tan absurdo que, intentando plantear una alternativa, tantas zonas de nuestra izquierda y nuestras instituciones sigan privilegiando certezas, exigiendo confianza, aferrándose a verdades "intocables" y aborreciendo la crítica. ¿Acaso no vivimos en el mismo mundo?
Suponen que una sola forma de pensar es posible. Permanecen detenidas en el tiempo, pareciera que al revés, creyendo que las armas de ayer serán eficientes en el convulso, interconectado e inesperado mundo de hoy.
Luce absurdo porque en más de un análisis (que por estos días abundan) se reconoce que una de las grandes responsables de la derechización de la política en Estados Unidos, en Europa y por doquier es la izquierda (más que la derecha), su falta de visión unitaria, su desvinculación con las masas y su incapacidad para edificar alternativas reales.
Luce absurdo porque proviene de quienes se hacen llamar defensores del ideal socialista. Y el marxismo no es un dogma, sino una herramienta científica y política para entender el mundo y transformarlo.
Al ser interrogado por sus hijas sobre cuál era su máxima favorita, Marx respondió: dudar de todo.
jueves, 10 de noviembre de 2016
Trump presidente!!!
Por Miguel Fuentes
Hubiera querido escribir algo más acabado, pero los acontecimientos políticos de las últimas horas y –¿por qué no?– de los últimos meses, demuestran que vivimos en un mundo donde se imponen la premura, la inmediatez, lo imprevisto. Sí, me tomó por sorpresa el resultado electoral en los Estados Unidos, como a muchos. ¿Cómo puede salir un tipo que no tiene nada que ver con la política, millonario, xenófobo, racista, en la construcción mental de algunos analistas “impopular”...? Parece uno de esos show que él mismo dirige, ¿o era realmente eso lo que buscaban y será un show el propio sistema? ¿Cómo pudieron equivocarse tantos especialistas y analistas, medios, encuestadoras? ¿Cómo puede haber tantos americanos que hayan votado por él? ¿Impopular?
Creo que el sistema y los grandes centros de poder del mundo han mandado un mensaje y una lección. A seguir estudiando y prepararse.
miércoles, 9 de noviembre de 2016
No quiero saber nada de Hillary ni de Trump
Por Carlitos
Hoy solo se habla de las elecciones norteamericanas, pero creo necesario hablar de Julito.
En un artículo que circuló por la red hace un par de semanas se especulaba sobre la "culminación del contrato" de Julio Antonio Fernández Estrada como profesor de la Facultad de Derecho. Traté de buscar en otros lugares en internet para hacerme de un mejor juicio y nada. Pero en estos casos importa el hecho en sí más allá de los detalles.
En los últimos tiempos, diversas ofensivas contra el pensamiento diferente se hacen noticia. Y aunque en todas las historias se huele el peligroso tufo de la vieja y suicida fórmula de "botar el sofá", todas no son iguales. Todas no tienen el mismo efecto. Al menos a mí la noticia de Julito (como le llaman sus amigos y alumnos) me indignó más que otras.
Basta leer a Julito para sentir un inmediato contagio. Quienes le siguen no solo reconocen una vasta cultura, el rigor en el conocimiento del Derecho, su agudeza para escudriñar las causas de las cosas, sino una pasión por Cuba y el Socialismo que desborda sus indiscutibles habilidades para escribir.
Julito es de las pocas voces que mantienen un discurso consecuente a favor del proyecto socialista en cualquier medio, auditorio o espacio académico. Defender abiertamente el Socialismo desde las páginas de OnCuba es un verdadero acto de atrevimiento y una gran contribución a su causa. Sinceramente, es algo aplaudible, lejos de cuestionable.
Quienes le conocen saben que Julito no es solo lo que escribe. A esa capacidad de imantar con su discurso oral o escrito, se suma su forma muy natural de ser y su sentido del humor. Es de esos profes cuyos estudiantes tienen siempre algo que recordar y cuya única vocación es impartir buena docencia y aportar al debate sobre una Cuba mejor.
Necesitamos muchos Julitos, no me queda duda. Entonces, ¿qué hacemos nosotros, en medio de tantos problemas, en medio de tantas dudas, desprendiéndonos, cuestionándonos o acusando a alguien como Julito? ¿Por qué con tipos como él? ¿Por qué con tanta frecuencia la duda sobre los valores verdaderamente revolucionarios?
¿Por qué, en cambio, no veo ni oigo la ofensiva contra los oportunistas, los arribistas, los mediocres, los preserva cargos, los aduladores, los complacientes aplaudidores? ¿Por qué siento con tristeza que crecen, que se les empodera y nos rodean como una plaga mientras nos damos el lujo de prescindir de Julito?
El Socialismo es obra de osados e irreverentes. Oscuro será el futuro si, teorizando sobre caminos, planes y lineamientos, negamos los valores que nos trajeron hasta aquí. Porque al final, no solo es importante tener clara la meta sino con quien y con qué medios llegar a ella.
miércoles, 2 de noviembre de 2016
El otro país
No sé si seamos conscientes de la velocidad a la que crece ante nuestros ojos otro país, un país muy distante de los deseos y las políticas.
Tenemos otra economía, la de los paladares, los hostales, los mercados agropecuarios, los boteros, las remesas, los nuevos ricos. El salario no alcanza, por lo que la mayoría de los cubanos tiene un ingreso adicional o distinto (se ha aprendido a vender y a hacer de todo), mientras una parte no despreciable de nuestros gastos van al mercado negro.
La cruda economía ha dado luz a otra vedad, a otros valores, a otras desigualdades, al deterioro de la calidad de nuestros logros sociales, a una mayor mercantilización del arte, al crecimiento galopante de la corrupción en pequeños y medianos estratos.
Surgieron otros medios de comunicación. Nadie calcula el nivel de audiencia que tienen el paquete y el cable. A través del paquete llegan promociones del sector por cuenta propia, revistas de farándula y hasta programas de televisión privados. Y la función de informar y colocar temas de debate sobre la mesa va transfiriéndose rápidamente a medios alternativos.
Tenemos otro debate político y otro ser político distante del modelo establecido. Lo muestran la blogosfera, las redes sociales, los espacios académicos, las colas, la calle, las modas, el discurso de nuestros intelectuales y artistas, los que ya no quieren ser militantes, la irritación y la apatía de la gente, y los que se marchan de Cuba.
Tenemos otro país demográficamente hablando, porque según varios estudios más de un millón de cubanos nacidos en Cuba (algunos dicen que dos) vive fuera de nuestras fronteras y una parte no despreciable entra y sale con frecuencia por nuestros aeropuertos. Ese contacto cercano con otras realidades establece una visión del mundo muy diferente a la que cocinamos aquí adentro.
Lo sorprendente de este otro país (que realmente son muchos) no es su existencia. En definitiva, ello es resultado de sensatas y necesarias medidas tomadas en los últimos años: la reforma migratoria, el incentivo al sector privado, el acercamiento a Estados Unidos. Es resultado de lo que hemos podido ser en medio de agresiones, contextos, virtudes, aciertos, pausas y errores.
Lo sorprendente es la manera que tienen los medios, cierta izquierda y una buena parte del discurso político de hacer como si no existiera, como si no hubiera motivos para reconocerlo, o como si haciendo lo mismo de siempre pudiéramos de la noche a la mañana convertirlo en el país deseado.
Desde distintos frentes (políticos, administrativos, judiciales) se lanzan ofensivas contra los representantes del otro país, pero muchas veces pecan de injustas o inefectivas porque las causas de su existencia van más allá de las "malas intenciones de los hombres".
El otro país tiene vida propia, es el país. No nos gusta, no es el país de nuestros ideales, pero la única manera de superarlo es asumirlo como es, transformarlo desde lo que es y no desde lo que quisimos que fuera.
O nuestras estructuras políticas se adaptan a coexistir con este otro, a aceptar sus códigos y las virtudes que también tiene, a construir el socialismo a partir del diálogo y el consenso, a ganar el terreno ideológico a base de ideas y fórmulas que conecten con la gente y el país realmente existente, o ese otro país terminará por imponerse y ser el único, de la forma más anárquica y perjudicial para todos.