Los vicios son como las militancias: ocultan tras la utopía del libre albedrío cierta imposición. También se parecen en el peso de las palabras. En las militancias, “oposición” se presenta como alternativa al poder y muchas veces, se juega a ella desde el empoderamiento económico, la forma más repulsiva de empoderamiento.
Con los vicios pasa igual, las soterradas imposiciones pueden mapear militancias. Últimamente, asistimos a la ambivalencia “ideológica” de los directivos del comercio interior. Por un lado, una radicalización ultraizquierdista: les ha parecido que el Criollo es un término “suave” y han apostado por borrarlo, reivindicando la firmeza e intransigencia de los Titanes y el arraigo clasista de los Populares. Por el otro el “coqueteo”, que mantiene el flujo de las cajitas Hollywood y otras, que si bien nacionales, se embadurnan con papelitos de colores agradables al tacto.
Todo parece indicar que entre los directivos del comercio interior se ha “colado” un historiador que ha venido a rescatar los Criollos: comienzan a reaparecer. ¡Cuidado! Puede ser un hecho fugaz, una jugarreta de los almacenes.
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